La ciudadela teme a los “nuevos bárbaros”
¡Gran novedad! ¡Gran pacto de Estado “contra el yihaidismo”! ¡Y uno de los firmantes dice que lo firma pero que lo va a recurrir! La política reinante no soluciona problemas, los crea, pero no deja de sorprender y hay a quien le divierte.
El pacto es perfectamente innecesario para lo que se reclama, pues el estado ya tiene instrumentos para controlar ese terrorismo, otra cosa es la capacidad o falta de ella de los responsables de la seguridad, así que hay que entender que la clave está en la fotografía de Mariano Rajoy, presidente de Gobierno, con Pedro Sánchez, que ocupa el lugar de “jefe de la oposición”. En otras palabras, ese apretón de manos pretende reafirmar el bipartidismo y decir que ellos son la “España oficial”, son los que están “dentro”. Ellos son el Estado.
El interés de Rajoy en el pacto y la foto es comprensible, legitima democraticamente a un gobernante que ha destrozado el estado de derecho y legislado a golpe de decreto y mayoría absoluta. Da igual que su gobierno esté liquidando la libertad de expresión y de manifestación, que se estén multando y encarcelando ciudadanos por protestar que ahí está Sánchez para firmarle la política que aplica y aplicará el ministro del Interior. Sánchez legitima no solo a Rajoy, también al Ministro del Interior, García Díez. Pero no le llega un pacto y pide más a este gobierno, también quiere pactar la educación con Wert, tan falto de abrazos. Probablemente pretenda repetir la táctica de Zapatero ante Aznar, ofreciendo pactos a quien no los quería, sin aceptar que la situación histórica es completamente distinta y que Rajoy, después de todo lo que hizo anteriormente, querrá no solo pactarlo sino abrazarlo.
Sin duda Sánchez quiere dejar claro que él es de los de “dentro”, pertenece a la gente responsable que vive a cubierto en la ciudadela y está familiarizada con el palacio. Por si no quedase claro reclama su abolengo: “nuestros logros”. Se refiere a los logros de los gobiernos de su partido desde los años ochenta. Reclama la legitimidad que le dan sus antepasados y le pide a la ciudadanía que no descrea de la gente de alta estirpe. Realmente le pone “ a güevo” a los de “Podemos” el argumento de “la casta”.
Precisamente el domingo Podemos también envió un mensaje muy gráfico con su masiva concentración en la Puerta del Sol de Madrid, allí escenificó un espacio político, “los que están fuera y, además, quieren entrar en la ciudadela y tomar el palacio”. No simpatizo con convocatorias puramente partidistas, como era el caso, y también recelo de los personalismos pero entiendo que nunca se conquistó poder desde abajo conservando los guantes puestos y el desembarazo y la avidez de esos dirigentes significan que no pretenden simplemente tener un escaño sino gobernar España. Van en serio.
Roma temía en sus pesadillas la llegada de los bárbaros, ahora esos dos patricios que pactan y se dan la mano conjurándose contra los intrusos también temen. Tarde piaron, esos “nuevos bárbaros” ya entraron en la ciudadela y parece inevitable que se vayan a sentar en el foro, y es posible que, solos o en compañía, ocupen el palacio. Negar que eso ya ha ocurrido, que no existen ni cruzaron los muros, es lo que pretende vanamente esta dirección socialista, pero volver al pasado es imposible. El pasado es ese lugar donde habita sin saberlo el expresidente González, que aparece como un espectro para reclamar continuidad y lealtad a ese pasado, que es suyo.
Fue a un gobierno socialista al que le cayó encima la crisis financiera nacida en Wall Street y la debacle del modelo económico español (y como consecuencia esta crisis política que es absurdo ignorar). No sabemos como habría actuado Zapatero ni el partido socialista si en vez de estar en ese momento en el gobierno hubiesen estado en la oposición. Si esas circunstancias quizá hoy tuviesen la capacidad de ofrecer alguna respuesta, pero no fue así y es evidente que el PSOE está atrapado en su “día de la marmota”. El PSOE sigue grogui. Lo que acaba de decirnos Sánchez es que no es posible hacer nada y que la única política posible es la que hay.
Pero lo que acaba de ocurrir en Grecia es precisamente lo contrario, la demostración de que la política no tiene por que ser únicamente obedecer y administrar las órdenes. Grecia nos está demostrando que la política puede servir para parar políticas injustas, es una desautorización de Rajoy y su leal opositor. Grecia demuestra que otra política es posible y los deja con el culo al aire.
¿Por qué debemos aceptar las políticas que nos dañan si es posible hacer otras? ¿Porque si? ¿Por qué creen que merecen el voto, porque les debemos algo? ¿Alguien sabe algún otro motivo?