El derecho de las personas consumidoras y agricultoras en riesgo por la nueva regulación de Organismos Modificados Genéticamente
El pasado lunes 11 de diciembre, los ministros de Agricultura de la UE no llegaron a un acuerdo sobre la ley que permitiría a plantas desarrolladas con nuevas técnicas genómicas (NGT) eludir las evaluaciones de riesgo medioambiental y de salud. Esta propuesta legislativa está siendo negociada rápidamente, sin realizar un análisis exhaustivo de las repercusiones que estos nuevos Organismos Modificados Genéticamente (OMG) podrían tener en la salud, el medio ambiente y la economía; sin escuchar a la comunidad científica crítica y con un silencio casi total en el debate público español. El texto extremadamente problemático y sobre un tema, el de los Organismos Modificados Genéticamente (OMG), históricamente controvertido para los ciudadanos españoles y europeos no puede tomarse a la ligera y aprobarse sin un análisis pormenorizado.
Desde el inicio de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea se ha acelerado el proceso de aprobación en el Consejo antes de acabar la Presidencia. Pero, ¿qué propone el texto?, ¿por qué se ha presentado con esta celeridad y sin apenas ruido mediático? Y, sobre todo, ¿por qué nos preocupa esta norma sobre los nuevos OMG?
Uno de los temas más preocupantes de esta propuesta, es que la mayoría de las nuevas plantas modificadas genéticamente ya no estarían sujetas a la evaluación de riesgos obligatoria en la actual legislación. Por esto, científicos y la Agencia Federal alemana de Protección de la Naturaleza han dejado claro que las mutaciones que provoca el proceso de edición genómica pueden conllevar riesgos para la salud humana, la biodiversidad y el medio ambiente.
Las patentes son otra cuestión crucial a tener en cuenta en esta propuesta. La capacidad de patentar semillas amenaza la propia existencia de empresas y agricultores independientes, que llevan muchos años luchando contra las patentes aplicadas al material vegetal. Esta desregulación puede hacer que la agricultura europea dependa aún más de las grandes multinacionales, precisamente por las estructuras de propiedad intelectual existentes.
Además, la coexistencia de los nuevos OMG con variedades tradicionales, no sería solo difícil sino imposible, dada la probable magnitud de las contaminaciones genéticas entre unos cultivos y otros, y la falta de mecanismos de trazabilidad. Algunos políticos quieren incluso permitir el uso de nuevos OMG en la agricultura ecológica, contra la voluntad del sector ecológico.
La mayoría de los nuevos productos o ingredientes de organismos modificados genéticamente no estarían etiquetados y los consumidores se verían privados de información, coartando su libertad de elección. Una encuesta de 2021 y una petición de 2022 muestran que los consumidores quieren que los OMG y los nuevos OMG estén etiquetados y regulados en los alimentos. Por último, esta reciente carta escrita por más de 70 científicos de Europa, incluídos científicos españoles, muestra sus reservas y rechaza rotundamente la propuesta de la Comisión.
Se está vendiendo esta propuesta y los nuevos OMG como una solución ante el cambio climático y para los objetivos de reducción de plaguicidas y de sostenibilidad. Sin embargo estamos hablando de potencialidades y promesas de la industria biotecnológica que, tal vez se cumplan, o tal vez no (¿alguien se acuerda del arroz dorado?). Los pocos cultivos que han llegado al mercado en países con legislación más liberal no han conseguido hasta la fecha, estos objetivos; tampoco han logrado un aumento significativo de rendimiento para los agricultores. Además una gran parte de los nuevos OMG en tramitación actual, no buscan la sostenibilidad sino características que benefician a la industria (como el tomate que tarda en madurar). Si muchos de los políticos que promueven las ventajas de los nuevos OMG están tan preocupados por la sostenibilidad, ¿por qué han tumbado recientemente otra propuesta de ley europea que buscaba precisamente reducir el uso de los plaguicidas? El argumento de la sostenibilidad se usa para justificar esta propuesta legislativa que elimina o simplifica en extremo las medidas regulatorias. Se ignoran completamente los riesgos, pretendiendo que no existen, y se viola así el principio de precaución. El enfoque de esta tecnología ignora que la sostenibilidad de cualquier sistema agrícola y alimentario depende principalmente de las interacciones de todos sus elementos incluidas las plantas, los seres humanos y el medio ambiente, y en menor medida de la genética de un cultivo concreto.
Por último, las nuevas plantas modificadas genéticamente podrían suponer una amenaza más para los polinizadores, como señala una nueva revisión de datos. Al mismo tiempo, no podrían descartarse riesgos para la salud humana. Es esencial mantener los requisitos legales actuales para examinar los riesgos asociados a la introducción de estas nuevas plantas OMG en el medio ambiente, tanto individualmente como sus interacciones con el ecosistema.
Hay que remarcar que los OMG producidos por estas nuevas técnicas están ya regulados por la legislación vigente de la UE, que incluye medidas de seguridad y etiquetado, garantizando así que los consumidores puedan elegir los productos que compran y consumen.
Ante el escaso conocimiento de esta propuesta por la sociedad civil, y de las consecuencias que conlleva esta legislación, pedimos desde las organizaciones que escribimos este artículo, el rechazo absoluto de este nuevo texto legislativo, o su reescritura con una revisión sustancial, ya que elimina la libertad de elección de agricultores y consumidores y pone en peligro los ecosistemas bajo el falso paraguas de la sostenibilidad. Cuando las semillas y el material genético caigan aún más en manos de las grandes multinacionales, será cada vez más difícil para los gobiernos y los agricultores garantizar unos sistemas alimentarios sólidos, sostenibles y justos.
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