Asier no fue al estreno
Si mi mejor amigo fuese de ETA, no sé si me atrevería a contarlo. Y menos a decirlo en público. No digamos ya escribir sobre ello. Pues Aitor Merino ha ido aun más lejos: ha rodado una película sobre su amistad con Asier Aranguren.
Y cuando digo “de ETA”, no me refiero a un partidario de la organización terrorista, ni cualquiera de los muchos que alguna vez han sido etiquetados como “proetarra”, ni siquiera un miembro de la izquierda abertzale. Hablo de un etarra de verdad, miembro confeso y orgulloso de ETA, que ha cumplido ocho años de cárcel, que no se arrepiente y que asume todo lo hecho por la banda.
Asier ETA biok (Asier Y yo), dirigida por los hermanos Aitor y Amaia Merino, se estrena hoy en unos pocos cines, pero si yo fuera ustedes buscaría el más cercano y la vería cuanto antes. Un documental valiente, inteligente y emocionante, que además llega con años de adelanto. Valiente, porque hay que serlo para hablar sobre ETA saliéndose del marco habitual. Inteligente, porque los Merino saben evitar todas las trampas que se abrían a su paso, y salen ilesos. Emocionante, porque es una hermosa historia de amistad y está rodada con una humanidad que se ve pocas veces en cines.
Pero he dicho también que llega con años de adelanto, y ese valor anticipatorio es su principal mérito: esta película se entenderá mejor dentro de unos años, hoy todavía sufrirá incomprensión y rechazo por muchos, pues la inercia de décadas de terrorismo y antiterrorismo persiste. Dentro de unos años la normalización a la que unos y otros aun se resisten pero que acabará llegando, hará que todos nos hagamos preguntas como las que se hace Aitor Merino al pensar en la militancia etarra de su amigo de la infancia.
Entonces entenderemos algo que hoy todavía no se puede ni decir, y que la película propone con habilidad (con humor y aparente inocencia, de ahí su eficacia): que el terrorismo no tiene justificación pero sí tiene razones. Frente a la caricatura del etarra descerebrado, animalizado y delincuente común que nos ha contado la propaganda, descubrimos las razones del miembro de ETA, el porqué de su militancia, de sus años de cárcel, de su aceptación del sufrimiento causado. Razones políticas, que tal vez no compartamos pero que están ahí. Y en el caso de Asier Aranguren, también razones personales y familiares.
Insisto: no tiene justificación (y los Merino nunca justifican la violencia de ETA), pero sí razones. Conocer esas razones, sin necesariamente compartirlas, es un paso importante para construir el tiempo futuro, y en esa dirección Asier ETA biok empuja el actual proceso más que muchas declaraciones solemnes.
Pero en el preestreno de hace unos días en Madrid, al que tuve la suerte de asistir, faltó alguien: el protagonista de la película. No estuvo Asier Aranguren, el amigo de Aitor. No sé si habría querido estar (pues no sale muy favorecido en el retrato), pero no pudo elegir. A esas horas se encontraba en una prisión madrileña, a la que lo envió un juez de la Audiencia Nacional junto a los otros siete detenidos en la operación policial de hace una semana.
Ya me pronuncié sobre aquella operación, que hoy me sigue pareciendo un error. Asier Aranguren ha militado en ETA, no lo oculta, y ya pagó cárcel por ello. Pero hoy que ETA ha abandonado las armas y está a punto de entregarlas y disolverse, no entiendo que alguien vaya a prisión provisional por “integración en organización terrorista” después de que un juez lo acuse de hacer un trabajo que era público, que nadie ocultaba, y que días antes había fructificado en un paso histórico del colectivo de presos.
Aunque algunos se empeñen en sabotear un proceso que no tiene vuelta atrás, llegará un día en que Asier y Aitor puedan ver juntos la película. Por ahora, véanla ustedes. Y discútanla, que bien lo merece.