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Récord de empleo con salario mínimo al alza. ¿Y ahora qué?

4 de diciembre de 2022 22:05 h

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El salario mínimo era de 735,9€ en 2018 y ha alcanzado los 1.000€ en 2022. La subida es nada menos que de un 35,9% en esos cuatro años y, a pesar de ello, se han superado los 20,54 millones de ocupados, cifra que constituye un récord histórico al rebasar incluso al mejor nivel de 2007 en plena burbuja inmobiliaria.

No es pues cierto que un aumento del salario mínimo produzca paro, como afirman expertos neoliberales fieles a su ideología e intereses por encima de los hechos. Evidentemente, el salario mínimo debe tener una razonable distancia con la mediana salarial, tal como el 60% propuesto actualmente, pero no hemos llegado a ese límite prudencial. Debe asimismo distanciarse del nivel de percepciones del ingreso mínimo vital para evitar la desmotivación laboral. Para evitar abusos debe exigirse además la aceptación de ofertas de trabajo y una inspección laboral más eficaz, pues España ha tenido siempre cifras de más de 1,5 millones de parados cuando recibía millones de inmigrantes que encontraban trabajo.

Es evidente que con ingresos de ese nivel se trabaja para sobrevivir y no se sale de la pobreza, y que la no existencia de un salario mínimo, como llegó a pedir un exgobernador del Banco de España, llevaría a hacer posible la explotación a niveles degradantes de quienes tuvieran que aceptar tales propuestas.

Además, la salud social y económica de un país es mucho mejor cuando todos pueden vivir con dignidad y satisfacer sus necesidades aumentando así la demanda. Los países sin clase media son inestables, padecen problemas de seguridad y su economía carece de demanda interna suficiente para lograr un alto desarrollo.

¿Y ahora qué? El objetivo debe ser ahora la mejora de la calidad de empleo y para ello debe fomentarse agresivamente la investigación e innovación y la exportación. Las empresas innovadoras crean mercados globales crecientes y son capaces de ofrecer mejores condiciones a sus empleados. Es mucho más eficaz apoyar la innovación empresarial y su esfuerzo exportador que la inversión. La inversión se emprende por sus expectativas y luego se aprovechan las ayudas que pueda haber. La ayuda a la innovación y a la exportación estimulan estas actividades con magníficos resultados para las empresas y para el país.

La educación especialmente enfocada hacia la formación profesional facilita el desarrollo de las empresas y su productividad. Tenemos ya un déficit preocupante de profesionales y hay que acelerar su resolución. Asimismo, la inmigración selectiva de personas con especialización profesional se impone ante la cada vez más baja natalidad y aumento de las jubilaciones. Alemania, un país que conozco bien y que piensa y actúa a largo plazo, acaba de decidir la captación de 400.000 inmigrantes con especialización anuales en los próximos años.

Los fondos 'Next Generation' son una gran oportunidad para dar ese salto cualitativo y cuantitativo en materia de empleo, si se aplican con celeridad y se hace la adecuada elección de destinos de la inversión con visión de futuro. La lentitud y una orientación excesiva a grandes empresas mermarían el gran potencial que esos fondos tienen para transformar nuestra economía y ayudarnos a construir una sociedad capaz de atender un adecuado nivel de bienestar para todos sus miembros.