Ya lo habían decidido. Pasarían la nochebuena y la Navidad encerrados, con sus familias, en las dependencias de BASF en Tudela. Era la única forma que les quedaba para presionar a la empresa y conseguir que les diera, finalmente información sobre el futuro de la planta, pero no ha sido posible. Desde las 10 de la mañana del día de nochebuena los trabajadores han estado en la puerta de la empresa para intentar acceder al interior y comenzar con los preparativos de la cena: las cacerolas, las compras, los fogones... Pero todo ha quedado en una concentración en la puerta, forcejeos con el personal de seguridad y con la policía foral, que ha acudido tras la llamada de la empresa y amenazas de poner denuncias por parte de la dirección en caso de que se produjera el encierro. Por la tarde, a las 19, se poducía un nuevo intento, fallido de nuevo.
Los 23 trabajadores de BASF Tudela llevan en huelga desde el 17 de diciembre. Acumulan tres ERE de suspensión, de una emdia de 130 días por año, por lo que a los trabajadores, en caso de cierre de la planta, les quedarían 80 días de paro. Y es lo que reclaman a la empresa: claridad. A día de hoy no saben si la multinacional alemana va a vender la planta tudelana o si su intención es cerrar. Piden información a la empresa para poder negociar cuál será su futuro.
En las últimas reuniones, lo único que les han dicho es que en caso de venta les garantizan 2 años, pero no saben en qué condiciones ni saben a ciencia cierta si realmente se va a producir la venta o simplemente, van a bajar la persiana. En caso de venta, piden que la nueva empresa no plantee otro ERE como hasta ahora, y en caso de cierre total piden que se les devuelvan los días de paro consumidos ya que, si no, se quedarían con menos de 3 meses de desempleo.
Estas navidades continúa la huelga, continúan las concentraciones, aunque no han podido culminar sus protestas con el encierro navideño. Las 23 familias que dependen de Basf en Tudela pasan la navidad en sus hogares con la incertidumbre que impera en sus vidas desde hace dos años, y la impotencia de no haber podido llevar a cabo su encierro.