En forma para el 2050
Europa y sus países miembros deben prepararse para correr la carrera más dura y difícil de su historia. Nos enfrentamos como continente, como Comunidad Europea y como especie al reto de nuestro tiempo: la crisis climática. Las olas de calor que golpean España, las inundaciones en Alemania, o los incendios en Chipre son señales innegables de que el cambio climático y la pérdida de biodiversidad ya están aquí y nos afecta a todos. Aunque como en todas las carreras, no lograremos el éxito si empezamos a entrenar una semana antes.
En esta línea la Comisión Europea ha presentado esta semana “Fit for 55”, un amplio paquete de reformas legislativas que afectará al transporte, la energía, la fiscalidad o el comercio internacional y con las que se pretende garantizar que la Unión Europea reduce al menos un 55% de sus emisiones para 2030, como dictan los acuerdos de París; y alcanzar la neutralidad climática en 2050, tal y como nos hemos comprometido ante Naciones Unidas. Estas reformas servirán para crear los pasos intermedios para llegar a esa neutralidad, porque sin objetivos en el corto y medio plazo, sin un plan con indicadores evaluables, o lo que es lo mismo sin un entrenamiento pautado y adecuado, la transformación que debemos afrontar de aquí a 2050 corre el riesgo de fracasar.
Los Verdes llevamos años trabajando para impulsar una transformación ecológica ambiciosa para la Unión Europea y sus países miembros, con propuestas que hoy son ya una realidad. Propuestas como dejar de producir coches con motor de combustión (diésel, gasolina y gas), lograr que el 100% de la energía que consumimos sea renovable o planes para repoblar nuestros bosques y espacios naturales para proteger la biodiversidad. Algunas de estas ideas ya están contempladas en el plan Fit for 55, pero sabemos que podemos ir más allá.
Por ejemplo, gracias al empuje de los Verdes en Europa, el plan Fit for 55 contempla la creación de un impuesto para la aviación, aunque no tan ambicioso como nos demanda la ciencia. Hará falta una implantación más rápida, garantizar un precio mínimo del combustible para que afecte por igual a todos los vuelos dentro de la Unión Europea y una tasa que garantice una competencia leal en todos los modos de transporte. Es una medida similar a la que ya propusimos en el Congreso de los Diputados y gracias a la que el Gobierno de España se ha comprometido a hacer un estudio para reducir los vuelos peninsulares.
También es importante acelerar la transición energética. Actualmente la UE tiene como objetivo obligatorio alcanzar un 40% de energías renovables para el año 2030. Los Verdes apostamos por llegar hasta el 100% para reflejar que una economía cien por cien renovable es posible, aunque para eso hacen falta objetivos nacionales vinculantes. En el caso de España, sería necesario recalcular los compromisos adquiridos en la recién aprobada Ley de Cambio Climático dado que nos impediría cumplir con Europa, tal y como advertimos durante la tramitación de la ley. Para lograrlo sin que eso suponga un riesgo para el territorio y la biodiversidad hará falta una renovación profunda que garantice el autoconsumo, rompiendo el oligopolio energético y abaratando su propia factura de la luz.
No podemos negar, sin embargo, que la transformación que debemos afrontar va a afectar a todos los sectores. Será, por tanto, esencial contar con su corresponsabilidad y colaboración para que tenga éxito, porque puede ser al mismo tiempo una gran oportunidad para transformar nuestra industria y ser capaces de crear empleos verdes, que aporten valor añadido y que sean seguros para las personas y el planeta.
Por nuestra parte, los responsables públicos debemos aportar certezas: reglas claras y predecibles para la industria, de forma que puedan decidir en qué sectores conviene invertir para tener una economía descarbonizada y un futuro más seguro.
Un buen ejemplo es el sector de la automoción, que en España emplea a miles de personas, pero que se enfrenta al debate sobre su transformación argumentando que ponerla en marcha supondría el despido de muchos trabajadores y trabajadoras. Sin embargo, Europa ya está avanzando en la senda de la movilidad sostenible, haciendo que cada día sea más difícil dar salida a los coches que producimos en España. Si las reformas se llevan acabo sin que hayamos logrado impulsar esta transformación, el cierre de plantas será una realidad que no podremos evitar.
Con todo, gracias al impulso de los fondos europeos y de estas reformas, Europa está en disposición de afrontar el reto que supone la crisis climática, pero debemos ir un paso más allá. Porque el paquete Fit for 55 no está relacionado sólo con el cambio climático, sino que abarca una profunda reestructuración sobre cómo se organiza nuestra sociedad, nuestra relación con la naturaleza y nuestro bienestar.
Si no planificamos la transformación, si no nos preparamos para la carrera, corremos el riesgo de que el esfuerzo vuelva a caer en los más vulnerables. Son las personas con menos recursos las que ya están sufriendo las consecuencias del cambio climático, que además actúa como amplificador de otras vulnerabilidades. Lo hemos visto el último mes a raíz de la subida de la luz: las familias con menos ingresos se ven más afectadas por la subida del coste de la vida, viven en barrios con mayores índices de contaminación, con más islas de calor y no tienen los recursos necesarios para hacer mejoras en eficiencia energética; y sobre todo, tiene trabajos más precarios, que tienen mayor riesgo ante cualquier alteración en el mercado de trabajo. Con esta reconversión tenemos la oportunidad de atajar estas desigualdades estructurales, que pasa también por la creación de un nueva fiscalidad, que grave las actividades más contaminantes y sirva para redistribuir la riqueza, reestructurando además el Estado del bienestar para desarrollar nuevos derechos y prestaciones.
No falta tanto para 2050. Va a ser una carrera larga y llena de obstáculos, pero nos estamos jugando mucho. Pongámonos a correr.
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