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“Es triste que los gobiernos no tengan una visión clara de para quiénes trabajan”

“La tecnología está avanzando a pasos agigantados. El problema está en que necesita un apoyo para que crezca. Porque, cuando hay una necesidad, la gente invierte y esa tecnología se desarrolla”. Marina Bevacqua (Buenos Aires, 1977) se refiere de esta forma al transporte eléctrico, pero su reflexión puede trasladarse a la apuesta, en general, por las energías renovables. Esta licenciada en Ciencias de la Comunicación y responsable de Energía de Greenpeace España cree que solo con una legislación estable y una apuesta clara de Estado se puede lograr una alternativa al modelo energético actual. Esta es una de las premisas precisamente de la ruta Camino del Sol, organizada por la asociación de productores de energía fotovoltaica Anpier y que cuenta con la colaboración de Greenpeace. Esta ruta llega este 22 de septiembre a Pamplona y, con ese motivo, Bevacqua repasa la situación energética actual, en España y Navarra, y los (diversos) retos pendientes.

¿Cuál diría que es la situación energética actual en España?

Quiero ser positiva porque creo que hay muchos pasos de mejora, pero el análisis que hacemos en Greepeace es que se ha dado un gran paso atrás desde hace cuatro a cinco años, y eso lo está pagando nuestra sistema energético y toda la ciudadanía.

Greenpeace habla de un modelo “injusto, contaminante y caro”.

Sí, en España hay un oligopolio que maneja la mayoría de la energía y por eso el poder se concentra en cinco compañías, que tienen mucha fuerza de lobbie para influir en las decisiones de los gobiernos. Otra razón es que no se ha separado quién produce de quién distribuye la energía, y eso hace que, otra vez, tengamos una situación injusta que dificulta que entren nuevos competidores. Y, además, la legislación ha demostrado en los últimos años ser inestable, y eso no favorece a las renovables. Así que el sistema no está cambiando tan rápido como debería, hacia un modelo más limpio.

¿Qué cambió para que se diera ese paso atrás?

La visión política, su voluntad. No hay una visión clara de hacia dónde se quiere ir. Cada gobierno que ha llegado ha tenido su propia visión y no hay consenso ni un panorama a largo plazo de a dónde se quiere llevar el modelo energético, y eso es clave porque algo así no se hace en cuatro años. Se ha pensado más de una forma cortoplacista, en función de los vaivenes políticos.

El PSOE primero recortó las horas productivas y el PP, después, derogó la legislación en energías renovables. ¿Es posible, entonces, un Estado que soporte la presión del lobbie energético?lobbie

Para lograrlo, creo que es clave quitar el poder a estos lobbies. Se está empezando a ver ahora que la energía puede estar en manos de la gente. La batalla es muy básica. Por otro lado, es triste que los gobiernos no tengan clara la visión de para quiénes trabajan, que sepan que lo hacen para los ciudadanos y que lo importante es tener un planeta en el que todos podamos vivir, por eso el medio ambiente resulta fundamental.

Lo que menciona está muy vinculado al autoconsumo. Ahora mismo, el real decreto sobre esta cuestión está en borrador (es el conocido impuesto del sol o peaje de respaldo, que se aplica al autoconsumidor por la electricidad que genera; después se habló de sustituirlo por una tasa al autoconsumo) y, si sale adelante ¿será una herida de muerte para esta vía?impuesto del solsustituirlo por una tasa

Si esto se aprueba, es un claro paso atrás. ¿Cuál es el sentido de que un gobierno, que dice ser liberal, ponga una traba a la posibilidad del ciudadano de elegir lo que es más conveniente para él? Volvemos, otra vez, a pensar en qué intereses defiende el gobierno cuando legisla. Desde la oposición han insistido en que, si se aprueba el real decreto, y ellos llegan al poder, lo echarán para atrás.

En la iniciativa Camino del sol, que este día 22 llega a Pamplona, se hace hincapié en cómo la apuesta por las renovables puede suponer un impulso económico y de generación de puestos de trabajo. ¿Es más fácil llegar a la ciudadanía apelando a la economía que a la concienciación medioambiental?

Estamos en una crisis y creíamos importante mencionar esa generación de puestos de trabajo, la inversión que puede conllevar y la libertad que supone elegir nuestra propia energía. En este punto, la tecnología de las renovables ha evolucionado mucho y tiene muchos puntos positivos. Todas ellas son cuestiones que antes no estaban en la ecuación, porque se asociaba a las renovables con el hecho de que son más limpias, pero ahora se ha abierto el abanico. Sí es cierto que, con la crisis, puede calar más entre la gente el tema de los puestos de trabajo que las emisiones.

¿Y apelar a lo económico no supone un golpe para las causas medioambientales?

No creo. Porque las cuestiones medioambientales cada vez están más ligadas a las económicas. Tenemos un modelo [se refiere al energético] que está viendo al planeta como si fuera infinito y no es así. Por eso no creo que sea sano separar medio ambiente y economía, sino que la gente tiene que ver sus vínculos para entender que las decisiones que tomemos en lo económico son fundamentales para el modelo y para el planeta.

Usted ha asegurado que Navarra, que ahora genera el 88,73% de su electricidad (según el balance energético del Gobierno Foral de 2013) mediante energías renovables, puede ser un referente en el impulso de otro modelo energético. ¿La comunidad no corre el peligro de mirarse el ombligo?un referente

Toda generación de energía tiene un impacto ambiental, por eso tenemos que buscar el menor impacto posible. Hay una cuestión que es clara: la mejor energía es la no generada. Por eso, esta apuesta por las renovables debe ir de la mano de un plan de eficiencia energética. Hablamos de edificios inteligentes, de reducción del consumo… Navarra, si bien tiene mucha energía renovable, tiene mucho camino por recorrer. Necesitamos el paquete completo: un cambio de mentalidad, de legislación, tecnológico… La idea, además, es pensar en el modelo energético como un todo, que afecta a todo el Estado, y no solo en Navarra, por ejemplo. Por eso no podemos ser autocomplacientes.