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Nunca más

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Cuando mis ojos observan el nuevo naufragio de una barcaza que partió de las costas turcas rumbo a Europa con cerca de 200 personas inmigrantes o refugiadas ¿quiénes les han preguntado?, y digo bien, seres humanos no meros números anotados en una estadística. En esta nueva  ocasión  se ha producido en la costa calabresa, cerca de Crotone en el sur de Italia, habiendo perdido la vida, los sueños,  los anhelos y las esperanzas, unas 70 personas identificadas  hasta el momento, algunas de ellas menores y un bebe de meses, resuenan en mis oídos con fuerza y rabia contenida aquellas palabras que surgieron del pueblo, en la Argentina de 1994, tras la práctica de torturas y desapariciones auspiciadas por la dictadura de este país, “Nunca Mas” resonó con fuerza y profunda emoción de la garganta del fiscal  Strassera en su alegato final del juicio que se siguió contra la Junta Militar, el cual acabó con una condena sin precedentes.

Son las mismas palabras que hoy quisiera que resuenen con elocuencia, rotundidad, exigencia, indignación, dolor y profunda emoción de las gargantas de un pueblo europeo que no puede permanecer impasible y callado ante una sucesión de dramas humanos sin respuesta por parte de la Unión Europea.

“Nunca más” palabras vacías tras la muerte de seres humanos que no vienen precedidas de medidas eficaces para prevenirlas y evitarlas. “Nunca más” acusaciones cruzadas en las que nadie asume la responsabilidad de estos hechos. Nunca más muertes en un Mediterráneo que ha sepultado a más de 26.000 seres humanos en los últimos 10 años, en un rosario de muertes que en demasiadas ocasiones no llegan ni a ser noticia por no presentar la dureza de las imágenes de este naufragio.

“Nunca más” una Europa que afronta la realidad de los flujos migratorios sin una política europea coordinada y única que dé respuesta a la gestión de esta realidad con políticas eficaces y garantizando vías seguras de llegada a Europa que impidan que las personas se jueguen su presente y su futuro en manos de mafias que trafican con el dolor ajeno, exentos de los más mínimos escrúpulos. Nunca más impedimentos a las ONGs que desarrollan una labor esencial en el Mediterráneo salvando vidas, ante la ausencia de los estados.

“Nunca más” una Europa que olvida su historia, sus valores y sus principios haciendo suyas políticas de externalización de las fronteras y de gestión de sus obligaciones de facilitar acogida a las personas solicitantes de protección internacional en terceros países fuera de la Unión Europea, como recientemente hacía Dinamarca. “Nunca más” una Europa en la que las políticas de cooperación al desarrollo pierden fuerza y dotaciones presupuestarias que permitan actuaciones en origen que propicien niveles de vida y desarrollo que impidan las migraciones forzosas por motivos económicos.

“Nunca más” una Europa en donde se extiendan posiciones políticas de extrema derecha con discursos que sitúan las migraciones y a las personas migrantes como un problema y no como una solución que impulsa el desarrollo de Europa a nivel económico, social y cultural. Nunca más un país que mira para otro lado y permite la salida de sus costas de estas embarcaciones. “Nunca más” un Gobierno de Estado como el italiano que dificulta una operación de rescate que en tiempo y forma habría podido salvar la vida de decenas de seres humanos.

La inmigración y el refugio deben desaparecer del debate político partidista y de la confrontación política y electoral, para convertirse  en un asunto europeo, considerándola una política comunitaria europea que avance más allá de la mera declaración de principios y permita la construcción de una política sustentada en cimientos sólidos, que eviten que la gestión de las migraciones se siga haciendo desde las posiciones de cada uno de los estados de la UE, sin un marco de coordinación, sin orientaciones comunes, sin una apuesta clara y precisa por la articulación de vías seguras de llegada a Europa, sin apostar con firmeza por un modelo de integración intercultural que impulse la convivencia intercultural y la gestión positiva de la diversidad, evitando la segregación, el crecimiento de los discursos de odio, el racismo, la xenofobia y la discriminación. Debemos evitar con el apoyo de la ciudadanía europea una política migratoria basada en la externalización de las fronteras y su control, sin políticas claras de integración y ciudadanía. Políticas que se construyen desde el miedo a la pérdida del voto, rozando la ilegalidad por atentar contra los derechos humanos y la legislación internacional y colmadas de falta de humanidad

“Nunca más” nuestro silencio se haga cómplice de la muerte de seres humanos, como nos recuerda una de las personas refugiadas acogidas por Cepaim, ningún ser humano quiere dejar su país, su familia, lo conocido, su seguridad, su cotidianidad, sino hay fuertes motivos que lo provocan, bien de tipo económico político, religioso, climático o por conflictos armados.

La próxima presidencia española de la UE es una oportunidad única para avanzar en esta necesaria política común europea. Los pueblos debemos recordar que nuestro voto sirve para sostener estas situaciones injustificables o para impulsar que “nunca más” vuelvan a suceder.

 

Cuando mis ojos observan el nuevo naufragio de una barcaza que partió de las costas turcas rumbo a Europa con cerca de 200 personas inmigrantes o refugiadas ¿quiénes les han preguntado?, y digo bien, seres humanos no meros números anotados en una estadística. En esta nueva  ocasión  se ha producido en la costa calabresa, cerca de Crotone en el sur de Italia, habiendo perdido la vida, los sueños,  los anhelos y las esperanzas, unas 70 personas identificadas  hasta el momento, algunas de ellas menores y un bebe de meses, resuenan en mis oídos con fuerza y rabia contenida aquellas palabras que surgieron del pueblo, en la Argentina de 1994, tras la práctica de torturas y desapariciones auspiciadas por la dictadura de este país, “Nunca Mas” resonó con fuerza y profunda emoción de la garganta del fiscal  Strassera en su alegato final del juicio que se siguió contra la Junta Militar, el cual acabó con una condena sin precedentes.

Son las mismas palabras que hoy quisiera que resuenen con elocuencia, rotundidad, exigencia, indignación, dolor y profunda emoción de las gargantas de un pueblo europeo que no puede permanecer impasible y callado ante una sucesión de dramas humanos sin respuesta por parte de la Unión Europea.