Llevar una mascarilla cada día nos ha hecho pensar en el dinero que, de repente, sale de nuestras cuentas para proveernos de un producto que se ha convertido en básico. Desembolsar decenas de euros cada mes para llevar mascarillas es un lujo o un problema para muchas personas y familias. Rebajar el IVA de estos productos parece una medida asumida, comprendida por una mayoría, también política.
Esta semana el Gobierno preguntaba a la Comisión Europea cuál era el criterio respecto al IVA de las mascarillas. El impuesto se regula por una directiva europea y los ejecutivos nacionales no pueden tocarlo a su antojo, sino ateniéndose a esos criterios comunes. Lo sabemos porque es un argumento que escuchamos hasta la saciedad cuando organizaciones de mujeres y de la sociedad civil empezaron a hacer ruido para pedir una rebaja del IVA de compresas, tampones y otros productos para la regla.
En este artículo Civio mostraba como la mitad de los países europeos tienen el mismo IVA para compresas y tampones que para el tabaco, la cerveza o el vino. Ya saben, el vicio de sangrar una vez al mes. Lo mismo te tomas unos vinos que unos gintonics o te echas un cigarro que te retuerces por los calambres, manchas las bragas de líquido viscoso y te cambias de tampón seis veces al día.
El movimiento para rebajar o eliminar los impuestos sobre estos productos se extendió por muchos países y logró su objetivo en algunos de ellos. Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Australia o Nueva York son algunos de los ejemplos. En España no hubo Presupuestos Generales en 2019 y no los ha habido en 2020, y nos hemos quedado sin la promesa del Gobierno de rebajar definitivamente este impuesto sobre los productos para la regla del 10% actual al 4%, el tipo marcado para el IVA superrreducido.
Pero más allá del debate sobre el IVA como impuesto y sobre su tipificación, llama la atención la naturalidad con la que parecen asumirse algunas necesidades porque afectan “a todo el mundo” frente a otras que suenan, al menos al principio, a más accesorias, de menos calado en la población, menos importantes. No toda la población sangra una vez al mes, pero desde luego sí una parte significativa. Calcular el dinero que gastamos durante nuestra vida porque tenemos la regla puede resultar desmoralizante.
Sin embargo, durante años escuchamos que el IVA de compresas y tampones era inamovible, salvo que así lo dijera la Comisión Europea. Las decisiones de varios países y la pandemia han demostrado que hay margen para ser flexibles. Eso sí, había que preguntar, tomar la iniciativa, pasar a la acción. Pero todos esos verbos suelen ir acompañados de sesgos. El de género, por ejemplo.