No será un gobierno con cuotas de partidos, y está por ver si es de “consenso”. Esa palabra ha estado muy presente en las valoraciones de las cuatro formaciones que negocian un gobierno de cambio en Navarra, con Geroa Bai al frente, y precisamente el hecho de que la candidata a la presidencia, Uxue Barkos, se reserve la última palabra a la hora de decidir qué nombres componen el próximo ejecutivo (siete consejerías y dos vicepresidencias, una económica y otra social) ha generado tensiones en estas conversaciones. EH Bildu ha sido quien más ha defendido otro modelo de gobierno (llegó a considerar que la propuesta de Barkos es “presidencialista”) y no ha ocultado su descontento por el hecho de que Barkos mantenga la misma apuesta que ha hecho pública desde el principio: un gobierno sin reparto de puestos por partidos, compuesto por personas expertas en sus áreas, que no ocupan cargos dentro de las formaciones y que no tengan escaño en el Parlamento de Navarra. Aunque sí pueden renunciar a él.
Esta nueva cita a cuatro bandas ha precedido a la negociación de los nombres, que está anunciada para este miércoles, en una nueva cita que se desarrollará a partir de las 11:30 horas. Ese encuentro se presenta crucial para conocer no solo la composición del Ejecutivo foral, sino también si las cuatro formaciones (Geroa Bai, EH Bildu, Podemos e Izquierda-Ezkerra) se encuentran cómodas en él. EH Bildu, por ejemplo, ha reconocido que está por ver si finalmente se puede decir que la coalición integrada por la izquierda abertzale forma parte del mismo. Por ahora, lo que está claro es que lo encabezará Geroa Bai; porque, eso sí, las cuatro formaciones han insistido en que el acuerdo para el cambio está cerrado, al haber pactado el acuerdo programático, y todo a punta a un pleno de investidura que pueda celebrarse el próximo 20 de julio.
La situación, por tanto, no ha cambiado con respecto a anteriores reuniones, pero sí se confirman esas dudas adelantadas por las fuerzas del cambio cuando anunciaron que la pretensión de Barkos no era impulsar un gobierno de coalición, sino una fórmula distinta, formada por personas expertas y no tan vinculadas directamente a cada formación. Esta fórmula a quien más ha convencido es a Podemos. Izquierda-Ezkerra, por su parte, habló de un gobierno sui generis y EH Bildu insisitió en que esperaba dar más peso político a ese ejecutivo, que creía que podía incluir a integrantes de la coalición en el mismo, y que confiaba en que, al final, la composición del ejecutivo fuera por consenso.
Barkos no ha renunciado a él, pero sí ha recordado que la última palabra en los nombramientos será la suya, entre otras cuestiones porque así lo permite la ley. “La vocación de Geroa Bai y la de mí misma es la de llegar a un gobierno que satisfaga en la mayoría de lo posible a las formaciones que han hecho posible el acuerdo programático”, apunta. Y sobre esa última palabra suya al decidir los cargos, ha defendido que anteriores acuerdos, con cuotas de partidos (ha puesto como ejemplo el co-gobierno, que acabó en ruptura durante la anterior legislatura, de UPN y PSN), han demostrado que son políticas caducas y que ahora es necesario apostar por menos intereses de representación partidarios, aunque sean “legítimos”, y más por el interés general. Su propuesta es la de un gobierno con seis departamentos, una vicepresidencia económica (que se desdoblaría en dos, una centrada en la reactivación económica y otra en Hacienda) y otra social. Y cada consejero y consejera (Podemos ha pedido dar pasos por la paridad) decidirá su propio equipo.
Las valoraciones, por partido
EH Bildu ha mostrado su descontento por la posibilidad de que, en caso de que no haya acuerdo, sea únicamente Geroa Bai quien decida. El portavoz de la coalición, Adolfo Araiz, ha recordado que “seguimos apostado por otro modelo”, pese a las “resistencias” de Geroa Bai. EH Bildu desde el principio ha apostado por dar una mayor carga política al ejecutivo, porque considera que tendría más estabilidad si las cuatro fuerzas estuvieran representadas en él; pero no es la opción que está siguiendo adelante. Preguntado sobre si eso confirma el carácter presidencialista de este nuevo Ejecutivo, Araiz ha reconocido que “desde luego, si quien tiene la última palabra para todo es la candidata, será un gobierno en el que la presidenta tenga una impronta muy importante”.
La pregunta ahora es qué nombres pondrá sobre la mesa cada formación y para qué puestos. Solo Podemos ha sido claro en este aspecto, al asegurar que pretende la vicepresidencia social, vivienda y empleo (crearla fue propuesta suya). La secretaria general de la formación, Laura Pérez Ruano, ha confiado en cualquier caso en que las áreas estén interrelacionadas, ya que, por ejemplo, las políticas sociales necesitan estar aseguradas desde la cartera económica. “No tiene por qué haber tensiones, porque la parte más difícil ya se ha realizado, que era llegar a un acuerdo programático extenso y que no permitirá trabajar a largo plazo”, ha expresado.
Y el portavoz de Izquierda-Ezkerra, José Miguel Nuin, ha subrayado la “firmeza” de Barkos en su postura de tener esa última palabra, pero ha confiado en que las cuatro fuerzas estén de acuerdo con ese gobierno: “Nuestro compromiso con el cambio a través del programa está claro, pero esperamos que haya una conformidad. En ello tenemos que trabajar en los próximos días”. El próximo cara a cara, en el que se decidirán los nombres del Gobierno, será este miércoles.