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Madrid tiene futuro, Cifuentes no

La presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, en la Asamblea de Madrid, el 22 de marzo de 2018.

María Espinosa

Diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid —

Annette Schavan, ministra de Educación y Ciencia en Alemania, dimitió por plagiar su tesis doctoral. Esta noticia, que conocimos en 2013, se sumaba a la de otras dimisiones en países europeos de nuestro entorno, también vinculadas a plagios, falsedades y mentiras en currículos académicos y profesionales. Esta manera de actuar es un síntoma de salud democrática y de compromiso adquirido por las y los representantes públicos con sus votantes y con la ciudadanía en general. La salud democrática bien tiene que ver con cumplir la ley, pero también con cumplir los principios de transparencia y honestidad.

Mientras tanto, en la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes se permite mentir, contradecir y ocultar información a la ciudadanía a medida que, cada vez más indicios, siembran la sospecha sobre su máster en una universidad pública. No voy a detenerme a analizar todas y cada una de las preguntas a las que Cifuentes no ha respondido, ni en las incongruencias entre sus versiones y las de la universidad, ni en todo lo que ello supone para la falta de veracidad y de transparencia en un asunto tan grave. Eso corresponde al medio en el que hoy escribo, y particularmente a Raquel Ejerique, la periodista que ha investigado y destapado el caso.

Sí quiero detenerme en lo que, para la salud democrática de nuestro país, supone el periodismo de investigación independiente. Gracias a este periodismo hemos conocido escándalos como los Papeles de de Panamá, el caso del ministro Soria, el caso del máster de Cifuentes y muchos otros que no caben aquí. Y no sólo los hemos conocido, sino que la justicia ha actuado en muchos casos, de forma que criminales que hacían negocio con servicios públicos y con los impuestos de todos y todas, han acabado pagando por ello. Podemos decir que el periodismo de investigación está jugando en estos tiempos un papel determinante para destapar la corrupción política.

Así, el Partido Popular ve el periodismo de investigación como una amenaza y reacciona impulsando la ley mordaza, encarcelando a tuiteros y cantantes, o gobernando a base de publicidad institucional para poner medios al servicio de intereses partidistas. Incluso Cristina Cifuentes se atreve a decir que las noticias del periodismo de investigación son una cacería y un linchamiento contra ella.

Con lo fácil que sería para la presidenta regional ser transparente, colaborar con la justicia y con la investigación de la corrupción, con lo fácil que sería haber mostrado las actas del Canal o enseñar su trabajo de fin de máster (TFM)... Pero siempre elige el camino largo y más costoso, con abogados y sanciones, con el fin de que su escándalo se dilate en el tiempo y ver si se diluye bajo otros “líos” y se olvida.

Hoy Cifuentes se querella contra los valientes periodistas que destapan su caso del máster y hace unos meses amenazaba con sancionarme con un mes de empleo y sueldo por recordarle en sede parlamentaria que, ocultando las actas del Canal, estaba protegiendo a los corruptos. Enfrentarse a todo el sistema corrupto tiene consecuencias, sí, pero a estas alturas deberían haber aprendido que con querellas, sanciones y amenazas, no lograrán callar la boca de quienes hemos venido a cambiar las cosas y a señalar sus desvergüenzas.

La presidenta emplea muchas horas en hacerse video-selfies para explicar si es o no corrupta, en comparecer en la Comisión de corrupción del Congreso, en preparar su defensa, en denunciar a Granados, en querellarse contra periodistas,… Todas estas horas de todos estos días, Cifuentes deja de atender en la Comunidad de Madrid a las personas mayores y a las dependientes, deja de buscar soluciones para unos hospitales cuyos techos se caen a pedazos y donde se acumulan las listas de espera de pacientes y, durante esas horas, no está trabajando porque haya colegios suficientes en cada municipio y que nuestras aulas no estén masificadas.

El escándalo del máster es una falta de respeto a todas las familias madrileñas que han hecho un verdadero esfuerzo económico para que sus hijos e hijas puedan tener estudios superiores, con la esperanza de poder labrarse un futuro mejor mejor en nuestro país y no verse obligada a emigrar. Es una vergüenza que miles de familias pasen dificultades para llegar a fin de mes, para que sus hijas e hijos puedan tener un futuro mejor, para que cientos de estudiantes se esfuercen por sacar sus asignaturas adelante, preparar sus exámenes y pagar sus elevadas tasas universitarias para poder obtener un título, con la esperanza de no tener que viajar a otro país a buscar una salida profesional; todo ello mientras sus gobernantes se aprovechan de ser cargos públicos para que les regalen títulos universitarios en la universidad de todos. El escándalo del máster evidencia la diferencia entre Madrid y el PP, entre la gente que se esfuerza y saca este país adelante y quienes lo están saqueando. Madrid tiene futuro, Cifuentes no.

El PP madrileño ha suspendido en credibilidad y también lo ha hecho su socio de gobierno, Ciudadanos, del que no sabemos qué más tiene que pasar para que deje de sostener el gobierno de una presidenta que no tiene legitimidad moral para seguir gobernando. No sabemos cuándo pasará Ciudadanos de las palabras a los hechos.

A día de hoy, Cifuentes no ha respondido a múltiples preguntas sobre su máster, no ha querido comparecer ante el parlamento (lo hará forzada por los votos de la oposición) y no ha explicado las incongruencias entre su versión, la de la universidad y la de l@s periodistas. La gente necesita saber la verdad y, a día de hoy, no la ha escuchado de la boca de su presidenta. Sencillamente, Cristina Cifuentes debe dimitir porque ha demostrado no ser de fiar, ha perjudicado la credibilidad de la universidad pública y, sobre todo, ha traicionado la confianza de los madrileños y madrileñas.

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