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Manual para leer portadas del ABC y no morir en el intento

Portada de ABC este domingo, día de la llegada a Valencia del Aquarius.

Ione Belarra

Antes incluso de que las personas a bordo del Aquarius pudieran poner los pies en tierra española después de ocho larguísimos días en alta mar, nuestro país despertaba ya con una portada del ABC haciendo gala del más genuino discurso racista. El “efecto llamada” es uno de esos conceptos que viene de antiguo y que hace temblar incluso a sectores progresistas que esta semana han aplaudido el gesto del nuevo gobierno de acoger a las 600 personas rescatadas en el Mediterráneo Central y rechazadas por Italia.

Hemos dicho muchas veces que la primera obligación de un demócrata es ser antifascista. Lo es también ser antirracista. Para ello, es necesario recuperar los valores de solidaridad, acogida y Derechos Humanos abandonados por una Unión Europea que ha derivado en Europa Fortaleza y defender que hay una España del cambio que ha mostrado con firmeza en estos últimos años que “queremos acoger”, queremos cuidar y construir un país con derechos para todas nuestras vecinas y vecinos.

Además de eso, necesitamos reforzar nuestros argumentos, poner los puntos sobre las íes y desenmascarar a una derecha que miente y que va a tratar de enfrentar a los penúltimos contra los últimos. Y, por desgracia, las políticas de recortes del Partido Popular han dejado un buen reguero de penúltimos en nuestro país. Toca estrujarse la cabeza y, más que nunca, contribuir a tejer alianzas entre las clases populares y las clases medias de nuestro país que hagan avanzar a la España del cambio, inmunizándonos contra la ofensiva racista y xenófoba a la que vamos a asistir. Toca, en primer lugar, defender la verdad frente a las mentiras interesadas de muchos, incluido el ABC.

¿Existe el “efecto llamada”? El efecto llamada es básicamente mentira. Los datos de Naciones Unidas muestran que sólo un 3,2% de la población mundial reside fuera de su país de nacimiento y, por tanto, una aplastante mayoría de personas vive y reside siempre en el país en el que nació. En los últimos años hemos asistido a un aumento de desplazamientos de personas provenientes de países en conflicto, como Siria, que en su mayoría acaban residiendo en países del entorno, como Jordania o Líbano. Este último es un país de 6 millones de habitantes que ha acogido a más de 1 millón de personas refugiadas. Es evidente que Europa ha tenido y tiene la posibilidad de acoger a un número de personas muy superior al actual, que es una cifra ridícula.

¿Estamos ante una “invasión”? No. Cada año con la llegada del buen tiempo, y ahora también ante los enormes riesgos de tomar la “ruta libia”, aumenta la llegada de pateras a través de la Frontera Sur española. Desde que tengo memoria cada año los grandes medios de comunicación muestran esa realidad como algo peligroso, desmesurado y novedoso. Nada más lejos de la realidad. Apenas el 3% de las personas que llegan a nuestro país lo hacen a través de la Frontera Sur (Ceuta, Melilla y la costa de Andalucía). El número de personas que llegaron el año pasado por esta vía apenas representa el 0,06% respecto al total de la población española. Sin duda, para quién sí es peligrosa esta realidad, es para las personas que se juegan la vida en las travesías. Por eso una medida urgente e imprescindible del nuevo gobierno debe ser articular vías legales y seguras para migrar a España, que eviten más muertes.

Además, lo que sí es radicalmente cierto es que nuestro país ha sido durante toda la crisis económica, un país que ha visto como su generación mejor formada se iba a trabajar a otros países por falta de oportunidades. Sólo en 2013 se fueron 400.000 personas de nuestro país. Eso no ocupará probablemente ninguna portada.

¿Para qué sirve elevar las vallas y poner concertinas? Para provocar terribles lesiones y generar muchísimo sufrimiento. Nunca la militarización de una frontera ha logrado impedir que las personas migren. El caso de EEUU es el más claro. Simplemente cambian las formas de cruzar y las rutas se hacen cada vez más peligrosas. Las que sí salen beneficiadas de todo esto son las mafias que trafican con personas. Las vías legales están actualmente cerradas en nuestro país. No se puede conseguir un visado en el Consulado de España en Senegal para viajar legalmente, ni solicitar asilo en embajadas o consulados de terceros países como en Jordania, porque el Gobierno no lo permite.

¿Es la inmigración un problema? La inmigración no es un problema sino una realidad social inherente a la humanidad. Así lo piensa también la sociedad española puesto que, según el CIS, apenas el 4.7% de la gente considera la inmigración un problema. Ni los medios de comunicación, ni ningún representante público deben contribuir por activa o por pasiva a hacer pensar a la gente que la inmigración es un problema.

La portada del ABC de este domingo, como suele ocurrir, abre una veda. Quiénes queremos un país donde las personas tengan los mismos derechos sin importar dónde nacieron o el color de su piel tenemos que encontrar la forma de luchar unidas contra el racismo. Queda mucho por hacer desde la convicción de que la diversidad es siempre una riqueza y que las personas tienen el derecho de migrar y el derecho de no tener que hacerlo.

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