¿Qué parte del alumnado gitano supera la Educación Secundaria Obligatoria? En España, según los datos que maneja la Fundación Secretariado Gitano, únicamente el 36%, un dato que la entidad considera extrapolable a Navarra. Pero la directora territorial de la fundación, Inés García, insiste en la necesidad de no llegar a la conclusión más habitual: que las familias gitanas no creen en la escuela. García explica que esta comunidad (en Navarra, se calcula que está formada por unas 8.000 personas, de las que alrededor del 40% es menor de 15 años) a menudo se asocia a una vida más inmediata, que piensa menos en el largo plazo, pero también recuerda que son familias con escasos recursos y cuyos progenitores a menudo no tienen una formación básica. De ahí que el alumnado gitano habitualmente acumule “tres o cuatro cursos” de desfase curricular con respecto a sus compañeros y compañeras. Todo ello contribuye a que, básicamente, la escuela se evite o se deje atrás. Pero García insiste en que en esta pelea hacia la normalización escolar, que es “larga y lenta”, también hay pruebas de que se pueden lograr cambios.
Esta socióloga insiste en que no hay que poner “paños calientes” a esta situación. Porque la realidad es complicada y no hay una solución mágica. ¿Y cómo se puede actuar? La entidad, con más de 30 años de trayectoria en España pero implantada en la Comunidad Foral desde el año 2000, siempre abordó temas educativos (como las llamadas escuelas puente, que fueron el primer plan de escolarización centrado en la población gitana), pero en sus inicios se centró en programas de acceso al empleo. No obstante, después se dio cuenta de que, sin la formación necesaria, tampoco se podía avanzar.
Así, por ejemplo desde 2009 lleva adelante un programa (Promociona, que se realiza en trece autonomías y 38 ciudades; en el caso de Navarra, con recursos del Fondo Social Europeo, el Servicio Navarro de Empleo y el Ejecutivo foral) dirigido a estudiantes, de entre 5º de Primaria y 4º de la ESO, con posibilidad de finalizar sus estudios y avanzar en ellos más allá de la etapa obligatoria pero que tienen riesgo de abandono. La iniciativa ya ha llegado en Navarra a 57 alumnos y alumnas, 40 familias y 16 centros educativos. En el último curso, por ejemplo, nueve estudiantes finalizaron 4º de la ESO y avanzaron en sus estudios, dos de ellos hacia Bachiller y siete a grados medios.
Al final, de esta forma también se logra que haya referentes para otros integrantes de la comunidad gitana: quienes avanzan en sus estudios son la prueba de que se puede conseguir. En unas jornadas organizadas por Gaz Kaló, por ejemplo, la joven estudiante gitana Ángela Gabarre, residente en el municipio navarro de Peralta y que ahora se acerca a superar la ESO, presentó una carta en la que recordaba su rebeldía y su inseguridad al afrontar el instituto, una situación que pudo superar, destacó, gracias a “que dentro del instituto se involucraran en el seguimiento de mis resultados escolares”, a que contó con apoyo extraescolar y a que, además, confió en que podía, en que “somos capaces de triunfar a nivel escolar”. Su intención en un futuro cercano es trasladarse a Pamplona para seguir estudiando, algo en lo que cuenta con el apoyo de su familia.
Para lograr este tipo de cambios, García insiste en que es necesaria la implicación constante de las instituciones, de la comunidad educativa, de familias del resto de alumnado y, por supuesto, de las propias familias gitanas. A este respecto, cabe destacar el llamamiento realizado por parte de Gaz Kaló para que, ante el inicio del curso 2015-2016, asuman la escuela como algo clave para sus hijos e hijas. La entidad, no obstante, recordó a través de un comunicado a las instituciones que intervengan y doten de recursos a una problemática educativa compleja.
La educación, una “prioridad”
Por ejemplo, la fundación también desarrolla desde 2006 una actuación en el colegio público Mendialdea de Berriozar y, ahora, en Noáin. No obstante, la medida (primero financiada por el Gobierno Foral, después por ayuntamientos de la comarca), que comenzó por un problema de convivencia, ahora permite mediar con las familias y el centro educativo y colabora para que el alumnado gitano se sume a actividades como las excursiones, acuda al comedor escolar o a servicios de apoyo. Desde la Dirección de Mendialdea I reconocen que, al inicio del programa, había más casos de fricciones, pero ahora considera que el trabajo conjunto con la fundación “está dando sus frutos” en el cumplimiento de normas, en la relación con las familias y en la lucha contra el absentismo. La coordinadora de educación de Secretariado Gitano, Itziar Vicuña, detalla que, por ejemplo, al iniciar el programa, la asistencia normalizada a las clases era de apenas un 45% y ahora está en el 67%.
El nuevo curso supone, por tanto, una nueva oportunidad de trabajar, de reivindicar la escuela -como apunta Gaz Kaló-, como una “prioridad” para el alumnado gitano. Porque esa frase, a menudo convertida en reivindicación social y publicidad política, tiene más lecturas. También es una promesa de futuro y una oportunidad para corregir desigualdades.