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En Turquía ya no quedan periodistas: si no lo escribo yo ¿quién lo va a hacer?

Cevheri Guven

Periodista turco en el exilio —

Mi colega Ece Sevim Öztürk fue probablemente la última periodista que vivió en Turquía y trató de hacer periodismo independiente. Sola, esta mujer intentó arrojar luz sobre el intento de golpe de Estado del 15 de julio a través de Youtube. Öztürk, que se vio obligada a sobrevivir únicamente a través de donaciones a su cuenta Patreon, descubrió un detalle muy importante poco antes del segundo aniversario de la intentona.

Algunos de los comandantes que enviaron a los soldados a las calles el 15 de julio fueron ascendidos por Erdogan. Esta fue una prueba importante de que el régimen de Erdogan estuvo involucrado en el intento de golpe de Estado. Öztürk fue detenida poco después de que publicara esta información y tuvo que dejar atrás a su marido y a su hijo.

Ece era la última persona en Turquía para cuestionar lo que realmente sucedió el 15 de julio de 2016. En el país que dejé atrás tras coger un bote de refugiados ya no hay ningún periodista que pueda cuestionarlo. Y Erdogan es quien decide cuándo saldrá Ece de la cárcel.

En mi país, donde se cierran 160 medios de comunicación en una noche, se detiene a más de 200 periodistas y los grupos de medios de comunicación son comprados por empresarios que han recibido licencias públicas de Erdogan y que están subordinados a sus órdenes, ya no es posible ejercer el periodismo.

Me enteré en el trayecto que los traficantes de personas no permiten paquetes en las embarcaciones de refugiados. Aun así, pude llevarme mi portátil conmigo. Cuando el río Evros me separó de mi tierra natal, no sabía si volvería a escribir un artículo en el teclado de mi portátil.

Francamente, mi esposa, que también es periodista, y yo estábamos tan ofendidos con nuestra patria que ya no queríamos hacerlo. Sólo era periodista, pero me condenaron a 22,5 años de cárcel.

La situación en Turquía nos obliga a huir. Cada día la situación de los derechos humanos empeora y si no lo denuncio, ¿quién lo hará? Me hice esta pregunta estando en un campo de refugiados en Grecia. Un año después de salir del país, el régimen de Erdogan tampoco me dejaba en paz en Grecia y vine a Alemania. Todavía con la misma pregunta en mente, continúo mi trabajo.

En un régimen dictatorial, el trabajo más peligroso dentro de las fronteras del país es el de periodista. Por esta razón hay que hacerlo desde el extranjero.

Tengo un compañero periodista llamado Bülent Ceyhan. Es un fugitivo, como yo. Se gana la vida trabajando en un almacén por la noche y trata de hacer periodismo durante el día. Descubrió pruebas de que un profesor llamado Gökhan Açıkkollu fue asesinado por tortura en la comisaría de policía de Estambul. Y Ceyhan había hecho esto desde miles de kilómetros de distancia. Fue merecedor de un premio por sus reportajes.

Ceyhan debería recibir el Premio de Periodismo Metin Göktepe. Metin Göktepe era un periodista que fue asesinado por tortura en Turquía en los años 90. El premio se concede cada año en su honor a una información relacionada con los derechos humanos. Todos los periodistas coincidieron en 2017 que Ceyhan merecía este premio.

Una semana después de que se anunciara el fallo del galardón, algo sucedió. El comité anunció que el premio no podría ser otorgado a Ceyhan. Habían encontrado una razón increíble.

Todos nos dimos cuenta de lo que estaba pasando. Ceyhan era un periodista en el exilio. Y el maestro asesinado por la tortura era miembro del movimiento Gülen.

Ceyhan había investigado un caso y había sacado a la luz la verdad, mientras que ningún periodista en Turquía tuvo el valor de hacerlo. Pero tampoco hubo valor en Turquía para darle el premio que se merecía.

Nosotros, como periodistas que hemos emigrado a varios países europeos, somos los únicos que podemos decir al mundo lo que realmente está ocurriendo en Turquía. Incluso los corresponsales turcos de los medios de comunicación internacionales están sujetos a la autocensura porque siempre se enfrentan al riesgo de ser expulsados o detenidos.

Somos los únicos que podemos informar sobre aquellos que están sufriendo bajo tortura, que han estado en confinamiento solitario durante dos años y a los que se les ha negado el derecho a la vida.

Todos somos refugiados y, como todos los refugiados, a los periodistas no se nos permite salir de nuestro país de residencia. Algunos de nosotros estamos en un pueblo en la frontera polaca, otros en una pequeña ciudad en la Selva Negra.... No podemos reunirnos y el hecho de que los periodistas estemos tan distantes entre nosotros garantiza que un dictador pueda ocultar sus crímenes.

Cevheri Guven fue director de la revista política Nokta, una publicación progresista que ha destapado varios escándalos en Turquía y que ha sido cerrada por el gobierno de Erdogan. Guven vive actualmente refugiado en Alemania.revista política Nokta

Articulo originalmente publicado en la revista alemana Blick Punkt, traducido por Proderechos.org.