“Estamos haciendo capitán general a un Revilla en horas bajas”
Eduardo Van den Eynde (Santander, 1959) no es de los que se callan. Habla muy claro, incluso a la hora de cuestionar las decisiones de su propio partido. Seguramente, la cercanía de su retirada política, el sentimiento de traición y la grave enfermedad a la que ha plantado cara han hecho que se agudice aún más la franqueza con la que habitualmente ya se expresaba este diputado rebelde, apasionado del debate parlamentario y amante del rock.
A pocas horas para que se celebre el juicio por la demanda presentada por un grupo de militantes afines a Ignacio Diego pidiendo que se anule el Congreso regional que ganó María José Saénz de Buruaga por tan solo cuatro votos de diferencia entre acusaciones de “pucherazo”, el portavoz parlamentario del grupo popular atiende la llamada de eldiario.es para analizar la situación interna del PP y cuál puede ser su futuro tras el fallo judicial.
Este martes el PP de Cantabria afronta una cita clave que marcará el futuro próximo del partido. ¿Cómo están viviendo los días previos al juicio? ¿Hay nerviosismo?
Hay expectación más que nerviosismo. Por un lado, por el resultado que pueda haber y, por otro, por cómo se va a gestionar políticamente la sentencia, lo cual puede ser más complicado de lo que a priori parece.
¿Por qué?
Primero por las vías de recurso que caben y luego porque dependerá muchísimo del fallo. En una sentencia, independientemente de que se falle en un sentido u otro, hay un apartado de hechos probados. Imagino que en función de ese tratamiento las reacciones políticas pueden ser unas u otras y ahora mismo está abierto cualquier escenario.
Buruaga se ha defendido de las acusaciones afirmando que la candidatura de Ignacio Diego también pagó masivamente cuotas a afiliados. ¿Son los mismos hechos?
No, no. Entiendo que eso es una salida que se le quiere dar a este tema, pero no es cierto –y esto imagino que quede demostrado en el juicio– que se haya hecho por parte de la candidatura de Ignacio Diego un pago masivo de cuotas. Los pagos que hay que no son de carácter unipersonal son muy poquitos y están plenamente justificados porque los ha hecho una persona que es presidenta de una Junta de Gobierno local. No es lo mismo que tú centralices el cobro de unas cuotas, fundamentalmente para no generar trastorno a los militantes, y luego hagas los ingresos y des unos recibos que realizar un pago masivo hecho desde determinadas IPs –a través de banca electrónica- con una cuenta interpuesta que abarca a toda Cantabria. Los hechos son muy diferentes aunque se quiera vender una especie de empate en irregularidades.
¿Cuál cree que será el sentido del fallo?
Conozco los hechos porque los he vivido y creo que el resultado que cabe esperar en justicia es la anulación del Congreso y entiendo que el nombramiento de una gestora que se encargue del partido hasta una nueva cita congresual próxima que se haga con todas las garantías. Eso sería lo esperable. Si luego de ahí se derivan otro tipo de responsabilidades, eso lo determinará el juez.
En cualquier caso, como usted mismo ha apuntado, el caso está en un Juzgado de Primera Instancia, con lo cual cabe la posibilidad de que cualquiera de las partes presente un recurso. ¿Puede darse el caso de que la sentencia sea recurrida y se prolongue la incertidumbre dentro del partido?
Pensé en principio que el fallo en primera instancia debería poner una solución a este tema porque el efecto político que va a tener sobre el PP en Cantabria y que ya está teniendo es importante, pero cuando vino aquí el coordinador nacional, Fernando Martínez-Maíllo, y dijo que él no veía que esto se fuera a solucionar en el proceso judicial, pues me queda la duda de pensar si la estrategia del partido es recurrir el fallo en caso de que fuera contrario a la actual directiva.
En mi opinión, la vía del recurso cabe en el ámbito jurídico; en el ámbito político si la sentencia es clara en su exposición de los hechos, creo que tendría que tener repercusiones políticas de carácter inmediato.
Independientemente del sentido del fallo, ¿la fractura interna en el partido es reconducible?
