No lo llames futuro, llámalo precariedad
Dicen que todo empezó en Silicon Valley, que, fascinados por los avances tecnológicos que allí se gestaban, los dueños de las compañías pensaron que las nuevas tecnologías podrían permitir una flexibilización de horarios y espacios de trabajo que redundara en una mayor libertad para el trabajador y un mejor rendimiento para el empleador. Así se ha ido replicando por el mundo una nueva forma de empleo que algunos anuncian como el “trabajo del futuro”, y otras, empeñadas en defender los derechos de las trabajadoras y trabajadores, observamos con preocupación.
Estos días conocemos que las plataformas de reparto de comida y otros productos a domicilio han presentado al Ministerio de Trabajo en funciones una propuesta para intentar 'solucionar' el dilema de si sus trabajadores son autónomos o asalariados, asunto que ha sido objeto de sentencias contrapuestas en los casos que han ido a parar a los juzgados.
La propuesta, realizada por la asociación empresarial Adigital, en la que están representadas Deliveroo, Uber Eats, Glovo y Stuart, consiste en reformar la ley para que los repartidores consten como trabajadores por cuenta propia, a cambio de algunos beneficios por parte de las plataformas, como serían una indemnización por finalización unilateral del contrato, un seguro de accidente y de responsabilidad y formación o un kit de seguridad.
El documento incluye el cambio de la figura del trabajador autónomo dependiente, o TRADE, con una rebaja del porcentaje mínimo de vinculación a una sola empresa, que ahora mismo está en un 75%.
Se trataría, por tanto, de una fórmula mixta entre las actuales de asalariado y autónomo dependiente, que vendría a hacer pasar por autónomas a personas que, en realidad, como ha determinado un juzgado de Valencia en el primer macrojuicio contra la plataforma de reparto Deliveroo que ya tiene sentencia, son falsos autónomos, puesto que no tienen libertad para escoger horarios, no pueden rechazar pedidos sin ser penalizados de forma más o menos explícita o combinar los de varias plataformas, no pueden negociar sus retribuciones y por supuesto no cobran al cliente final.
Desde la Unión de Autónomos UATAE, nuestra preocupación es que la creación de una nueva figura o el cambio en la figura del TRADE lo que conlleve en realidad sea la precarización aún mayor del trabajador o trabajadora autónoma, que en lugar de avanzar y ganar derechos, y tener el margen de libertad o autonomía que se le presupone al trabajador por cuenta propia, pasaría a depender absolutamente de un empleador que, a cambio, no le ofrecería la protección que sí tienen los asalariados en términos de salario, vacaciones, negociación o cotizaciones a la Seguridad Social.
La obligatoriedad de cumplir con la normativa de Prevención de Riesgos Laborales no puede ser sustituida por un kit de seguridad. Un seguro de accidente para personas -en su mayoría hombres jóvenes- que viajan a toda velocidad por la ciudad en bicicleta, intentando ser más rápidos y poder atender más pedidos para alcanzar un sueldo digno, no es una opción: debe ser una obligación. Las indemnizaciones están establecidas ya por ley, no puede llegar una empresa y negociar con el Gobierno una fórmula distinta sin contar con los agentes sociales y los representantes de las y los trabajadores…
Dicen que todo empezó en Silicon Valley, lo llaman 'Gig economy' y dicen que es “el trabajo del futuro”. Por supuesto que hay que tener siempre la mirada y la cabeza abiertas a los cambios y las novedades. Pero no podemos dejarnos engañar por nombres sonoros que intentan ocultar la precariedad a la que parece que algunos quieren que nos acostumbremos como si fuera inevitable. No podemos permitir una precarización aún mayor del empleo, una dependencia de las y los trabajadores hacia empresas privadas que no responden ni se hacen cargo de sus derechos, fórmulas que dejan a las y los trabajadores desprotegidos frente al empleador e incluso frente a las instituciones. Nos guste o no, el trabajo forma parte esencial del proyecto de vida que cada uno intentamos, con esfuerzo, poner en pie. Pero el objetivo siempre ha sido trabajar para vivir, no vivir para trabajar; y, sobre todo, hacerlo en un marco de estabilidad y protección. Y seguiremos luchando por esta máxima.