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¿Cómo conciliar empleo y cuidados durante la nueva normalidad?

Una madre intentando trabajar mientras sus hijos hacer sus tareas escolares.

Teresa Jurado-Guerrero

Profesora de Sociología de la UNED —

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No sabemos cuánto tiempo va a durar la “nueva normalidad”, ni siquiera acertamos a comprender en qué va a consistir. A pesar de ello tenemos que hacer propuestas sobre cómo las personas trabajadoras vamos a conciliar nuestros empleos con los cuidados de menores y mayores dependientes y con el autocuidado. Perder el empleo, los ingresos, salir a trabajar siguiendo todas las recomendaciones de seguridad o teletrabajar hasta altas horas de la noche ha puesto al límite nuestra capacidad de adaptación y está empezando a pasar factura. No podemos seguir así, necesitamos proponer soluciones y exigírselas a los diferentes niveles gubernamentales.

El confinamiento ha creado dos grandes retos frente a los cuidados, que amenazan con perdurar durante la “nueva normalidad”:

1. Tener que cuidar de enfermos, menores o mayores que no pueden seguir asistiendo a escuelas, centros de día o residencias de mayores, mientras hay que seguir (tele)trabajando.

2. Perder el empleo o parte de los ingresos debido a un ERTE y no disponer de los ingresos suficientes para asegurar el mantenimiento económico de la unidad familiar.

Sabemos que el gobierno central y los autonómicos están asegurando y proyectando prestaciones sociales para los hogares que han visto caer o desaparecer sus ingresos. En cambio, sabemos poco sobre qué ha ofrecido y va a hacer el Estado para que conciliemos el empleo con los cuidados. ¿Conciliar el empleo y los cuidados es un tema menor, porque se asume que ya se encargarán las mujeres de cuidar como sea? Es decir, dejando su empleo, robándole horas al sueño, pidiendo excedencias, reduciendo la jornada laboral. En definitiva, a costa de su empleo, de sus ingresos o su salud.

Aunque al principio se difundió la noticia de la creación de una prestación económica para la conciliación, al final esto solo se implementó temporalmente para los empleados públicos de la Administración General del Estado. Para cubrir las necesidades de cuidados se ha recurrido y modificado la normativa sobre el derecho a la reducción de jornada y a la adaptación de jornada. La quinta medida, apartado III, del Real Decreto Ley 8/2020 de 17 marzo se ocupa de las dificultades de conciliación y realiza una nueva regulación del derecho a reducción de jornada hasta un 100% del tiempo, con lo que se asume que cuidarán las mujeres a costa de los mencionados sacrificios económicos (Gráfico 1).

Antes de la pandemia habíamos llegado a un consenso sobre la necesidad de resolver los retos de la conciliación mediante la corresponsabilidad en los cuidados. Todas las personas necesitamos ser cuidadas y cuidamos de algún ser querido a lo largo de nuestras vidas. Los cuidados se han revelado lo más esencial de nuestras vidas durante la pandemia y son una corresponsabilidad de las personas, las empresas y las Administraciones Públicas. ¿Ahora en el estado de alarma qué tenemos? Los servicios esenciales para unos cuidados corresponsables están cerrados, como son las escuelas infantiles y primarias, asimismo como los centros de día y las residencias de mayores, las últimas hundidas en una crisis sanitaria aguda y desprestigiadas. Tenemos pues medidas regresivas para las mujeres y el cierre de los servicios esenciales para la conciliación corresponsable. Las reducciones de jornada son la medida de conciliación menos corresponsable, según la EPA de 2018, porque la usaron 21% de las mujeres ocupadas con menores de 15 años frente al 3% de los correspondientes hombres (Gráfico 1). Las excedencias también generan una enorme desigualdad en el reparto de los cuidados (Gráfico 1), porque entre enero y marzo de 2020 el 88% de las excedencias por cuidado de familiar se la cogieron mujeres frente al 12% disfrutadas por hombres. Además, las excedencias se han incrementado en el primer trimestre de 2020 en un 10% frente al mismo periodo de 2019. Estas medidas de conciliación fomentadas durante el confinamiento no promueven la corresponsabilidad, sino que perjudican los ingresos, las perspectivas laborales y las jubilaciones de las mujeres.

¿Qué medidas promueven la conciliación corresponsable y debemos exigir para la nueva normalidad?

Aquellas medidas que no reducen los ingresos son más inclusivas y justas, porque permiten a las mujeres conciliar sin perjuicios económicos y son usadas de manera similar por los hombres. También son esenciales para la conciliación corresponsable los servicios de cuidados de calidad. Según nuestro último proyecto de I+D del plan nacional, se pueden distinguir ocho medidas que promueven la conciliación corresponsable en los cuidados:

1. Los permisos por nacimiento de menor por ser remunerados al 100% y no ser transferibles, es decir por ser derechos individuales de los hombres y las mujeres.

