Contrapunto es el blog de opinión de eldiario.es/navarra. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de la sociedad navarra. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continua transformación.
Sumar a la izquierda del PSOE
El tema es objeto de controversias dentro y fuera de los colectivos políticos y vaya por delante que este artículo es una opinión personal. Hay sobrados motivos para la reflexión y la rectificación de quienes hemos venido protagonizando y determinando la trayectoria de los últimos años a la izquierda del PSOE. En primer lugar, podemos concluir que ningún partido de los actualmente en escena puede por sí mismo pretender ocupar en exclusiva ese espacio, ni siquiera ejercer un liderazgo integrador. Ni siquiera Unidas Podemos, que obtuvo unos resultados importantes con sus 35 diputados en las elecciones de noviembre de 2019 y tiene hoy una significativa presencia en el gobierno, es en la actualidad un elemento aglutinador. No solo porque sus principales socios (Podemos e IU) están cada vez más distanciados entre sí, sino porque ni la coalición como tal ni los partidos que la componen por separado han generado las expectativas de liderazgo e ilusión que reclama el momento. Las declaraciones de Iglesias el 6 de noviembre en la Universidad de Otoño de Podemos, y posteriores intervenciones en la misma dirección, se asientan en la autoafirmación de Podemos como fuerza determinante y preponderante en la izquierda. Dicha autoafirmación, llevada a cabo en clara y pública confrontación con el proyecto de Yolanda Díaz, no es la forma más idónea de suscitar la confluencia, ya de por sí complicada, y augura nuevas turbulencias en el intrincado camino del agrupamiento de la izquierda. Sin embargo, ese agrupamiento tendrá que abrirse camino de una u otra manera.
Lo cierto es que a cuatro meses de las elecciones municipales y autonómicas el panorama sigue siendo bastante sombrío. Salvo Navarra, Extremadura, La Rioja y poco más, siguen pendientes las confluencias en la mayoría de comunidades autónomas y Ayuntamientos importantes del Estado, lo que hace pensar que los avances deseados en el terreno de la unidad queden a medio camino en no pocas realidades. No hay que olvidar que esta cita electoral de mayo de 2023 tiene especial trascendencia para las izquierdas, dado el reto que suponen las elecciones en más de 8.000 ayuntamientos y 11 comunidades autónomas. La presencia en esas realidades institucionales cercanas a la ciudadanía ha sido siempre valorada como muy importante para las izquierdas. De sus resultados van a depender en buena parte las opciones de consolidar un proyecto consistente en la andadura hacia las elecciones generales de finales del 2023.
Ningún partido de los actualmente en escena puede por sí mismo pretender ocupar en exclusiva ese espacio
Hay encuestas, como la de El País el 6 de diciembre pasado, que vaticinan la imperiosa necesidad de unidad de la izquierda como única forma de garantizar la continuidad del gobierno de progreso actual frente al desastre que supondría ir por separado, lo que provoca un clamor más o menos bienintencionado hacia el entendimiento de los partidos. Es sin duda un factor positivo ese empeño aglutinador de siglas de izquierda, pero a estas alturas resulta un plan exiguo. La simple suma de siglas, con ser necesaria, no va a resolver los déficits que arrastramos, porque todos los partidos nos hemos visto sometidos a un profundo desgaste y la imagen que proyectamos carece del revulsivo en positivo que la situación demanda. Del más avanzado e importante acuerdo surgió Unidas Podemos (Podemos + IU) y no es casual que no esté sobre la mesa la reproducción del formato. Tenemos que ser conscientes de que aquí y en buena parte de Europa ha habido un fuerte deterioro de los partidos de izquierda en los últimos años. Ese deterioro llega también a las fórmulas hasta ahora empleadas para concurrir a las elecciones, es un desgaste que obedece a razones múltiples, unas propias de nuestros errores y otras del contexto general en el que se desenvuelve la política en España y en el resto del mundo. En la actualidad es a todas luces insuficiente la suma de siglas que ha operado en tiempos pasados y tenemos la obligación de abrir nuevos caminos, de no repetir fórmulas que han mostrado sus límites y en cierta forma su caducidad. Es necesario ir más allá de lo que hoy alcanzan los partidos, para generar un nuevo espacio, abierto, integrador, plural, trasversal, participativo, que escuche a la gente, con un nuevo lenguaje pegado a las preocupaciones de la gente. Ese espacio ha de ser generador de esperanza, poniendo en valor los logros que se vayan alcanzando en torno a objetivos concretos y proponiéndose metas alcanzables.
