Un equipo del grupo de Investigación en Patrimonio y Paisajes Culturales de la Universidad del País Vasco está desarrollando un proyecto arqueológico en Gipuzkoa para conocer el origen de los pueblos actuales y, en particular, de los caseríos y las parroquias rurales. Los primeros resultados apuntan a que algunos pueblos guipuzcoanos se pueden remontar al período romano.
El trabajo, que se está realizando en la localidad de Aizarna (municipio de Zestoa, Gipuzkoa), es el primer proyecto que estudia arqueológicamente un pueblo ocupado hoy en día. La investigación se inscribe en el marco de la tesis doctoral que lleva a cabo Josu Narbarte Hernández.
Mediante una novedosa metodología que combina la geoarqueología, la prospección, la excavación, el estudio de las fuentes orales, escritas y la toponimia, se están analizando campos de cultivo, espacios habitados, zonas forestales y, en definitiva, todos los componentes de los pueblos tradicionales. “Los primeros resultados están mostrando que algunos pueblos guipuzcoanos se pueden remontar incluso al período romano, de tal forma que los paisajes rurales actuales tienen un importante valor arqueológico que hasta el momento no ha sido valorizado y reconocido adecuadamente”, afirma Josu Nabarte, responsable de la investigación.
Con los datos disponibles, se ha podido demostrar que la primera ocupación doméstica de Aizarna se debe situar entre los siglos I a.C. y I d.C., debido a que se ha hallado en proximidad de la iglesia parroquial los restos de una estructura que ha sido fechada en ese período. “Aunque aún contamos con pocas noticias relativas al período altomedieval, sabemos que en ese período siguió en uso, y en el lugar se ha hallado el primer campo de cultivo altomedieval de toda Gipuzkoa”, confirma Nabarte.
Sin embargo, es en la Baja Edad Media cuando se produjo una profunda transformación del lugar mediante la creación de un amplio número de caseríos que aún se conservan.
Los resultados preliminares del proyecto abren la vía para abordar una serie de problemáticas históricas y arqueológicas poco tratadas. En primer lugar, la gran amplitud diacrónica que caracteriza los pueblos guipuzcoanos actuales supone un reto para su estudio, puesto que implica la intervención arqueológica en contextos actualmente habitados, lo cual dificulta el uso de las metodologías más habituales. “Un programa como el que se está llevando en Aizarna, basado en intervenciones 'quirúrgicas' en puntos especialmente significativos por la presencia de un registro denso o por su representatividad, puede suponer una alternativa solvente, tal y como se está demostrando ya en otros países europeos”, resaltan desde el equipo investigador.
En segundo lugar, el desarrollo de este tipo de proyectos de investigación en pueblos aún ocupados abre la puerta a una interacción efectiva con las comunidades locales. “Ello debería alentar el desarrollo de nuevos proyectos de resignificación de nuestro medio rural en términos patrimoniales, poniendo el acento en las complejas historias de las que nuestros paisajes son depositarios, y creando herramientas para un desarrollo sostenible de los mismos”, concluyen.