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Huelga de médicos

Protesta de médicos en una imagen de archivo

Mónica García

Médica. Diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid —

Decía el que es considerado como el padre de la medicina social, el médico alemán Rudolf Virchow, que “la medicina es una ciencia social y la política no es otra cosa que medicina a gran escala”.

Tras la huelga de las mujeres y las manifestaciones de nuestros mayores, el colectivo médico se suma a hacer huelga en defensa de sus legítimos derechos. Unos derechos que tienen el mismo rostro de mujer, de pensionista o de licenciado superior en medicina y cirugía. Todos ellos reclaman que tras haber llevado la sociedad a cuestas durante la travesía del desierto impuesta por la crisis, a su vez impuesta por un interesado desorden económico, se les devuelva el orden social que tanto les costó conquistar. Todos ellos reclaman un reparto más justo de las cartas, donde se repartan también los ases que los privilegiados se han guardado en la manga y que nos ha dejado un futuro de incertidumbre para todos: las futuras médicas, los futuros científicos, los futuros pensionistas…el futuro sistema de pensiones o el futuro sistema sanitario, ambos perseguidos por el dogma de la falsa sostenibilidad.

Este miércoles nos toca a los médicos materializar la indignación y el descontento y defender una jornada de trabajo justa y negociada, un convenio para los médicos en formación MIR, el fin de la sobrecarga asistencial y una carrera profesional que ponga en valor un sistema de ascenso profesional basado en la competencia en vez de en la obediencia. Reivindicaciones justas que tienen su traducción en la medicina social en forma de precariedad laboral, de futuro incierto y de desigualdad de oportunidades.

Este miércoles nos toca a los médicos porque es ilusorio pensar que la ruptura del contrato social no se iba a extender como una mancha de aceite hasta las capas más altas de los pilares de nuestro estado de bienestar y porque una profesión con innegable vocación de servicio público no puede mantenerse al margen del contexto en el que se desarrolla la sociedad a la que dice cuidar. Y en este contexto es imprescindible entender que la defensa de una parte pasa irremediablemente por la defensa del todo y pasa por entender que la fuerza de la gravedad social hace que más tarde o más temprano caigan incluso las manzanas más altas o las más valoradas socialmente. Por eso es importante que seamos capaces, desde nuestro privilegiado valor social, que volvamos a ponernos en la vanguardia de la defensa de todo nuestro sistema sanitario y por qué no, de nuestro modelo social. Es importante que nos constituyamos en los defensores del todo para poder defender nuestra parte. Y es imprescindible que la suma del conjunto de las demandas e intereses particulares que Este miércoles reivindicamos los médicos, se solapen en un plano superior y seamos capaces de hacernos cargo del colectivo común porque solo así desafiaremos la fuerza de la gravedad social que siempre nos acabará arrastrando a los límites de la realidad precaria, desigual e incierta en la que se encuentran los demás.

Este miércoles nos toca a los médicos darnos cuenta de que las reivindicaciones que nos afectan en el devenir del desarrollo de nuestra profesión y de nuestra sagrada relación médico-paciente pasa porque esas reivindicaciones traspasen los muros de nuestras consultas y nos hagamos cargo también de las condiciones sociales de nuestros pacientes.

Decía Virchow hace un siglo que le temía más a la pobreza que al bacilo de Koch. Seguramente porque la primera es una enfermedad social cuyo tratamiento, colectivo y complejo, requiere levantar la vista del microscopio y ser capaz de mirar el trasfondo de nuestra sociedad.

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