Es necesario ir más allá de lo que hoy alcanzan los partidos, para generar un nuevo espacio, abierto, integrador, plural, trasversal, participativo, que escuche a la gente
En este escenario con evidentes limitaciones y problemas, surge SUMAR, un proyecto que, haciéndose cargo de las insuficiencias que hemos venido enunciando y constatado en los últimos tiempos, hace una propuesta innovadora y audaz que pretende generar un movimiento ciudadano amplio sobre nuevas premisas. SUMAR aporta un proyecto de transformación para la próxima década y un plan de escucha y participación abierta a la gente, asociaciones, sindicatos y partidos, que apunta a las elecciones generales de diciembre de 2023. Es una propuesta ambicioso que ya ha comenzado a dar sus primeros pasos con presentaciones en diversos lugares de España, contando con una gran aceptación a juzgar por la asistencia a las convocatorias y las expectativas que suscita. Se está generando una pulsión de ilusión y esperanza en torno al proyecto que a todos y todas nos conviene mimar, cuidar y estimular
En la presentación de Sumar del pasado 8 de Noviembre en Pamplona-Iruña, se pudo comprobar. Los planteamientos y propuestas que desgranaba Yolanda Díaz sintonizaban con lo que venimos trabajando en “Contigo Navarra-Zurekin Nafarroa” y la coincidencia se escenificó a lo largo del acto. Yolanda Díaz expresó su apoyo a la coalición navarra, y la nutrida representación de la misma en el acto transmitió asimismo su simpatía y apoyo a la iniciativa que encabeza la vicepresidenta del gobierno de España. Fue un acto que generó en las gentes asistentes ilusión, expectativas y voluntad de abrir un nuevo camino que vaya más allá de los partidos, impulsando una unidad amplia y abierta desde la pluralidad y diversidad de la propia sociedad navarra.
No se puede dejar pasar este tren cuando la amenaza que tenemos enfrente es una derecha que, a juzgar por las encuestas, como no hagamos las cosas bien, puede alcanzar la Moncloa
Todos los partidos debiéramos de estar por la labor de abrir esta nueva etapa y ajustarnos al papel que nos corresponda jugar. Manejando el concepto de unidad en un sentido más amplio que lo que significa la suma de siglas, tenemos que empujar, apoyar y contribuir con todas nuestras fuerzas a edificar este nuevo espacio. En su configuración y proyección, debiéramos darle todo su protagonismo de primera línea a esta operación renovadora y reservarnos un lugar importante y necesario, pero secundario como tales partidos, para no debilitar la percepción de la sociedad de que realmente iniciamos una nueva etapa. Los egos personales, la defensa de un estatus alcanzado que no se quiere perder y los patriotismos de partido son malos consejeros para emprender esta andadura que ha de encargarse de pasar página y borrar de la memoria de la gente los malos rollos que hemos generado en la izquierda hasta nuestros días.
No se puede dejar pasar este tren cuando la amenaza que tenemos enfrente es una derecha que, a juzgar por las encuestas, como no hagamos las cosas bien, puede alcanzar la Moncloa y ya amenaza con derogar las conquistas sociales. Estas conquistan son limitadas, pero sirven para amortiguar los efectos de la crisis en los sectores más desfavorecidos. Necesitamos una unión como la que propone Sumar, ante una derecha que, con una fuerte componente autoritaria y un servilismo absoluto hacia los grandes poderes económicos, estimula la regresión democrática al igual que en otras latitudes del mundo.
El tema es objeto de controversias dentro y fuera de los colectivos políticos y vaya por delante que este artículo es una opinión personal. Hay sobrados motivos para la reflexión y la rectificación de quienes hemos venido protagonizando y determinando la trayectoria de los últimos años a la izquierda del PSOE. En primer lugar, podemos concluir que ningún partido de los actualmente en escena puede por sí mismo pretender ocupar en exclusiva ese espacio, ni siquiera ejercer un liderazgo integrador. Ni siquiera Unidas Podemos, que obtuvo unos resultados importantes con sus 35 diputados en las elecciones de noviembre de 2019 y tiene hoy una significativa presencia en el gobierno, es en la actualidad un elemento aglutinador. No solo porque sus principales socios (Podemos e IU) están cada vez más distanciados entre sí, sino porque ni la coalición como tal ni los partidos que la componen por separado han generado las expectativas de liderazgo e ilusión que reclama el momento. Las declaraciones de Iglesias el 6 de noviembre en la Universidad de Otoño de Podemos, y posteriores intervenciones en la misma dirección, se asientan en la autoafirmación de Podemos como fuerza determinante y preponderante en la izquierda. Dicha autoafirmación, llevada a cabo en clara y pública confrontación con el proyecto de Yolanda Díaz, no es la forma más idónea de suscitar la confluencia, ya de por sí complicada, y augura nuevas turbulencias en el intrincado camino del agrupamiento de la izquierda. Sin embargo, ese agrupamiento tendrá que abrirse camino de una u otra manera.
Lo cierto es que a cuatro meses de las elecciones municipales y autonómicas el panorama sigue siendo bastante sombrío. Salvo Navarra, Extremadura, La Rioja y poco más, siguen pendientes las confluencias en la mayoría de comunidades autónomas y Ayuntamientos importantes del Estado, lo que hace pensar que los avances deseados en el terreno de la unidad queden a medio camino en no pocas realidades. No hay que olvidar que esta cita electoral de mayo de 2023 tiene especial trascendencia para las izquierdas, dado el reto que suponen las elecciones en más de 8.000 ayuntamientos y 11 comunidades autónomas. La presencia en esas realidades institucionales cercanas a la ciudadanía ha sido siempre valorada como muy importante para las izquierdas. De sus resultados van a depender en buena parte las opciones de consolidar un proyecto consistente en la andadura hacia las elecciones generales de finales del 2023.