Aprende a oír el murmullo del peligro

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De cuantos problemas graves tiene España, uno de los principales –la derecha españolista– pretende convertir en tragedia nacional que el poder legislativo –el Parlamento– haya aprobado una ley de amnistía con garantías jurídicas y por mayoría absoluta. Buscan que el poder judicial –tomado también en buena parte por esa derecha– tumbe la aplicación de la Ley y de paso al poder ejecutivo, el Gobierno. El malvado Gobierno, que no tragan porque no es el suyo. En la España de tantas reminiscencias de la dictadura franquista parece que está muy enturbiada la separación de poderes, esencial en un Estado de derecho.

Cuanto más gritan, más voz pierden, y así quizás la sociedad avispada aprenda de una vez a oír por dónde viene el peligro, un lenguaje nítido que alerta de cómo se gestan los ciclones provocados. Nos tienen en marcha uno mundial. Y millones de perezosos incautos siguen sin enterarse. 

La bronca organizada en el Congreso por quienes no aceptan la democracia era el aviso de cuanto preparaban. Jueces y fiscales ya se han puesto a trabajar en la operación. En ellos confían, lo publicitan incluso desde las tertulias de la Radio pública, RNE.

El presidente provisional del PP chapotea en charcos de insultos cada vez más gruesos sin darse cuenta de que ha perdido otra vez la partida. Limpiamente, al menos. Otra cosa son las maniobras que se observan de todo el aparato.

Una presidenta de comunidad autónoma anuncia que presenta recurso de inconstitucionalidad. No hacia las prebendas que ella misma otorga a los elegidos para sus favores sino a leyes del Estado fuera de su ámbito. De los 7.291 ancianos muertos sin asistencia médica por un protocolo que se las negó no quiere saber nada.

Avisan. Todos. Avisan. Milei. Ayuso. El mentiroso compulsivo. Las matonas del PP y los matones de Vox. El Partido Judicial. Lo de García Page, desde Castilla-La Mancha, también era previsible que se lanzara a lo mismo, a ver si puede presentar recurso de inconstitucionalidad a la ley, él quiere igualdad. Esa palabra abusada en su forzada polisemia.  

Quienes han amnistiado hasta la indecencia y que han poblado este país durante décadas en cargos principales, no toleran ésta: la vinculada al procés. La amnistía de unas penas desmesuradas llegó en justicia y quien lo considere un problema no es consciente de los que realmente padecemos. Esa derecha, insisto. Ésa a cuyos líderes enlaza sus ataques contra España el gobierno genocida de Israel. Ese mismo Gobierno a cuyo mandamás en jefe va a contarle chismes –o asuntos internos de España– mano con mano el líder de la extrema derecha oficial y encima presume de ello.

Da la casualidad que Javier Milei, el admirado ejecutor de esta derecha extrema, de Vox y el PP, se ha ido a California a contar que es cierto que va a haber ciudadanos que se mueran de hambre, pero que no va a hacer nada. Supone que “no van a ser tan idiotas como para no evitar fallecer”. No sabemos qué les incita a hacer. Les ha negado hasta el alimento de los comedores sociales que tenían ganado por ley.

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No les quepa duda de que la ultraderecha que viene, tan promocionada, operará en estos campos de la crueldad sin el menor escrúpulo. Avisan. Más aún; lo hacen ya.

Para la Internacional Despiadada las primeras víctimas, sujetos prescindibles, son los pobres y los ancianos –en tiempos de paz– y los niños, en guerra. Los sionistas que asesinan a estos últimos en Gaza saben que dañan mucho más a los corazones sensibles del planeta y disfrutan el doble. Tienen muchos cómplices que les avalan.

Y no me dirán que Trump no avisó, que no avisaron los Estados Unidos que lo encumbraron al poder en su día y que pretenden volver a hacerlo. Que hubiera cimentado su éxito empresarial en trampas y corrupción no es cosa infrecuente en ciertos candidatos de ciertas tendencias, lo peor fueron los delitos en los que incurrió en la Casa Blanca. Condenarlo por haber ejecutado 34 para tapar un acto de prostitución puede ser hasta el menor de sus delitos. Silenciar éste le ayudó a ganar la primera vez, eso sí. Pero ni el asalto al Capitolio –pendiente de juicio sine die– es considerado insurrección. Aquí poner unas urnas en la calle seria objeto de guillotina si a ellos les dejaran. ¿O no es eso en realidad lo que les guía? Lo dudo.

Trump también se preparó, como el PP, unos tribunales con jueces afines solo que algunos, aun así, han demostrado mayor aprecio a la dignidad de su profesión, como vemos. No parecen un partido político, imparten justicia.

Lo peor son los enfebrecidos seguidores de estos gobernantes indeseables. La condena a Trump le ha supuesto donaciones récord a su campaña que en pocas horas alcanzaban los 34 millones de dólares. Lo quieren de guía aunque les lleve al precipicio. Y no es el único que suscita estos amores tóxicos e irracionales. Lo hemos dicho muchas veces: la ignorancia ha sido la mejor inversión de los corruptos.

Los huracanes que nos cercan son de gran intensidad, de los que barren democracias, pero los de este tipo se paran en las urnas, con información rigurosa, con decencia. Y sin la menor duda, poniendo de una vez un punto y aparte mayestático a los principales problemas. Los de este país son sobradamente conocidos. Urge romper el hilo que ata contranatura los poderes troncales, devolverlos a los principios constitucionales.