“No estáis solos”: ven la luz las cartas de apoyo a la familia de Miguel Ángel Blanco tras su asesinato
La familia del concejal del PP ejecutado por la banda terrorista en 1997 dona a la Universidad de Navarra los textos que recibieron tras su asesinato con mensajes de ánimo
Son cartas enviadas desde puntos de toda España. También del extranjero. Misivas con nombre y apellidos, otras anónimas, y algunas enviadas incluso por cargos institucionales. Cientos de personas que sintieron el impulso de escribir en julio de 1997 cuando tras 48 horas secuestrado, ETA asesinó al concejal del PP Miguel Ángel Blanco. Textos que reflejan el conocido como espíritu de Ermua, el de la respuesta social ante el terrorismo y, que tras 26 años, ven la luz por primera vez. La mayoría de ellas ni siquiera han sido abiertas, se encontraban guardadas en unas cajas apiladas en el garaje de la familia Blanco Garrido hasta septiembre del año pasado, cuando fueron donadas a la Universidad de Navarra para su estudio y posterior divulgación.
“Son el reflejo colectivo y a la vez individual del cambio en la sociedad. Cada uno de los mensajes muestra que el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco llegó a lo más profundo de muchas personas, que influyó en su percepción del terrorismo y que las llevó a movilizarse en público y a llorar en privado”, apunta la investigadora principal del proyecto, María Jiménez. Textos que reflejan “que ya nada volvió a ser igual”, apostilla. Y es que el secuestro y posterior asesinato de Miguel Ángel Blanco supuso un punto de inflexión en la sociedad respecto a la violencia terrorista y el “primer clavo del ataúd” de ETA, según señaló a este periódico Luis Eguíluz, compañero de Blanco del PP en el Ayuntamiento de Ermua.
Es, en definitiva, lo que posteriormente se ha denominado como el espíritu de Ermua, la movilización social con manifestaciones por todo el país de gente con las manos pintadas de blanco pidiendo a la banda terrorista que liberara al político del PP que había sido secuestrado como respuesta a la operación de la Guardia Civil que nueve días antes había terminado con la liberación de Ortega Lara.
“He llorado más veces que en toda mi vida”
Así, entre la veintena de cartas que los investigadores han comenzado a estudiar abundan los mensajes de ánimo y apoyo a la familia, a la que recuerdan: “No estáis solos”. En muchas de ellas, quien las escribe aprovecha para contar cómo vivió esos días. “Desde el 10 de julio he llorado más veces que en toda mi vida y cada vez que recuerdo a Miguel Ángel lloro”, escribió un vecino de la localidad vizcaína de Sestao, que añade: “Hicimos una manifestación y no faltó nadie excepto los que estaban de vacaciones. Nunca he visto a la gente tan quemada como ahora, ya no tienen miedo y sí muchas ganas”.
Abundan también mensajes de personas que se sienten identificadas con la familia de Miguel Ángel Blanco, como es el caso de la hija de un ertzaina que confiesa que “mientras trabaje” no se le “quitarán las preocupaciones”, o el de Elisabeth, quien desde Andorra cuenta la historia de su abuelo, fallecido en 1937 en la Guerra Civil. “Mi padre ha estado marcado durante toda su vida, y para todos nosotros ha sido tema desconocido, nunca te has atrevido a preguntar porque [sic] pasó. Por desgracia para todos, después de lo ocurrido en vuestra familia, mi padre ha empezado a hablarnos de su padre y en el fondo ha sido una válvula de escape para él, que ha vivido estos días como si los hechos se hubieran vuelto a producir pero en el seno de otra familia, y nosotros hemos aprendido a entender más toda la historia de la nuestra”.
La investigadora María Jiménez, autora de libros como 'Relatos de plomo' y exasesora de Covite, indica que también hay textos en los que personas confiesan “que por primera vez entienden el dolor del terrorismo” o incluso que hace autocrítica “de su propia postura de falta de empatía con las víctimas de ETA”.
No faltan a su vez mensajes que reflejan ese cambio en la sociedad ante el terrorismo. “Empieza el fin de ETA” o “De hoy en adelante ha comenzado el final de miedo”, son algunas de las frases que se recogen en las misivas.
El material donado está compuesto por 43 cajas, de las que 22 contienen cartas enviadas desde puntos de toda España, de las que la familia apenas leyó unas pocas “porque no se sentía con fuerzas para leer lo que tantos ciudadanos le querían transmitir”. Muchas de ellas con “Ermua” o “Ayuntamiento de Ermua” como dirección de destino y que, sin embargo llegaron a manos de la familia Blanco Garrido. “La gran mayoría llegaron al Ayuntamiento, que luego se encargó de hacer la entrega a la familia”, recuerda Cristina Cuesta, directora de la Fundación Miguel Ángel Blanco.
Pero también hay cajas con dibujos, telegramas e incluso objetos personales de Miguel Ángel Blanco, que también han sido donados a la Universidad de Navarra. “Nos emocionó especialmente encontrar su maletín de trabajo y cosas que lo definían, como es su afición a 'Héroes del silencio', grupo del que hay calendarios de ese año, carpetas o recortes de prensa, como tendría cualquier fan de la banda”, explica María Jiménez.
Acercar la figura de Miguel Ángel Blanco a las aulas
Además de para su estudio y análisis, el material donado servirá de puerta de entrada al pasado de las generaciones que no vivieron la historia de Miguel Ángel Blanco. “En las encuestas que se hacen sobre memoria hay una pregunta que se repite y que actúa como termómetro: '¿Sabes quién fue Miguel Ángel Blanco?'. Los últimos estudios reflejan que hay un desconocimiento amplio de su figura entre las nuevas generaciones y creo que somos un poco injustos porque les preguntamos por qué no saben quién fue y no nos preguntamos a nosotros por qué no les hemos contado quién fue Miguel Ángel Blanco. Creo que ahora tememos una oportunidad de hacerlo”, asegura la investigadora de la Universidad de Navarra.