Creo que sobre todo lo que hace que la situación sea difícilmente reconducible no ha sido tanto el desarrollo del Congreso y la denuncia de una serie de irregularidades, sino la propia política que ha llevado la dirección regional contra quienes han formado parte o se han significado con la candidatura de Ignacio Diego.
Ignacio Diego está claro que abandona la política, lo ha dicho por activa y por pasiva, y está absolutamente descartado que incluso en el caso de que se anule el Congreso vaya a volver a presentarse. Es decir, ahora mismo ya no es tanto hablar como se vende muchas veces de 'dieguistas' y 'buruaguistas'; yo no lo entiendo así, sino como personas que se han sentido estafadas o han sentido vulnerados sus derechos como afiliados por parte de quienes han organizado el Congreso.
La parte oficialista se hizo con la victoria de ese Congreso, una victoria que es pírrica en los datos, de forma ilícita, que no se hubiera producido en ningún caso sin esas irregularidades. Ignacio Diego habría ganado claramente en el voto de los militantes y no hubiéramos llegado a esa segunda vuelta un poco surrealista que tienen nuestros estatutos de luego pasar el voto de los militantes por el filtro de los compromisarios.
Si el Congreso no se anula y Buruaga es ratificada como presidenta, ¿hay posibilidades de una escisión en torno a ese grupo denominado Lealtad Popular?
No creo que esté en la voluntad de nadie. Lo que imagino es que si Buruaga es ratificada haya mucha gente que se pueda sentir defraudada y simplemente se vaya apartando. Unos se acercarán a otras formaciones, otros abandonarán la política y otros me imagino que hagan otros planteamientos. Por ejemplo, a nivel local incluso candidaturas independientes.
La salida de muchos militantes del PP hacia otras formaciones es algo que se viene constatando sin esperar a la sentencia. Lo que puede hacer el fallo es agravar ese proceso o al revés, pararlo.
Cuando habla de otras formaciones se refiere a Ciudadanos.
Es un hecho constatable. Joaquín Solanas, por ejemplo, que fue director general de Cultura. Javier Soberón, que era el presidente de Nuevas Generaciones, se ha apartado ahora de la militancia del PP y creo que de una manera plenamente justificada porque lo que se ha hecho con él no tiene nombre. No sé qué tendrá en mente, pero a mí me da la sensación de que en un momento determinado puede formar parte de otra opción como es Ciudadanos porque a mí me parece que es la más próxima y la más razonable.
¿Cree que este conflicto se pudiera haber solucionado sin necesidad de llegar al extremo de acabar en los tribunales?
Sí, simplemente aplicando el sistema que acabamos de ver en las elecciones de Podemos, con el hecho de conformar un comité ejecutivo en el que se hubiese respetado como mínimo la proporcionalidad de los resultados. Aunque no estemos de acuerdo con ese resultado porque es ilícito, si se hubiese respetado esa proporcionalidad, no estaríamos hablando de la situación actual.
Hace justo ahora un año que a usted y a otros ocho diputados se les abrió expediente por negarse a votar a favor del relevo en la portavocía del grupo parlamentario. ¿Es normal que todavía no se haya resuelto ese expediente?
No, muy normal no es. Era un expediente informativo y, como has dicho, abierto hace un año… Nosotros sabemos que tenemos un expediente abierto pero no hemos recibido una comunicación en ningún sentido y tampoco se nos ha contestado a los argumentos jurídicos que presentamos.
¿Cree que están esperando al fallo judicial para resolverlo?
Da un poco esa sensación, ¿verdad? No se me ocurre otra explicación.
¿Se siente defraudado con Génova?
El comportamiento de Génova con Ignacio Diego ha sido lamentable como mínimo. Ignacio Diego podrá gustar más o podrá gustar menos, pero lo cierto es que tiene una trayectoria política. Ha ganado una importante alcaldía, que además tradicionalmente estaba vinculada a la izquierda, con mayoría absoluta durante tres legislaturas. Luego, ha ganado las elecciones autonómicas por mayoría absoluta, lo que tampoco había un precedente. Hombre, yo creo que es una persona a la que se debería haber tenido otro tipo de reconocimiento. A la gente no se le puede tirar a la papelera de reciclaje cuando no te conviene sin mediar un mínimo de afecto y de ser recibido y de buscar vías de salida y de acuerdo.
