Los ayuntamientos han encontrado un yacimiento, hasta ahora inexplorado, para recabar recursos con los que rellenar sus maltrechas arcas municipales. La Iglesia católica, la organización más rica de la Tierra, el mayor propietario particular de inmuebles (y mira que es difícil superar a la banca en estos momentos con su parque de pisos incautados a los desahuciados) goza de la exención total del pago de impuestos de los templos y capillas destinados al culto, sus dependencias, edificios y locales anejos destinados a la actividad pastoral, las residencias de los obispos, canónigos y sacerdotes con cura de almas, los locales destinados a la Curia Diocesana y a oficinas parroquiales; los seminarios, la Universidades eclesiásticas, los conventos… more
La Iglesia justifica estos privilegios invocando que un concordato todavía vigente entre el Estado español y la Santa Sede reconoce así su ingente labor social; y ningún Gobierno democrático, ni de izquierdas ni de derechas, se ha atrevido a enfrentarse con ella. Un miedo tácito del poder laico al poder de movilización de la Conferencia Episcopal.
Tal es el tamaño del yacimiento, y tan grande la tentación, que hasta un rendido y devoto fiel como el exalcalde Ruiz Gallardón planteó en 2011 la posibilidad de recaudar 94 ricos millones de euros que Madrid, el Ayuntamiento más endeudado de Europa, podría obtener mediante el cobro del IBI a la Iglesia, posibilidad que hoy, ascendido a ministro, niega tres veces, como aquel Pedro sobre el que se edificó su Iglesia.
Pero la mecha ya ha prendido en muchos ayuntamientos de España. El pastel es demasiado jugoso. Como dicen en Galicia: “Amiguiños, sí, mais a vaquiña po-lo que vale”. Eso es lo que ha pensado el Ayuntamiento orensano de Amoeiro, el primero de España que, tras enviar los recibos del IBI al episcopado de Ourense, ya ha recibido respuesta en forma de recurso de reposición. El Ayuntamiento ha desestimado el recurso, por lo que al señor obispo tan solo le quedan dos vías: o pagar antes de dos meses o acudir a la vía del contencioso administrativo.
Como dice su alcalde, el socialista Rafael Rodríguez Villarino, “tienen hasta el 20 de julio para pagar voluntariamente. En caso contrario comienza la vía del contencioso administrativo… y en ese caso Dios dirá, y nunca mejor dicho”.
Por ahora, los bienes por los que se les exige el IBI se refieren a fincas rústicas y urbanas que no están amparadas de exención por el Concordato, y la normativa reguladora de las haciendas locales no recoge exención alguna aplicable a esos inmuebles. Según el alcalde de Amoeiro, después ya pelearán por los impuestos del resto de los bienes inmuebles propiedad de la Iglesia en su Ayuntamiento.
“Otra cosa son los edificios rectorales abandonados y sin ocupar - continúa Rafael Rodríguez -, a los que ya hemos enviado los recibos de recogida de basuras. Y esto último por un motivo: si les enviamos lo de la basura, puede que nos contesten que no hay nadie habitando esos inmuebles; y si nos dicen que no las habita nadie, ya no pueden alegar que son inmueble habitados por el clero… y si no pagan la basura porque no están habitadas, pues les decimos: muy bien, pues pague el IBI. En cualquier caso, aunque se dignen pagar la basura, a continuación les enviaremos los recibos del IBI”.
En esta primera tanda del IBI por las fincas se está hablando de una cantidad menor a los 3.000 euros, un pequeño paso para este Ayuntamiento pero un salto gigantesco para la humanidad, que diría Neil Amstrong al pisar el Vaticano, digo la Luna. Como dice el alcalde, el tamaño no importa: “Si nosotros ganamos, estos argumentos servirán de base para que los demás ayuntamientos de España sepan el camino a seguir”.
Un camino que los pequeños ayuntamientos deberán recorrer solos, sin la ayuda del estado. La propia Federación Española de Municipios y Provincias, dominada por el PP, acaba de manifestar que “no tiene nada que decir” y que por lo tanto “no va a haber ninguna petición al Gobierno” al respecto.
Antes de dos meses sabremos si el reino de Dios es de este mundo, y si cotiza, por lo tanto, por sus riquezas.