Los niños y niñas españoles están expuestos a una media de 25 anuncios de televisión de alimentos y bebidas al día. Unos anuncios que suelen presumir de propiedades nutricionales y beneficios para la salud que, en el 80% de los casos, son falsos. Estos son los datos que han desvelado las más de cuarenta organizaciones sociales y sanitarias adheridas a la campaña ‘Defiéndeme’, que exige una ley que prohíba que la publicidad de productos insanos vaya dirigida al público infantil.
Según el informe Aladino 2015, avalado por el Ministerio de Sanidad, la tasa de sobrepeso y obesidad infantil en España se sitúa en el 41%, siendo una de las más altas del mundo. Un dato que, para el representante de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS), el doctor Miguel Ángel Royo, “se asocia fundamentalmente con el consumo de bebidas azucaradas y alimentos ultraprocesados, que son los que se publicitan mayoritariamente”. Precisamente, la Asamblea Mundial de la Salud aprobó en 2010 un conjunto de recomendaciones para la promoción de alimentos y bebidas no alcohólicas dirigidas a los niños que, según denuncia el doctor, no se están aplicando.
En España, la publicidad enfocada a menores está regulada en la Ley General de la Comunicación Audiovisual (2010), si bien la publicidad de alimentos para niños está limitada por el Código de Autorregulación de la Publicidad de Alimentos Dirigida a Menores (PAOS), una autorregulación que las asociaciones involucradas en la campaña consideran ineficaz y con normas laxas, por estar elaborada por las propias empresas que son, a su vez, las encargadas de controlar su cumplimiento y de imponer sanciones. “Según los últimos datos que tenemos, el 90% de los anuncios no cumplen ese código, que además es voluntario y está lejos de lo que pide la Organización Mundial de la Salud”, indica Guzmán. Para él, “sería mejor que no hubiera nada, porque así parece que la hay, pero en realidad no existe regulación”.
Con la campaña ‘Defiéndeme’, estas asociaciones quieren poner el foco en la necesidad de una ley que impida que los niños estén expuestos a publicidad de alimentos y bebidas no saludables. La propuesta pasa por tomar como referencia los perfiles nutricionales establecidos por la OMS para Europa, que permiten identificar si un producto es saludable o no y prohibir la publicidad dirigida a menores de 12 años de aquellos que no lo sean. Y es que, si la publicidad influye en la población adulta, lo hace de manera más notable en la infantil. “Un niño no entiende lo que es la publicidad, su capacidad persuasiva, ni su intención. Se creen que todo lo que le están contando es cierto y, si un anuncio dice que por consumir un producto van a ser más guapos, más listos o van a tener más amigos, creen que es cierto”, señala el doctor.
También pretenden regular los patrocinios de productos poco saludables de eventos deportivos o para niños, los avales de sociedades científicas, la utilización de famosos, las redes sociales o los videojuegos, limitar la emisión fuera del horario infantil, el uso de reclamos como juguetes o cromos o incitar a los niños a que convenzan a sus padres, entre otras medidas.
El primer problema de salud pública en España es “la mala alimentación, indica el portavoz de Justicia Alimentaria, Javier Guzmán, quien señala que el gasto sanitario actual dedicado a enfermedades relacionadas con este aspecto supera el 20% del total. De hecho, el sobrepeso infantil puede derivar en otras enfermedades, como algunas cardiovasculares, diabetes y hasta más de una decena de tipos de cáncer en la edad adulta. Por eso, ”la propuesta ahorraría costes al Estado, porque no tiene ninguno más allá de los sistemas de monitorización y vigilancia y reduciría los sanitarios relacionados con la obesidad infantil“, explica Royo. ”No encuentro ninguna razón para que no se ponga en marcha, más allá de que haya una influencia indebida de estas empresas“, matiza.
Presión para las familias
La presidenta de la Confederación Española de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA), Leticia Cardenal, advierte de la “preocupación por la enorme presión mediática que sufren nuestros hijos e hijas”, que repercute a su vez en las familias a la hora de ir a la compra. “Nuestras familias se encuentran indefensas. Ni siquiera nos libramos en los centros educativos, por ejemplo, con las máquinas de vending en los institutos”, lamenta mientras pide “que los poderes políticos nos tomen en serio” y no dejen la protección de la salud de los menores en manos de las grandes empresas alimentarias. “Esto debería llevar años regulado, porque estamos viendo que la autorregulación no sirve para nada”, indica.
Los padres tampoco están exentos de la publicidad engañosa. “Quien tenga hijos y vaya con ellos al supermercado, sabe que está vendido”, reconoce Guzmán: “Tú piensas que esto debe estar regulado, pero en cuanto investigas un poco te das cuenta que no”. “No nos van a engañar, si encima sale en la tele”, suelen escuchar en CEAPA cuando van a dar charlas sobre nutrición en colegios o institutos. Y “les está engañando por diferentes vías: como las alegaciones de salud, los avales científicos o la imagen de deportistas que asocian estos productos a cosas positivas”, reconoce Royo.
En junio, estas asociaciones presentaron una propuesta no de ley que, aunque se aprobó “quedó en un cajón”, lamentan. Esta tomaba como ejemplo la legislación chilena, mucho más estricta. Allí, por ejemplo, los anuncios de productos no saludables dirigidos a niños están prohibidos; no pueden vender con juguetes -como el popular huevo de chocolate con una figura en su interior-; y los alimentos o bebidas con un alto contenido en azúcares están marcados con un hexágono en color negro que lo indica. Estas medias, entre otras, han conseguido reducir el consumo de bebidas azucaras en el país un 22%.