Fue maltratado. De hecho, yo diría más: si algo hace que Ignacio Diego se presente a ese Congreso fue el empujón que le dimos muchísimas personas porque sentíamos que la salida que le estaban dando era absolutamente indigna. Él llega un momento en que por una situación psicológica, cuando la gente en la que tú siempre has creído te da una patada de ese calibre, tu primera reacción es derrotarte. Y fuimos otros los que realmente dijimos: “Así no puede ser, así no puedes salir de la política, ni tiene ningún derecho el partido a nivel nacional a tratarte así”. Creo que el partido va muy mal desde que personas como Maíllo tienen las responsabilidades que tienen.
Algunos compañeros suyos han apuntado a Íñigo de la Serna como el “gran cerebro” de la candidatura de Buruaga ¿Cree que ella no hubiera dado un paso adelante si no hubiera contado con el apoyo del ministro?
Yo es que no creo que ella haya contado con el apoyo del ministro, creo que ella ha sido el instrumento del ministro. Es decir, Buruaga jamás hubiera dado un paso al frente para competir con Ignacio Diego si no es porque detrás ha habido un movimiento que yo tengo la convicción profunda de que ha sido una maniobra de Íñigo de la Serna para descabalgar a Ignacio Diego, y lo hizo precisamente a través de la persona que podía hacerlo y que además, desgraciadamente, asumió el papel de hacerlo, cosa que no se entiende cuando ha sido la mano derecha de Ignacio Diego durante tantos años. No se puede decir ahora que discrepas con una línea política cuando has estado muchos años aplaudiendo con las orejas.
¿Qué interés puede tener De la Serna cuando él antes del Congreso ya estaba en Madrid como ministro?
Bueno, a veces uno se mueve por sentimientos positivos y a veces por sentimientos negativos. El rencor es un sentimiento muy potente para hacer las cosas. También el control de la organización, independientemente de que te postules o no como candidato, y el hecho de que personas a las que no consideras tus afines e incluso consideras tus rivales queden fuera o fulminadas del partido.
Ese tipo de cosas son las que pueden haber influido más que el hecho de postularse como candidato, porque curiosamente lo que quería Ignacio Diego era llevar la dirección del partido hasta las elecciones autonómicas. Él sabía que ya no era un candidato competitivo y el candidato razonable y el que él tenía en la cabeza siempre fue Íñigo de la Serna.
Esta semana el CIS publicaba un sondeo en el que nuevamente Ciudadanos recorta distancia con el PP en intención de voto. ¿Puede haber sorpasso?
No sé si sorpasso, pero creo que el escenario político futuro va a ser aún más fragmentado que el actual y con un equilibrio de fuerzas bastante más parejo. La sensación que da si hablamos de elecciones autonómicas es que el PP, Cs y PRC se pueden mover en resultados similares y casi diría que el PSOE tampoco estaría lejos. El PP, tal y como están las cosas, da la sensación de que está en una tendencia a la baja, Ciudadanos al alza y el PRC no creo que aguante los resultados que tuvo en las últimas elecciones y puede ir un poco a la baja, aunque no tanto como nosotros, y el PSOE creo que tendrá que recuperarse de unos resultados que fueron muy malos.
En este contexto, ¿entendería que el PP llegase a un pacto con el PRC?
[Suspira]. Bueno, para los que hemos estado trabajando como oposición al Gobierno del PRC y el PSOE se nos hace muy difícil. No hemos tenido grandes acuerdos, entonces no parece lógico. ¿Qué se pueda producir? Hay síntomas, señales y manifestaciones de unos y de otros que parece que no quieren en ningún caso cerrar esa puerta y se ve claramente.
Miguel Ángel Revilla es especialmente hábil para abrir escenarios de negociación antes de unas elecciones porque va a todos los caladeros de votos. La estrategia del PP siempre fue cerrar esa posible vía para garantizar que tu electorado permanezca fiel a tu proyecto, pero ahora mismo eso no es así. Revilla sabe que tiene la posibilidad de negociar prácticamente con todas las fuerzas políticas que hay en el Parlamento, incluido el PP, con lo cual a quien realmente estamos haciendo capitán general en este escenario es a un Revilla en horas bajas.
