Lo rural es sexy

El medio rural está dejando atrás estereotipos del pasado para buscar su nueva identidad. Otra ruralidad está naciendo, divergente de los clichés tradicionales y más enfocada a la apertura que el mundo del siglo XXI nos ofrece.

El trabajo a distancia ha hecho del entorno rural un atractivo hogar para profesionales liberales, creativos, informáticos, freelances y empresas familiares. El teletrabajo permite trabajar de forma local y actuar de forma global.

También empresas cleantech y de tecnología agroalimentaria ven en el territorio una oportunidad para su prosperidad. El término Smart Rural se empieza a escuchar cada vez con más fuerza.

Asimismo, Internet y las nuevas tecnologías han democratizado el conocimiento y están permitiendo que startups y emprendedores rurales con ideas innovadoras tengan más facilidad para ponerlas en marcha.

La era digital está propiciando la desintermediación de la economía, no hay duda, pero también de la cultura, pudiendo acceder desde cualquier lugar a todo tipo de contenido artístico, ya sea alternativo o minoritario.

Internet ha democratizado el cine, antes restringido a las salas de las ciudades. Ahora desde el entorno rural se puede acceder a productos audiovisuales de todo el mundo, mediante Filmin o Netflix.

Internet también ha democratizado la literatura, a través de los libros electrónicos. Y la música, a través de YouTube o Spotify. Cultura mainstream y cultura underground a golpe de clic.

En definitiva, Internet es el cordón umbilical que une lo rural al progreso. La tecnología y la digitalización bien entendidas configuran unos pueblos más prosperos, por eso es tan importante luchar contra la brecha digital. Hablar de desarrollo rural es hablar de desarrollo tecnológico.

Por supuesto, hacen falta condiciones e infraestructuras dignas para vivir en el ámbito rural, pero la economía y la conectividad no lo explican todo, muchas veces el freno a instalarse en zonas rurales es un tema de hábitat mental: hay personas que no quieren volver al pueblo porque lo consideran un fracaso personal.

Durante mucho tiempo se ha vendido como modelo de éxito salir del mundo rural y trabajar en el urbano. Y todavía hoy quedan por derribar resquicios de ese marco de pensamiento. Se hace necesario superar esa visión peyorativa de lo rural sustentada durante décadas por la altivez urbana.

Es hora de actuar desde los pueblos. El mundo rural necesita librar una batalla narrativa, estética y cultural. Lo que se piensa determina lo que se hace. Por eso hay que fundar un Rural Lifestyle de valores optimistas, crear una cultura según la cual el permanecer en el pueblo no sea sinónimo de fracaso, sino de éxito.

Diseñar un Place Branding enfocado a lo rural, es decir, aplicar las estrategias de la comunicación a las zonas rurales con el objetivo de aumentar la reputación, atraer inversión y retener talento. Eso sí, respetando siempre la idiosincrasia, los rasgos distintivos y las raíces de cada pueblo, sin caer en la homogeneización cultural.

Debemos seguir buscando esa nueva identidad basada en el progreso, la felicidad y el bienestar social. Demostrar que el medio rural es el lugar idóneo para llevar una vida plena a nivel personal, laboral y comunitaria, con redes humanas más colaborativas y mayor disponibilidad de tiempo de calidad.

Tal vez los millennials, los nativos digitales, incorporados ya en dinámicas de movilidad y trabajo más deslocalizados, globales y tecnológicos, puedan cambiar el paradigma actual y desactivar de forma definitiva la mirada paternalista que caracteriza los discursos sobre el medio rural construidos desde lo urbano.

Sea como fuere, lo que está claro es que si en el siglo pasado el desarrollo consistió en superar la ruralidad, en el siglo XXI el desarrollo sólo será sinónimo de progreso si va de la mano del mundo rural.