2. La flexibilidad horaria en la entrada y salida del trabajo (Gráfico 1).

3. El teletrabajo, que en 2019 usaron algo más los hombres que las mujeres.

4. La adaptación de jornada por conciliación (reformada en 2019, RDL 6/2019), según algunos informantes la están usando muchos hombres, pero carecemos de datos.

5. El horario continuo, que según la última Encuesta del Empleo del Tiempo usaban un 15% de las mujeres y un 12% de los hombres en parejas de dos ingresos.

6. La semana laboral de 35 horas o de cuatro días con la misma remuneración, que está implantada en algunas administraciones públicas y empresas tecnológicas.

7. Las escuelas infantiles son una pieza clave para la conciliación corresponsable y en el curso 2017/18 tenían una tasa neta de escolarización del 40 y 60% de criaturas en el grupo de edad de uno y dos años respectivamente.

8. Los centros de día de mayores, la ayuda a domicilio ofrecida en el marco de la ley de dependencia y las residencias de mayores. Estas últimas han mostrado no cumplir con los requisitos y la calidad de atención necesarios para evitar la propagación de la pandemia de la COVID-19. Habrá que exigir una revisión de las ratios de mayores por persona cuidadora y sanitaria, y establecer unos mejores protocolos para las enfermedades infecciosas.

Gráfico1: Ocupados entre 18 y 64 años con menores de 15 años, según el efecto más importante que ejerce sobre su empleo actual el cuidado de esos hijos, por sexo, 2018

Todo muy bonito, pensaran muchas lectoras y lectores, pero si tiene que haber distanciamiento social ¿cómo regresarán los menores a las escuelas y los mayores a los centros de día? El modelo sueco de dejar las escuelas abiertas no ha resultado suficientemente seguro, porque a 19 de mayo había 146 casos de niños de 0 a 9 años con COVID-19 que habían necesitado cuidados hospitalarios, en un país con una densidad de población y de desplazamientos en transporte público muy inferior a Madrid o Barcelona y con una ratio promedio de un/a educador/a por 15 menores. Por ello, mientras el distanciamiento social sea incompatible con la vuelta de los pequeños y mayores a los servicios educativos y de cuidados, El Club de las Malas Madres reivindica una “ayuda retributiva para la contratación de personal para aquellas familias en que todos los progenitores o tutores legales estén trabajando … dirigida a la contratación de una persona cuidadora de los menores o personas dependientes”. En mi opinión esta medida se debería condicionar a tener un nivel de renta y patrimonio del hogar que no permita pagar a una cuidadora, que por supuesto el hogar empleador tendrá que dar de alta en la seguridad social y a quien habrá que pagar el SMI. Otra solución es la vuelta voluntaria y parcial a las escuelas infantiles y primarias como se está estudiando en el País Vasco y como está realizando el estado de Berlín, que está abriendo progresivamente las escuelas infantiles para menores cuyos progenitores trabajan en servicios esenciales, para familias monoparentales y para menores bajo medidas de protección pública.

En cuanto a las escuelas, primarias y secundarias, se podrían organizar turnos al igual que en otros países. Mi propuesta es reducir el tiempo del menor de 12 años en casa a un máximo de dos días, de tal forma que un día cuide un progenitor y el otro día el otro, previa adaptación de las jornadas en sus empleos. Podrían ser dos turnos escolares, uno de lunes, miércoles y viernes, y el otro, de martes, jueves y sábado. Habría que contratar a más profesores (jóvenes) para los sábados y establecer un sistema de preferencias según las situaciones laborales de ambos progenitores. Los menores de familias monoparentales estarían excluidos de los turnos y podrían ir cinco días a la escuela. Para poder conciliar los tiempos de las escuelas y de las empresas, se debería además regular una semana laboral de 35 horas durante el tiempo que dure la “nueva normalidad”, como se discute actualmente en Eslovenia. Sería un esfuerzo de corresponsabilidad que se le pediría a las empresas. Una medida alternativa o complementaría consistiría en crear un permiso individual y retribuido al 100% para ese día de conciliación por progenitor. En cualquier caso, el Estado debería ser el garante de la corresponsabilidad.

Estas propuestas para la “nueva normalidad” son discutibles, pero tienen la ventaja de fomentar una conciliación corresponsable y de repartir los esfuerzos entre hombres, mujeres, empresas y Estado. En la respuesta a cómo cuidamos de nuestros seres queridos se medirá la grandeza y generosidad de nuestra sociedad y se verá si la igualdad de género nos la tomamos de verdad en serio.

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