Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
Cordones sanitarios
Los cordones sanitarios se aplican por parte de los higienistas de salud pública desde la Edad Media. La peste, el cólera, la gripe española fueron pandemias contra las que fue preciso establecer un férreo aislamiento en aquellos territorios con personas infectadas. El propósito era evitar que se expandieran las enfermedades altamente contagiosas. Esta profilaxis sanitaria se contagió a la política. Después de la Revolución Soviética se temía que el comunismo contaminara el resto del mundo. Por ello, los países occidentales de la época expresaron que había que establecer un cordón sanitario a la Unión Soviética. En España, con el terrorismo de ETA, se volvió a reivindicar el concepto. Se tomaron medidas como la ilegalización de partidos y la autocensura, por parte de los medios de comunicación, sobre atentados y comunicados de ETA. Hay que recordar que España ha vivido, en los últimos 75 años, una Guerra Civil, una Dictadura y el terrorismo político de ETA. Hitos cruentos perpetrados por movimientos y pensamientos totalitarios.
En un sistema democrático consolidado, la marginación política sólo cabe enmarcarla en la Constitución y es de aplicación en las urnas. La Constitución española establece que los partidos son el instrumento principal de participación política. Expresan el pluralismo contribuyendo a la formación de la voluntad popular. Su funcionamiento debe ser democrático dentro de la ley. Así pues, las opciones políticas legalizadas se legitiman en las urnas. Y una que vez que estas opciones están en las instituciones, por mor de la voluntad popular, no tiene sentido hacer como si no existieran. No se las puede borrar. Tapándose los ojos con las manos no desaparece tu problema; hay que afrontarlo.
Ahora bien, una cosa son los cordones sanitarios y otra que cada partido decida con quién quiere acordar y pactar. Cada opción política es libre para determinar sus alianzas y relaciones con el otro. Lógicamente, a medida que el ideario de uno coincida con el del otro será más fácil llegar a acuerdos; excepto cuando hay elecciones que compiten entre sí. Si un partido se posiciona en un extremo político, de forma ideológica, territorial o de identidad, será difícil llegar a acuerdos con el mismo. Por ello, aquellos partidos que se posicionan en la centralidad del tablero tienen más opciones de acordar.
El cordón sanitario, a veces, se usa como látigo pero no para la autoflagelación. Así, algunas opciones políticas establecen la ley del embudo (lo ancho para mí y lo estrecho para el otro). De tal modo, que exigen a los otros que no se acuerde con partidos extremos cuando ellos lo hacen. Haz lo que yo digo pero no hagas lo que yo hago.
En definitiva, dejemos los cordones sanitarios en donde se crearon que fue en la salud pública. Volvamos a leer la Constitución del 78 que indica el papel sustancial de todos partidos políticos. Hagamos prevalecer los valores democráticos y su cultura desde la memoria. Y que cada opción tome las decisiones que considere más adecuadas y respetuosas con su ideario y con el apoyo social recibido en las urnas. Que pacte o no según criterio de principios y oportunidad.
Los cordones sanitarios se aplican por parte de los higienistas de salud pública desde la Edad Media. La peste, el cólera, la gripe española fueron pandemias contra las que fue preciso establecer un férreo aislamiento en aquellos territorios con personas infectadas. El propósito era evitar que se expandieran las enfermedades altamente contagiosas. Esta profilaxis sanitaria se contagió a la política. Después de la Revolución Soviética se temía que el comunismo contaminara el resto del mundo. Por ello, los países occidentales de la época expresaron que había que establecer un cordón sanitario a la Unión Soviética. En España, con el terrorismo de ETA, se volvió a reivindicar el concepto. Se tomaron medidas como la ilegalización de partidos y la autocensura, por parte de los medios de comunicación, sobre atentados y comunicados de ETA. Hay que recordar que España ha vivido, en los últimos 75 años, una Guerra Civil, una Dictadura y el terrorismo político de ETA. Hitos cruentos perpetrados por movimientos y pensamientos totalitarios.
En un sistema democrático consolidado, la marginación política sólo cabe enmarcarla en la Constitución y es de aplicación en las urnas. La Constitución española establece que los partidos son el instrumento principal de participación política. Expresan el pluralismo contribuyendo a la formación de la voluntad popular. Su funcionamiento debe ser democrático dentro de la ley. Así pues, las opciones políticas legalizadas se legitiman en las urnas. Y una que vez que estas opciones están en las instituciones, por mor de la voluntad popular, no tiene sentido hacer como si no existieran. No se las puede borrar. Tapándose los ojos con las manos no desaparece tu problema; hay que afrontarlo.