¿En horas bajas?
Electoralmente sí, aunque tiene la posibilidad de ser el árbitro a muchas bandas.
¿Cree que el PRC va a perder votos? Los regionalistas se están frotando las manos con un PP y una derecha dividida y un PSOE que parece que no termina de recuperar. Están convencidos de que esta vez Revilla ganará las elecciones.
No es descartable que las gane, pero puede hacerlo incluso con un resultado a la baja. En todo caso, ojo con Ciudadanos, que nadie se piense que está recogiendo a personas descontentas del PP, que por supuesto, también del Partido Regionalista en más medida de lo que circula por ahí.
¿María José Sáenz de Buruaga será la candidata del PP?
Todo dependerá de la carne en el asador que quiera poner el partido. Sinceramente, como cabeza de cartel no le encuentro un especial atractivo. Creo que que el más competitivo que podría tener el PP es Íñigo de la Serna. [Silencio]. No he dicho que sea el que más me guste, he dicho que es el que creo que puede aguantar un mejor resultado.
Su constante presencia en Cantabria es interpretada por muchos como una prueba de que será el candidato. Siendo ministro, ¿cree que él tiene interés por regresar a Cantabria?
Él dice que no. Su presencia aquí se puede interpretar de dos maneras: puede ser un impulso a su candidatura personal o puede ser un impulso al propio partido para mantener un resultado digno. Personalmente creo que el PP tendrá muy mal resultado sin un cabeza de cartel del impacto político que puede tener Íñigo de la Serna, lo que no quiere decir que fuera a ganar las elecciones autonómicas porque realmente tiene una papeleta difícil con un partido tan fracturado, con una competencia que nunca existió en Cantabria de una derecha como Ciudadanos y con un escenario tan fragmentado.
No es habitual escuchar a un cargo de un partido, y menos del Partido Popular, manifestar tan abiertamente su opinión. Lamentablemente estamos más acostumbrados a escuchar una y otra vez un mismo argumentario. ¿Se considera un diputado díscolo?
Se me suele encajar ahí, pero lo cierto es que mucho antes del Congreso, en temas concretos que considero que afectan a mi conciencia, me salgo de la línea del partido.
Por ejemplo, estos días ha cuestionado públicamente la posición del PP sobre la regularización de la eutanasia que se ha debatido en el Congreso.
Sí, claro. Es que… En fin… La posición del partido ha sido absolutamente impresentable y lo que ha dicho nuestra portavoz es absolutamente insostenible en el siglo XXI. Estamos negando a la gente el derecho a tener calidad de muerte.
Creo que hay posiciones que están muy contaminadas por un cierto espíritu religioso. Yo no soy creyente aunque respeto que la gente crea en lo que quiera, pero la eutanasia jamás se aplicaría a una persona que no lo quiera.
En mi familia he vivido muertes duras, largas y agónicas que no han aportado nada y me da lo mismo lo que diga el partido, lo que diga la Iglesia, lo que diga el sursum corda… Tengo clarísima mi postura.
Pero además de esas creencias personales, usted tampoco se corta en otros temas como cuestionar el liderazgo de la presidenta de su propio partido. ¿Estar más cerca de la retirada política le hace ser más libre?
Sin duda eso me hace ser más libre, pero yo ya había anunciado que me iba de la política antes de que hubiera un conflicto en el partido. Tres legislaturas me parecen más que suficientes. De hecho, me viene sobrando la tercera.
También es cierto que llego al partido a través de una amistad con Ignacio Diego, pero yo he cuestionado el liderazgo de María José Sáenz de Buruaga por cómo lo ha obtenido, no por ella. Yo era el portavoz de Sanidad del grupo parlamentario y he tenido una relación absolutamente de cercanía y de colaboración muy alta, con lo cual me siento especialmente decepcionado.
