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La Navarra envejecida y vaciada emerge en el día de la Comunidad foral

Navarra celebra este 3 de diciembre su día por la festividad de San Francisco Javier, copatrón de la Comunidad foral junto con San Fermín. Un día en el que desde 1984 se entrega la Medalla de Oro de Navarra, que este año ha sido otorgada la Asociación de Daño Cerebral de Navarra (Adacen) por su “actuación ejemplar, solidaria y de promoción de la salud, que contribuye decisivamente a la mejora de la sociedad”.

En la entrega de la medalla la presidenta del Gobierno de Navarra, María Chivite, aprovechó para recordar cuáles son los principales retos que afronta Navarra en los próximos años, entre los que se encuentran la transformación digital, la despoblación o el envejecimiento de la sociedad.

Navarra tiene una población cercana a los 650.000 habitantes, de los cuales el 60% están concentrados en la zona de Pamplona y su comarca. “Un fenómeno de concentración urbana que no solo es propio de Navarra, sino que también se ve en otras zonas de España”, explica a este periódico el director general del Observatorio de la Realidad Social, de Planificación y de Evaluación de las Políticas Sociales, Luis Campos. Esto se debe a que la comarca de la capital navarra “concentra el mayor número de recursos, oportunidades de empleo; una mayor oferta educativa y cultural; las principales instituciones y un sector industrial muy potente, sobre todo vinculado al sector de la automoción y las energías renovables”. Por ello además en Pamplona se concentran las rentas más altas.

Envejecimiento de la población y despoblamiento

Navarra a su vez cuenta con una población envejecida, “una de las más altas de Europa”. Tiene una media de edad de 43,08 años y la población entre 15 y 64 años tan solo triplica a la mayor de 65. Además, la esperanza de vida en la Comunidad Foral es de 83,8 años, la segunda más alta de toda España tan solo por detrás de Madrid.

Ante esta situación, dos de los principales retos que afronta la Comunidad foral son el de evitar el despoblamiento de las zonas rurales y disminuir el envejecimiento de la población. Y para ambos cometidos “la población inmigrante es vital”. “Cada vez la población que soporta el sistema del bienestar es menor y para mantenerlo la inmigración es fundamental”. Y no solo va a serlo para mantener el Estado del bienestar, sino también “para mantener una población activa que sea generadora de riqueza”. “Sin inmigración no habrá respuesta a las necesidades del mercado de trabajo”.

Un gran núcleo de población de origen inmigrante se concentra en la zona de la Ribera navarra, la segunda población más grande después de Pamplona. Allí el sector agrario es el principal motor económico y la población extranjera supera casi el doble de la media en el resto de Navarra. Inmigración gracias a la cual en el sur de la Comunidad foral la media de edad está descendiendo.

Todo lo contrario sucede en las zonas de Tierra Estella (al oeste de Navarra) y el Pirineo, que sufren desde hace años un gran problema de despoblamiento y la población que queda está muy envejecida. Unas zonas “en las que cada vez hay menos posibilidades de empleo y acceso a los recursos”.

Integración y convivencia

Pese a que la sociedad cada vez ve menos a la inmigración como un problema la realidad es que sigue habiendo problemas de integración.  De ahí la importancia de “trabajar en la convivencia para que no se generen guetos ni que se produzca una segregación escolar”. Los datos reflejan que en las zonas de mayor concentración de población inmigrante se producen fenómenos de radicalización como forma de rechazo. Algo que también sucede en Navarra, donde en las pasadas elecciones generales del 10 de noviembre Vox obtuvo en Tudela (uno de los municipios de Navarra con mayor porcentaje de población extranjera) casi un 13% de los votos, tan solo dos puntos por debajo de Podemos y 9 y 11 puntos más que EH Bildu y Geroa Bai, respectivamente.