Los ríos son sistemas naturales cuya función principal es el transporte, desde tierra hasta el mar, de agua, sedimentos, seres vivos y nutrientes, por ello se les atribuye la categoría de ser las arterias naturales del territorio. Además de estas funciones, como ecosistemas que albergan vida, y como fuente de abastecimiento de agua para las necesidades humanas, los ríos son portadores de valores sociales, culturales y de identidad.
Sin embargo, y a pesar de su importancia, los ríos han sido y siguen siendo ecosistemas muy maltratados, privándoles, en muchas ocasiones, de sus bosques de ribera, de sus llanuras de inundación, interrumpiendo su flujo con presas, compuertas o azudes, encauzándolos entre paredes de hormigón y taludes inertes, o convirtiéndolos en las cloacas a las que verter todo tipo de residuos. Todo ello, como muchos otros desatinos, en aras del crecimiento económico, el mantra que lo justifica todo.
Esta forma de actuar ha pasado factura en forma de degradación ambiental, ante la cual, la Ciencia se ha posicionado claramente, advirtiendo de la necesidad de un cambio de rumbo que, en el caso de los ríos, pasa por lo que se denomina Restauración Fluvial, que consiste en restablecer los procesos naturales del medio fluvial, para que recuperen sus funciones, sus características estructurales, su espacio y su dinámica.
El río Piles, uno de los que fluyen a través de la ciudad de Gijón, es un ejemplo claro de río maltratado, desgraciadamente no el único de este municipio, que con el crecimiento de la ciudad ha sido progresivamente transformado, perdiendo sus meandros y humedales adyacentes, hasta convertirse en un canal uniforme rodeado de diferentes infraestructuras urbanas.
Entre estas alteraciones destaca la presencia del denominado “anillo navegable”, consistente en unas compuertas situadas en la confluencia de los ríos Piles y Peña Francia, que permiten embalsar el agua para la práctica del piragüismo.
A estas alteraciones hidromorfológicas se unen los problemas de calidad de sus aguas por los vertidos de aguas residuales, que en los últimos años provocaron impactos en la playa de San Lorenzo, donde desemboca, muy visibles para la población, lo cual ha sacado a la luz el lamentable estado en el que se encuentra el río.
En línea con lo que se inició a finales del siglo XX en algunos países europeos, y que se ha empezado a hacer hace algunos años en España, en septiembre de 2020, Ecologistas en Acción elaboró y presentó al Ayuntamiento de Gijón el “Plan de naturalización y restauración ambiental del río Piles a su paso por la ciudad de Xixón (Asturies)”, plan que, siendo conscientes de que el río nunca podrá recuperar plenamente su naturaleza original, tiene como objetivo incrementar sus valores ambientales y paisajísticos, algo que no solo posee interés ecológico sino también un gran interés social, pues se trata del río que ven casi a diario cientos e incluso miles de personas. De esta manera, podrían disfrutar de un río más o menos natural, y no del canal casi inerte en el que las sucesivas actuaciones humanas le han convertido.
Tras un proceso de debate, tanto ciudadano como político, acompañado de la elaboración de diversos informes, el Ayuntamiento aprobó la realización del proyecto de renaturalización siguiendo las pautas recomendadas en el informe “Diagnóstico ambiental y propuestas de actuación para la rehabilitación y/o renaturalización del curso bajo de los ríos Piles y Peña Francia en el concejo de Gijón (Asturias)”, elaborado por personal docente e investigador de la Universidad Politécnica de Madrid, muy acorde con los planteamientos del plan de Ecologistas en Acción y que también contó con el apoyo explícito de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico. Finalmente, el pasado mes de septiembre, la Fundación Biodiversidad, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, concedió al Ayuntamiento de Gijón una subvención de casi tres millones de euros para llevar a cabo este proyecto.
Sin embargo, todo esto puede irse al traste por una sentencia judicial que, estimando el recurso contencioso-administrativo interpuesto por un club deportivo privado de la ciudad, declara la nulidad de pleno derecho de las actuaciones contempladas en el proyecto de renaturalización. Sentencia que ni comprendemos ni compartimos, pues resulta muy difícil asumir que una actuación sobre un espacio público como es un río, que es buena para el medio ambiente y para el conjunto de la ciudadanía, que cuenta con respaldo científico y técnico, y además con dotación económica, pueda ser impedida basándose en argumentos que podrían calificarse de peregrinos, y que son contrarios a la protección del medio ambiente y al interés general de la ciudadanía. Las objeciones y defectos de forma argumentados en la sentencia son fácilmente subsanables, por lo que es previsible que el recurso interpuesto ante el órgano superior prospere. Y dado que no es una sentencia firme, el Ayuntamiento, cumpliendo siempre con la legalidad vigente, debería seguir adelante en lo posible con los trabajos de renaturalización, y evitar así perjudicar a los intereses del conjunto de la población.
Pero, ¿qué se esconde tras esta sentencia? Los intereses de un grupo deportivo privado que exige la permanencia del anillo navegable, mediante el embalsado del río para sus prácticas deportivas, o lo que es lo mismo, pretende que ese tramo del río Piles siga teniendo un uso privativo para unos pocos, y ello a costa del medio ambiente, y del interés del conjunto de la ciudadanía.
Los ríos son todos de titularidad pública y no pueden quedar sometidos a los intereses privados. Además, el interés general de la renaturalización de los ríos no es incompatible con los usos lúdicos y deportivos, pero estos han de respetar y supeditarse a la dinámica natural del medio fluvial, sin interferir en sus funciones ambientales, tal y como se señala en el proyecto de renaturalización.
Sin embargo, lo que está ocurriendo en Gijón no es un hecho aislado en nuestro país. Son ya varios los proyectos de renaturalización de ríos que se han presentado y que no están saliendo adelante por diferentes motivos, que nada tienen que ver con el medio ambiente, como son el que puedan rozar con los intereses de determinados sectores, como ocurre en Huesca; por rivalidades y celos entre partidos políticos, que incluso gobiernan en coalición, como ocurre en Elche y la negativa de su actual alcalde a renaturalizar el río Vinalopó; o simplemente porque las corporaciones municipales de turno mantienen todavía un concepto trasnochado y equivocado de los ríos, como ocurre en Granada o en Vigo.
Volviendo al río Piles, esperemos que finalmente tanto la justicia como el Ayuntamiento de Gijón cumplan con sus papeles en beneficio de toda la sociedad gijonesa y asturiana, y en poco tiempo el Piles vuelva a recuperar el aspecto y las funciones ambientales de un río natural.