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Azaña se volvería a desesperar

Suso de Toro

Nadie se desespere, o sí. Fuera de la literatura y el mito no existe el destino en sentido estricto, aunque... El resultado electoral podría haber sido otro, quizá si el PSOE, quizá si Podemos…

En realidad, el resultado les viene bien tanto al PP como al PSOE. El PP quiere seguir gobernando, ya pasó lo peor y a ver si se refuerza desde el poder y el PSOE sabe que quien gobierne va a tener que hacer los recortes que imponen los comisarios europeos para este año más los que dejó sin hacer el PP por electoralismo.

Lo sorprendente de la noche electoral fue que resultase sorprendente, la sorpresa no solo de Iglesias sino del propio Rajoy, pero el resultado es más o menos el que se deseaba desde los poderes económicos y del estado, y no es por carambola. Esto fue conducido.

Como me repito, seré conciso. Desde el comienzo de la crisis los poderes económicos se implicaron directamente en la conducción de la política. Por un lado, la estigmatización de la figura de Zapatero y la liquidación de su legado eran necesarios para instalar al PP y sus políticas. El partido en manos del aparato y de González estaba en buenas manos. Por otro lado, el descontento social y el rechazo del sistema político había que corregirlo e integrarlo, eso se hizo gracias a una operación de envergadura a través de los medios de comunicación.

Estando el sistema de partidos vacío de verdadera política fue fácil trasladar el debate a los platós de televisión y transformar a la ciudadanía en audiencia televisiva. En los dos últimos años más que política democrática hubo un “reality show” y de partidos con sus estrategias se pasó a un espectáculo con personajes caricaturescos, como conviene al espectáculo. Conforme se vació el debate político aumentaban las audiencias. En esta última campaña nadie habló de nada, se habló de ellos: si éste haría esto o aquel estaba enfadado con el otro. Y jugaron con los miedos de la audiencia y sus posibles miedos a que viniese un lobito venezolano, lo mejor fue cuando llegó a la escena un lobo creíble, el “Brexit”. La audiencia reaccionó del modo esperado.

El final del cuento o del programa televisivo fue el deseado, seguramente habrá un gobierno continuísta del anterior y en Euskadi y Catalunya Podemos entró con fuerza enarbolando un discurso castizo y patriótico y prometiendo la reforma de España. Francamente, mejor imposible para los poderes dominantes.

El electorado español no es tan raro ni tan distinto, pero España como proyecto es un fracaso incapaz de reformarse y lo ha vuelto a demostrar en esta ocasión. Puede que cuando pasen unos años y se mire hacia atrás se comprenda que estos días se cruzó otra verdadera línea roja cuando un partido corrupto y corruptor ganó unas elecciones controladas por un ministro del que eran conocidos gravísimos delitos, mientras el estado procesaba a gobernantes catalanes. Lo que ha ocurrido, lo que está ocurriendo, es insoportable democráticamente y justifica que la ciudadanía no reconozca a este estado. La ciudadanía catalana lo hace y lo hará, los demás deberíamos hacerlo también.

Rajoy ganó porque la oposición no ofreció alternativa de gobierno. El PSOE debilitado por su división interna y, sobre todo, su falta de liderazgo político serio se transformó en un partido territorial del sur. Lo de Podemos no es menos dramático, aún no han despertado de su sueño y no quieren asumir la realidad.

La conducta de Iglesias en la noche electoral y días siguientes es la de un boxeador sonado que no acepta que está fuera de combate. Su verdadera realidad es que fue un boxeador utilizado por quien controla las apuestas. Primero sirvió para arrinconar al PSOE y, a continuación, su agresividad verbal, su manifiesta ambición, tanto da si era personal o de su grupo generó un rechazo progresivo y, lo más útil, sirvió para enfadar y meter miedo en el electorado de la derecha.

Podemos creció y vivió dentro de la burbuja mediática de estos años, sin verdadera base organizativa ni territorial debajo, en una esfera digital y eso les ha impedido ver que eran una pieza más de un juego que no controlaban. Es lógico que ahora tengan sensación de irrealidad, los amos del juego pincharon la burbuja y todos estamos aturdidos ante un plató vacío. El recurso a hacer una encuesta para saber qué ocurrió es una muestra más de falta de sentido de realidad y de debilidad política, indica que se guiaron por las encuestas en vez de tener un proyecto propio. Pero las encuestas también eran parte del “reality show”.

Podemos fue estos dos años una borrachera exaltada que sus dirigentes azuzaron conscientemente, alimentaron un entusiasmo sin un contenido político claro que se dirigía contra los demás, fuera de ellos todo era “casta”, “viejos” y cualquier objeción o crítica era contestada con descalificaciones personales. Podemos integró en el juego político a una generación y una parte de la población que se sentía fuera pero le ofreció una cultura política infantil y narcisista. La arrogancia del telepredicador y el fanatismo de los fans es una aportación nefasta que no existía desde los tiempos de Lerroux. Lo peor es que, por cómo están reaccionando, no se puede esperar mucha humildad que les permita reflexionar desde el principio.

Podría haberse pactado un gobierno distinto hace unos meses, sí. Los resultados podrían haber sido otros ahora también, pero se ha llegado a un punto que no tiene retorno, no se desanda lo andado fácilmente. La sociedad española es rehén de sus amos, no existe ningún proyecto de España integrador, sólo el capote de “la Roja” y no hay otro proyecto que odiar a los enemigos interiores. No culpen a los catalanes si se sienten maltratados y quieren marcharse de esta España frustrada y frustrante, rota interiormente y llena de odios cruzados, ellos tienen su proyecto de una república propia. Los demás tenemos a Rajoy y los programas de televisión. Azaña se volvería a desesperar.

Y un servidor les pide disculpas y se tomará un descanso de esta presencia semanal, entregando sus opiniones tan incómodas de modo mucho más espaciado.

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