También ha sido muy crítico con la reacción generalizada de la sociedad con la sentencia del caso de 'la Manada'. ¿Por qué?
No, a ver. En las redes sociales no se puede explicar nada, son como un acto de fe donde todo el mundo jalea lo que quiere jalear. En el caso de la sentencia de 'la Manada' yo mantengo una posición muy clara: no tengo los elementos de juicio que tuvo el tribunal, entonces no me atrevo a valorar su decisión. Lo que me preocupa de este tema es que toda la sociedad nos convirtamos en tribunales. Yo no comparto esa presión sobre un tribunal, esos juicios de valor, algunas barbaridades que he leído… Una sociedad no se puede mover solo por razones emocionales. Y desde el punto de vista institucional, en la calle cada uno está en su derecho de manifestarse, pero un ministro como el de Justicia o un Parlamento no pueden hacer ese tipo de valoraciones por una razón de principios democráticos porque pone en solfa la separación de poderes.
Independientemente de eso me parecería perfectamente razonable que hubiera una reforma del Código Penal donde se tipifique con mayor claridad ese tipo de delitos e incluso se pudieran aumentar las penas.
Para ir acabando, ¿qué cree que ha hecho mejor este Gobierno autonómico con respecto al anterior y qué ha hecho peor?
Hacer nada, lo que sí creo es que se ha encontrado una coyuntura mucho más favorable. El Gobierno actual dispone de muchos más recursos de los que disponía el anterior y eso ha hecho que no haya tenido que acudir a políticas tan desagradables. A mí lo que me da miedo es que nos hagamos una burbuja política y otra vez nos creamos que esto es jauja y empezamos con una política de gasto desmedido en cosas que realmente no son necesarias.
Es decir, no tengo una valoración especialmente positiva del Gobierno actual, para nada, pero entiendo que han gestionado una situación mucho mejor y, sin embargo, tengo una mejor valoración de nuestro Gobierno aunque realmente fue un Gobierno antipático ante la opinión pública porque tuvo que tomar decisiones incómodas.
Respecto a lo que comentaba con el ascenso de Cs y el descenso del PP. En su opinión, ¿es más mérito de Cs o demérito del PP?
Creo que es más mérito de Ciudadanos, aunque aquí se conjugan muchas cuestiones. Primero, el PP, aunque no ha ocurrido en Cantabria, de lo cual me enorgullece y si no yo no estaría aquí, ha tenido unos problemas con la corrupción muy graves. Por otra parte, creo que Ciudadanos presenta ahora un mensaje de una derecha donde se puede identificar mucha gente que ve la política desde unas posiciones más laicas, más modernas… Su discurso me parece más el de una derecha del siglo XXI que el del PP, que representa también a grupos de edad mayores y que por tanto no se aparta de determinados tics que en cierta manera son excesivamente conservadores. Por eso creo que el discurso de Cs es más atractivo. Aunque por supuesto que tampoco suscribo al cien por cien de su discurso, entre otras cosas porque a veces dicen so y arre al mismo tiempo. Todavía tienen que articular un discurso con más credibilidad y desde luego menos cambiante en función de la opinión pública.
¿Qué conclusiones saca de su paso por la política?
Ha sido una experiencia muy interesante. Sobre todo me ha gustado muchísimo la actividad parlamentaria. Si hubiese estado en responsabilidades de gobierno, seguramente hubiese pasado peores ratos. El debate parlamentario me gusta y me gusta mucho más ahora porque es mucho más plural. Creo que la entrada de Ciudadanos y de Podemos al Parlamento ha sido como abrir las ventanas, pero no lo digo por ensalzar esas fuerzas, sino por el hecho de que el debate político es de verdad un debate político. Antes las posiciones estaban prefijadas de antemano y se podía esperar poco del debate. Hoy hay que tener más cintura, se puede llegar a acuerdos puntuales con diferentes fuerzas y eso me parece enriquecedor y me parece también que acerca el legislativo al ciudadano. En este sentido creo que vamos a ir a mejor, ese pluralismo se va a consolidar y el equilibrio de fuerzas va a ser más inestable y en eso van a salir ganando los ciudadanos y va a salir ganando la política.