Ante la inminencia del 12 de octubre, una nueva palabra enriquece el vocabulario de las derechas de este país que ya sabemos toman té todas juntas y al día siguiente repiten las mismas bravuconadas que los ultras. Esa palabra es 'indigenismo'. Y la ha puesto de moda la influencer liberal Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid, que ya viaja por el mundo como si fuera presidenta de España, ha dicho que “el indigenismo es el nuevo comunismo”. La clave, como es habitual, son las fake news. Porque habría que aclarar que el 'indigenismo' es un término ya bastante en desuso dentro de las ciencias sociales que intentaba desde una mirada no india decir qué era el indio, de modo que esta idea ayudara a forjar una cultura nacional uniforme en la creencia de que los indígenas eran un estorbo para el progreso.
Pero vamos, voy a hacer un esfuerzo por dilucidar este uso tan original del término, no vaya a ser que nos quedemos con la falsa idea de que no se entera de nada cuando en realidad sabe muy bien hacia dónde apunta. Digámoslo claro: la derecha española, no solo Ayuso, llama “indigenismo” a las luchas de los pueblos indígenas por sus derechos que tanto les atemorizan y a sus aliados. Hay en esta forma de llamarlos un desprecio fundacional cargado de racismo, que suma a la mirada del supremacismo cultural hispánico el estigma de su fantasma favorito: el comunismo. La conspiranoia le lleva a decir que estos comunistas quieren “dinamitar” (sic) el legado español. A esto en mi país lo llamamos terruquear, tratar de terrorista a cualquiera que cuestione el poder. Lo que acaba de hacer Ayuso a nivel internacional es terruquear a la población y cultura indígenas.
Por supuesto, esta visión violenta de lo español como elemento civilizador va siempre acompañada de la leyenda feliz del mestizaje, la fusión, la evangelización y la lengua. Por eso Toni Cantó ha organizado un festival de la hispanidad lleno de símbolos coloniales. Porque les interesa seguir construyendo su honor y gloria sobre los símbolos de la impunidad, el caballazo y el olvido. Censuran y borran. Y todo en nombre de la libertad. Un rocambolesco relato en el que los colonizadores son los buenos. Una historia de dominación en la que se venden como los salvadores e incluso como las víctimas. ¡Pero si han hecho lo mismo con la Guerra Civil! Nunca piden perdón. Los conocemos. Sabemos de qué lado están. Que no odiamos España, odiamos esa España.
La derecha anti indígena de hoy, es decir, racista y antimemoria, es la que sigue celebrando todos los años el 12 de octubre como fiesta nacional de España ignorando los reclamos que llegan desde sus excolonias, que lo consideran una afrenta. Es como si el Estado alemán celebrara el comienzo del exterminio judío como el día de la patria. Pero como son indígenas y ni ellos ni sus descendientes han sido nunca considerados personas, les parecerá una comparación exagerada. No hay barbarie que aguante el relativismo cultural, lo único que hay es vigencia del fascismo. Su discurso hegemónico alimenta el racismo que vivimos día a día. A las pruebas en las calles de Madrid me remito.
¿Y quiénes son los “indigenistas comunistas” contra los que Atlas Network invierte millones? Son los zapatistas que se rebelaron contra el Estado mexicano. Son los nietos de esclavos e indios explotados que quieren acabar con los símbolos coloniales como las estatuas glorificadas. Son las mapuches escribiendo la Constitución en Chile. Son los presidentes y autoridades indígenas que impulsan Estados plurinacionales. Son las y los defensores de la tierra que se oponen a la depredación y al extractivismo. Son las mujeres guatemaltecas organizadas desde el feminismo comunitario y el compromiso por la memoria y los derechos que han puesto contra las cuerdas las dictaduras genocidas aliadas de los poderes europeos y gringos defendiendo la justicia y la vida. Son culturas vivas, millones de personas con sus propias lenguas y universos. También serían indigenistas quienes creen que los pueblos indígenas deben ser escuchados en sus luchas del presente y sus demandas de reparación. Y en ese grupo entra hasta el santo Papa argentino.
Qué divertido jugar con las palabras para nuestra guerra ideológica. Yo también puedo: la hispanidad es el viejo colonialismo. Ayuso es la nueva colonialidad de siempre. El PP es el nuevo Vox. Pero hay que decirles que ya está bien, que hay que llamar a las cosas por su nombre: sí, señora, los pueblos indígenas (que no el indigenismo) hoy están organizados para descolonizarse (que no es que militen en el comunismo y menos en su idea de comunismo) y por justicia (si a eso quiere llamarlo revolución, adelante). Y como siempre, afrontan esta lucha histórica en desigualdad de condiciones, como lo hicieron durante la colonia y luego bajo la dominación de las élites blancas y criollas actuales, herederas de esas castas, pero luchan no solo por sus comunidades, también por el sostenimiento y conservación de todo lo que nos rodea.