Allá por el año 1989, la activista blanca, Peggy McIntosh, escribió un artículo en el que señalaba los 20 privilegios que ella sentía que tenía, por el simple hecho de ser una persona de color blanco. A continuación, cito algunos:
“Si quisiera, podría perfectamente estar la mayor parte de mi tiempo rodeada de gente de mi raza”:
“Si tuviera que mudarme, puedo elegir, sin ninguna dificultad, la zona y la casa en la que quiero vivir”:
“Tendré la seguridad de que mis vecinos en esa zona serán agradables conmigo o, al menos, neutrales”:
“Puedo encender la tele y verme ampliamente representada”:
“Cuando me hablan de herencia nacional o civilización, se me muestra que las personas de mi raza son los que la convirtieron en lo que es”:
“Mis hijos tendrán un currículo en la escuela que da fe de la existencia de su raza”.
“Cuando entro a una tienda de música, encuentro siempre los cantantes de mi raza altamente representados, y en el supermercado encuentro la comida típica de mi cultura y tradiciones”.
“Cuando voy al banco puedo estar segura de que mi apariencia física no afectará mi confiabilidad financiera”:
“Nunca me piden que hable en el nombre de todo mi grupo racial”.
“Puedo criticar a nuestro gobierno sin que me miren como un intruso”.
“Si pido hablar con ‘la persona a cargo’, estaré bastante segura de que será una persona de mi raza”.
“Si un policía de tráfico me detiene puedo estar segura de que no ha sido por mi raza”.
Los privilegios que nos señala esta autora estadounidense tuvieron lugar en otro país y en otra época, pero cabe preguntarnos ¿Dónde han quedado? ¿Existen, hoy en Murcia, privilegios atribuidos solo a los blancos?
La respuesta es si. Tanto en Murcia, que es una de las ciudades más conservadoras del país, como en el resto de España, las relaciones de poder y los privilegios de la mayoría sobre la minoría siguen presentes. Cuando eres una persona racializada en Murcia, la vida se convierte en todo un reto y las dificultades aumentan en todos los sentidos. Además, los discursos de odio de unos colectivos sobre otros se propagan como un virus (Bustos, et al., 2019)
Me permito señalar, desde mi humilde opinión, y basándome en mi holgada experiencia como persona racializada en la Región, algunos de los ‘no privilegios’ o desventajas que sufrimos en el día a día, y lo haré en la línea de los privilegios señalados más arriba.
Por ejemplo, si eres una persona racializada y pasas la mayor parte de tu tiempo con personas de tu raza se pondrá en cuestión tu integración en la sociedad. Porque aquí, si no eres ‘integrado’, serás sospechoso de ser ‘integrista’.
Por otro lado, ¿Quién no ha tenido algún problema alguna vez para acceder a una vivienda? Varias encuestas, que han sido realizadas en España, arrojan datos preocupantes sobre el porcentaje de vecinos autóctonos que no afirman que vivirían al lado de un moro, de un gitano o de un negro. Por eso, en muchas ocasiones, cuando llamas por teléfono y tienes un acento sospechoso, es probable que el piso, de repente, esté ya alquilado
¿Alguna vez te han negado la entrada a una discoteca por ser blanco? Pues pasa todos los fines de semana, en las discotecas de Murcia, cuando eres una persona africana. Y he tenido testimonios, incluso de porteros, que han afirmado tener instrucciones de no dejar entrar a los moros y a los negros. Estos últimos, cuando van a entrar a una discoteca, la mayoría de las veces resultan son fiestas privadas. Muchos jefes de bares y discotecas se excusan en ‘las pintas’, pero estaría bien explicar qué significa ‘pintas’, porque igual ser moro o negro es tener ‘pintas’.
Además, cuando eres una persona racializada y abres las redes sociales, a menudo que encuentras algún bulo que estigmatice a tu raza. Donde se afirma que recibís ayudas -mientras que en tu caso eso nunca ha pasado-, que no os integráis ni aprendéis el idioma -siendo consciente de que tu te has esforzado para conseguir ambas cosas-, que sois incivilizado, machistas, o lo que hace unos días, en el programa del Hormiguero señaló el señor Pérez Reverte: que el musulmán pega a su mujer por razones históricas, y que los países musulmanes nunca pueden ser democratizados, pues bien, así es como se crea un imaginario negativo sobre las personas musulmanas, cuando unos intelectuales con ‘legitimidad’ vomitan discursos tan generalizadores.
Por otro lado, en las festividades, importantes para ti, no se encenderán las luces en las calles, no habrá días festivos de descanso, ni sonará la música en las calles.
Cuando alguien de tu raza delinque, o comete un acto terrorista, eres llamado a condenarlo, pero sobre todo a justificarlo, como si tuvieses tu algo que ver con lo sucedido.
También, la representación de tu raza en la sociedad es escasa o inexistente. En los libros de texto de los niños y adolescentes ¿cuantos personajes negros o árabes aparecen? ¿Cuántos actores racializados hacen papeles neutrales [que no sean terroristas o delincuentes] en las películas y series españolas? ¿Cuántos abogados, médicos, profesores o jueces que no sean autóctonos hay en el país? Así, pues, faltan personajes en los que los hijos de los inmigrantes puedan proyectarse, para así creer que pueden conseguir llegar donde se proponen.
Para finalizar, cabe evidenciar que este artículo, escrito por un moro, tendrá reacciones de toda índole, ya muchos lo verán con recelo, y me dirán que, si tantas quejas tienes, ¿por qué no te vas tu país? A lo que contestaré, este también lo es.
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