25.000 millones

0

Esa es la cantidad movilizada hasta el momento por el gobierno rojosatánico que no se ocupa de “las cosas de comer” para combatir los efectos de la inflación y la crisis económica gestada entre la pandemia y la invasión de Ucrania. Con esos miles de millones se financian las ayudas universales para los combustibles, la rebaja universal del IVA en la luz y en el transporte público, las subidas de las pensiones, el SMI o la Renta Social Básica; súmenle, además, la excepción ibérica que nos permite tener la luz tres veces más barata (66€/MWh, sábado) que Italia (290€/MWh, sábado) Francia o Alemania (269€/MWh, sábado), la reforma laboral o la prohibición de los despidos. Ya saben, esas cosas irrelevantes a las que, como no nos cansamos de escuchar, anda este Gobierno al que solo le importan sus líos y sus ideologías y no aquello que de verdad le importa a la gente.

Hay que reconocerle a esta coalición que, para estar paralizada por tanto lío y tanto desacuerdo, ha aprobado unas cuantas cosas que parecen haber irritado a unos cuantos; pese a que, por supuesto, son medidas descafeinadas e indignas de la verdadera izquierda. Algo deben haber hecho para que la principal promesa de la derecha y la extrema derecha consista en revertirlo todo; volver a cuando se recortaba lo que se tenía que recortar a quien no lo pudiera pagar y se bajaban los impuestos a quienes podían pero no los querían pagar. 

Entiéndame bien. Los miles de millones no son de Pedro Sánchez y sus ministras y ministros, son nuestros. No hay que agradecérselo. Pero sí, al menos en mi caso, reconocerle a este ejecutivo que tome decisiones que implican invertir el dinero de nuestros impuestos dónde se debe y para lo que se debe. A final de año serán casi dos puntos del PIB, prácticamente lo mismo que ha dedicado Alemania, sin soportar ni la deuda ni el déficit que aguanta España. 

El ruido generado por los propios socios, las infantiles acusaciones desde el PP y la derecha mediática sobre que les copian las medidas –que deberían llevarnos a concluir que la propuesta popular de bajar el IVA es un plagio de la rebaja del 21% al 10% decidida en su día por Sánchez–, o la urgencia de la situación no deberían llevarnos a desdeñar o ignorar el enorme esfuerzo colectivo y de solidaridad que estamos asumiendo. Se puede hacer más y seguro que mejor, pero se está haciendo mucho. 

Que la indignación de muchos conductores y transportistas porque las petroleras se hayan puesto de acuerdo para pactar los precios y absorber las ayudas se dirija contra el Gobierno y no contra las propias petroleras, resume como ninguna otra circunstancia por qué un esfuerzo de 25.000 millones de euros acaba derivando en la percepción de que no se ha hecho lo suficiente, o se ha hecho poco, o se ha hecho mal. 

Otro ejemplo. Aprobado el segundo paquete de medias y acallado el ruido entre los socios, como ya no se puede hablar de las maldades de su inacción o sus problemas de convivencia, los mismos que le acusaban hace un año de entregar nuestras fronteras a Marruecos tratan de convertir ahora a Sánchez en responsable de la brutalidad de los gendarmes marroquíes; no vaya a ser que se crea la gente lo del giro a la izquierda. Las élites españolas, siempre tan preocupadas por los más débiles y por los derechos humanos.