La familia es lo más importante. No solo la filial, sino también la mediática. Ayuso los cuida, es como la mamma italiana que reúne a todos sus hijos a la mesa y comienza a dejarlos bien saciados mientras los disciplina y les explica cómo proceder. Reparte el pan, pero también distribuye los cuchillos. A los ojos poco entrenados les puede haber sorprendido la defensa encendida, casi reptilicia, que han hecho de Isabel Díaz Ayuso y su hermano el de las mascarillas algunos medios del ámbito conservador dejando vendido a Pablo Casado en la guerra fratricida. No les extrañe, la familia se protege.
Sí, la familia es lo más importante. No tanto como para decirle a tu hermana que, en mitad de la mayor pandemia en 100 años, con 700 personas muriendo al día y cuando no había mascarillas ni EPI para el personal sanitario, tú tienes acceso a material sanitario y contactos en China para ponerlo a disposición de los madrileños y que la administración pueda traerlo para salvar vidas. Por qué razón hacerlo si se puede hacer negocio y que la pandemia sea una oportunidad para lucrar de manera desvergonzada a los Ayuso. Mentalidad de tiburón.
No fue consciente estos días. Pero eso es lo que Isabel Díaz Ayuso estuvo diciendo, que cuando la gente moría por no tener protección ante el coronavirus su hermano no le dijo en ningún momento que él tenía contactos para traer material sanitario. Por eso ella no sabía nada. Nos lo tenemos que creer. En lugar de eso calló durante meses hasta reconocer en un comunicado que su hermano cobra comisiones con una empresa interpuesta para así eludir la imposibilidad de contratar con la Comunidad de Madrid por el artículo 71 de la ley de contratos del sector público. Eso es lo que ha reconocido Ayuso. Eso es lo que están justificando los medios reaccionarios; que el hermano de la presidenta se ha lucrado con una comisión gracias a un contrato a dedo a la empresa de un amigo que acudió a su boda y que sirve de empresa pantalla para que el nombre de Ayuso no figure a la vez como dador y como receptor. Todo está en The Wire y para entenderlo hay que hacer caso a Leaster Freamon y seguir el dinero.
Los editoriales de El Mundo, su jefe de opinión y los columnistas engrasados andan desatados intentando justificar que es normal que un hermano se lleve un 3% de comisión de un contrato de la administración que preside su hermana. Todo se comprende de manera sencilla accediendo, como ejemplo, al plan de medios de la Comunidad de Madrid del año 2020, que riega de publicidad institucional a la prensa de la derecha y de la extrema derecha. No son los únicos que cobran, pero sí los que más y han demostrado ser serviles a los intereses del pagador mayor.
Ayuso ha cuidado sus apoyos y por eso ahora existe una pléyade de editorialistas, columnistas y directores tomando posición por Lady Comisiones. Unidad Editorial, grupo editorial de El Mundo, es uno de los máximos adjudicatarios de publicidad institucional, además de lograr contratos sin publicidad y concurrencia para organización de foros y demás ralea propagandística, sin contar la pedrea de contratos menores para inserciones publicitarias culturales. Les parece poco la comisión del hermanísimo porque ellos han cobrado de las arcas públicas de la comunidad mucho más. Y eso sin contar las campañas de los ayuntamientos al servicio de Ayuso y el branded camuflado que sirve como contenido patrocinado. Cómo no tomar parte en una guerra en la que una de las partes te aporta sumas cuantiosas y la otra nada más que disgustos.
El riego constante de Ayuso de dinero público para los medios de la derecha y de la extrema derecha tiene como objetivo mantener las filas mediáticas prietas cuando la situación lo requiere. Por eso ha sido tan descompensado el apoyo que ha recibido Isabel Díaz Ayuso por parte de la caverna mediática en comparación al de Pablo Casado: no se trata de una línea editorial legítima que tome posición por cuestiones periodísticas, éticas, morales o ideológicas. Es el parné. Uno de los más fieles escuderos de la hermana del contratista ha sido Federico Jiménez Losantos, que no ha dejado cabeza en Génova sin insultar y destripar con su verborrea radical habitual. Es normal cobrando lo que cobra de las arcas que gestiona Ayuso. El plan de medios 2020, que es una de las muchas patas con las que reparte dividendos el PP desde Sol, hizo muy feliz al locutor vociferante. Hay que cuidar las cuentas. La guerra Ayuso-Casado no recluta soldados que defiendan sus valores, son solo mercenarios. El problema de Pablo Casado con respecto a Isabel Díaz Ayuso no reside en esgrimir mejores razones a la opinión pública, simplemente es que no tiene una administración pública desde la que cultivar amistades y sembrar clientelismo.