A menudo oímos hablar de los beneficios de leer un cuento a la hora de dormir para incrementar el vocabulario, las habilidades de alfabetización temprana y la buena relación con su hijo. Pero está claro que los expertos no han estado en su casa, porque el niño sigue pidiendo el mismo libro cada noche (en ocasiones, varias veces la misma noche). Ya se saben la historia de memoria.
Dado que las actividades que se realizan justo antes de dormir son especialmente bien recordadas por los niños pequeños, quizá se pregunte si toda esta repetición es realmente beneficiosa: la respuesta es sí. Su hijo está mostrando que disfruta con el cuento, pero también que aún está aprendiendo de las imágenes, las palabras y las interacciones que lleva a cabo con usted mientras leen el libro juntos.
Los niños quieren que les repitan
Se cree que, conformando una de las primeras etapas del proceso de aprendizaje, existe a edades tempranas preferencia por la familiaridad en vez de por la novedad. Los bebés, por ejemplo, sienten una mayor cercanía con su cuidador cuando comparten género y etnia.
Con la edad y la experiencia, las preferencias del bebé cambian, interesándose más por la novedad. A los cuatro o cinco meses, las caras desconocidas les resultan más atractivas que el rostro familiar del cuidador.
Pero incluso un niño de tres días prefiere mirar a una cara que suponga una novedad si se les muestra repetidamente una foto de la cara de su madre. Cuando los bebés han codificado suficiente información acerca de una imagen, están preparados para experimentar otras nuevas y diferentes.
La edad de su hijo influye en la velocidad a la que aprenderá y recordará información sobre el cuento que comparten. Existen dos principios clave del desarrollo de la memoria: los niños pequeños necesitan más tiempo para codificar la información que los niños mayores, y olvidan más rápido.
Por ejemplo, un niño de un año aprende una serie de nuevas acciones el doble de rápido que un bebé de seis meses. Mientras que un niño de año y medio recuerda una secuencia de acciones novedosas durante dos semanas, uno de dos años las retiene en su memoria durante tres meses.
En cualquier caso, es más difícil aprender de fuentes bidimensionales, como los libros o los vídeos, que de las experiencias directas. La exposición repetida ayuda a los niños a codificar y recordar la información procedente de este tipo de fuentes.
¿Cómo aprenden los niños mediante la repetición?
La lectura del mismo cuento cuatro veces, en lugar de dos, mejora la habilidad de niños de entre 18 y 24 meses para llevar a cabo las acciones necesarias para hacer sonar un sonajero. De manera similar, duplicar el tiempo de exposición a un vídeo a niños de entre 12 y 21 meses mejora sus recuerdos acerca de lo que vieron.
La lectura repetida del mismo cuento también ayuda a los niños a aprender palabras nuevas, especialmente entre los tres y los cinco años.
La repetición ayuda a aprender información compleja mediante el aumento de oportunidades para que la información sea codificada, lo que permite a su hijo centrarse en diferentes elementos y le brinda más ocasiones para hacer preguntas e hilar conceptos mediante la conversación.
Quizá crea que los cuentos no son complicados, pero contienen un 50% más de palabras desconocidas (por poco habituales) que un programa de televisión en horario de máxima audiencia e, incluso, más que una conversación entre estudiantes universitarios. ¿Recuerda cuándo fue la última vez que dijo la palabra “jirafa” en una charla con un compañero? Aprender toda esta información requiere un tiempo.
Los reconocidos beneficios de la repetición han convertido esta técnica en una característica básica en el diseño de algunos programas de televisión de carácter didáctico. Para reforzar sus enseñanzas, se repite el mismo episodio de Blue’s Clues (Las pistas de Blues) durante una semana, y todos sus capítulos siguen la misma estructura.
Ver el mismo episodio de Blue’s Clues durante cinco días seguidos aumentó la comprensión del contenido en niños de entre tres y cinco años, a la vez que multiplicó sus interacciones con el programa, frente a los que lo vieron tan solo una vez. A lo largo de las repeticiones, los niños aprendían a ver la televisión y a trasladar su conocimiento a los nuevos episodios y series. Lo más probable es que el mismo proceso tenga lugar con la repetición en la lectura de cuentos.
Lo que pueden hacer los padres para fomentar el aprendizaje repetitivo
La próxima vez que su hijo le pida leer de nuevo el mismo libro, recuerde que se trata de un paso importante en su proceso de aprendizaje. Además, si se centra en nuevos aspectos en cada relectura, puede estimular las oportunidades de aprendizaje dentro de este contexto familiar.
Un día, preste más atención a las imágenes. El siguiente, céntrese en el texto o anime a su hijo a completar las oraciones. Relacione la historia con sucesos reales en el mundo del pequeño. Este tipo de conversación, de más amplio contexto, supone un reto mayor y fortalece sus habilidades cognitivas.
También puede contribuir a sus intereses ofreciéndole libros del mismo autor o sobre un tema similar. Si a su hijo le gusta Where is the Green Sheep? (¿Dónde está la oveja verde?), de Mem Fox, puede probar con Bonnie and Ben rhyme again (Bonnie y Ben riman otra vez) –que también tiene ovejas–.
Propóngale una amplia variedad de obras, incluyendo libros informativos, que brindan más datos acerca de un tema pero emplean estructuras y palabras bastante más diferentes y complejas.
Y recuerde que es solo una fase y acabará pasando. Un día, su hijo tendrá un nuevo libro favorito, y el actual, le encante o lo aborrezca, volverá a la estantería.
Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Lee el original.The Conversationoriginal