Armas, hermetismo y puertas giratorias

15 de mayo de 2021 21:56 h

0

Esta semana hemos conocido, a través de una exclusiva publicada en este diario, una historia de opacidades y puertas giratorias que merece atención.

Según ha desvelado elDiario.es la consultora Everis, presidida por Eduardo Serra –exministro de Defensa con el Gobierno de Aznar– logró el permiso del Gobierno de Rajoy en 2017 para vender armas a Arabia Saudí. Esto ocurrió a pesar de que Naciones Unidas y el Parlamento Europeo ya pedían que no se exportara más material a ese país, en un momento en el que la monarquía absolutista ya estaba implicada en la guerra de Yemen, calificada por Naciones Unidas como la mayor catástrofe humanitaria del mundo y en la que han muerto más de 230.000 personas.

Dichas exportaciones fueron contrarias a la normativa nacional y europea en materia militar. Poco tiempo después de la venta de estos morteros y proyectiles a Arabia Saudí, el armamento de Everis y su filial ya estaba siendo utilizado en la guerra yemení. Como ya se publicó el pasado agosto, una investigación de este periódico junto a Greenpeace encontró y geolocalizó imágenes de la guardia fronteriza saudí disparando morteros de fabricación española en un área donde se registran habitualmente enfrentamientos con los rebeldes hutíes en la frontera de Yemen.

Hay más: entre 2018 y 2019 tanto Everis como su filial NTGS entrenaron a militares de Arabia Saudí en dependencias del Ejército en Zaragoza para aprender a usar el armamento adquirido. Es decir, en suelo público. Una vez entrenados, fueron desplegados en la frontera yemení. Solo entre enero de 2019 y enero de 2020, la base de datos de ACLED (Proyecto de Datos de Localización y Eventos de Conflictos Armados, en sus siglas en inglés) identificó más de 300 ataques de artillería o misiles del Ejército saudí en esa región. Según ese observatorio, buena parte de estos ataques de artillería en la región son obra de este cuerpo fronterizo entrenado en España.

En sus estadísticas de exportaciones de 2018, el Gobierno español ocultó tanto al Congreso como a Naciones Unidas la mayoría de las armas que Everis vendió a Arabia Saudí. Solo informó de menos de una décima parte de esas exportaciones. De todo ello se puede concluir que los morteros españoles que el Ejército saudí está usando en la guerra de Yemen se exportan sin control o se ocultan en los informes enviados al Congreso y a varias instituciones internacionales.

Desde el actual Gobierno de España se ha asegurado que la guerra en Yemen es una “preocupación esencial” para el Ejecutivo de Pedro Sánchez. Sin embargo, España ha seguido vendiendo material militar a Arabia Saudí, uno de los actores principales del conflicto yemení, donde han muerto unos 12.000 civiles y donde se han documentado bombardeos indiscriminados y desproporcionados por parte de la coalición en la que participa el Ejército saudí que podrían constituir crímenes de guerra.

Solo en 2020, los barcos saudíes que cargan armas desde nuestro país visitaron al menos en seis ocasiones los puertos españoles: venían a cargar munición y recambios de la filial de Everis. Según datos oficiales del pasado mes de diciembre, en el primer semestre de 2020 el Gobierno español concedió dieciséis autorizaciones de exportación de material de defensa a Arabia Saudí por valor de casi cien millones de euros y se realizaron exportaciones por valor de 32 millones, de los que 21 millones correspondieron a munición y otro medio millón a “bombas, torpedos, cohetes y misiles susceptibles de ser usados en Yemen”, según denunció Amnistía Internacional.

Esta ONG, junto con Greenpeace, Oxfam y Fundipau, señalaba en marzo de este año que el Gobierno español “debe elegir entre seguir en el lado oscuro de los mercaderes de la muerte que alimentan un conflicto que dura seis años (…) o sumarse a una creciente lista de países que han dicho: basta ya de atrocidades”. Se refería con ello a Estados Unidos e Italia, que ya han suspendido sus exportaciones a Arabia Saudí y a Emiratos Árabes Unidos, también presente en el conflicto de Yemen. Además, Bélgica, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Grecia o los Países Bajos han aprobado restricciones a las exportaciones militares a la coalición en la que opera Arabia Saudí.

Tanto la legislación española como la europea prohíben expresamente enviar material bélico cuando existan “indicios racionales” de que puede ser usado para “perturbar la paz” o “exacerbar tensiones o conflictos latentes”. La guerra de Yemen es un ejemplo claro de esto. La Secretaría de Estado de Comercio española ha defendido en distintas ocasiones que las licencias de exportación de armamento a Arabia Saudí son otorgadas en el marco de “un cumplimiento escrupuloso” de la ley. Pero informaciones como las aquí mencionadas demuestran que existen demasiados muros y puntos oscuros en lo referido a las exportaciones de armas.

Son varias las herramientas que permiten el secretismo en España: la Ley de Secretos Oficiales de 1968, modificada parcialmente en 1978 –el Gobierno dice que propondrá una nueva a finales de año– y dos acuerdos aprobados en Consejo de Ministros: uno, de 1987, suscrito bajo el mandato de Felipe González, que convierte en secretas todas las actas de la junta interministerial encargada de aprobar las exportaciones de armas, y otro, en 2010, bajo mandato de Rodríguez Zapatero, que autoriza la clasificación de 14 áreas completas de la política exterior española.

Recientemente Greenpeace llevó ante los tribunales esta opacidad oficial en la venta de armas, alegando que la ausencia total de control parlamentario a las exportaciones de armamento español se salta la ley nacional e internacional y poniendo como ejemplo dos casos: la venta de morteros de la empresa NTHS a Arabia Saudí, país involucrado en la guerra de Yemen, y un envío de bombas racimo de la empresa Expal también a Arabia Saudí y a Emiratos Árabes Unidos. Uno de los recursos fue admitido a trámite por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid.

España dispone de una Ley de Transparencia y de otra sobre el control del comercio de armamento (2007). Además, ratificó en 2014 el Tratado sobre el Comercio de Armas. Pero, a la vista de los hechos, el negocio de la guerra, la opacidad y el hermetismo siguen estando por encima. Es hora de cerrar el grifo, porque hay secretos que matan. Ni siquiera es imprescindible una decisión en el Consejo de Ministros. Basta con que se aplique la legislación española e internacional. Vender armamento a Arabia Saudí contribuye a perpetuar el conflicto. Como se preguntaban recientemente varias organizaciones no gubernamentales: ¿A qué está esperando España?