La nueva diana del macartismo mafioso patrio es Silvia Intxaurrondo. Una periodista de acreditada solvencia que, en La hora de la 1, TVE, osa informar incluso de temas sensibles, aportando datos, y que, además, entrevistó en la campaña electoral del 23J al entonces candidato a la presidencia del Gobierno Alberto Núñez Feijóo con el máximo rigor, repreguntando y señalando sus mentiras y contradicciones como solía hacerse como norma en las televisiones británicas y estadounidenses de prestigio.
Feijóo, de donde salió abrasado, como señalé entonces, fue del Debate de Antena 3, por una cadena de falsedades que quedó absolutamente impune ante unos moderadores inexistentes. Fue tan palmario como flagrante. La obligación de cualquier periodista de verdad es hacer lo que hizo Intxaurrondo cuando Feijóo se sentó con el mismo talante en el plató de TVE. El contraste fue brutal, y se vio la verdadera dimensión del candidato. No están acostumbrados en España a esto. Casado, por ejemplo, soltó en su día (octubre de 2021) una mentira cada dos minutos, cronometradas, en otra entrevista de TVE y no fue rebatido.
Llegamos pues al lunes 4 de marzo –corregido el martes 5– cuando El Mundo publica un artículo que titula: “RTVE renovó a Silvia Intxaurrondo por 537.000 euros el mismo día de su dura entrevista a Alberto Núñez Feijóo”. Su fuente es… Ok Diario. Disponían ambos representantes de la cloaca mediática de “documentos” que así lo atestiguaban.
Estaban plagados de datos falsos o mal interpretados a voluntad. No era renovación, no fue ese día, no eran las cantidades. La periodista publicó de inmediato un post en X pidiendo la rectificación. No fue atendida. Anunció entonces el envío de un burofax en el que se acoge al derecho de rectificación. De no ser tampoco publicado, va al juez.
Nadie llamó a Silvia Intxaurrondo para cotejar la información, que es regla esencial del periodismo. El Mundo publicó después que “tres altos cargos de la corporación” corroboraban los datos publicados. Sin nombres, como suelen hacer ya por costumbre, incluso entrecomillando supuestas frases como el asombro por el “afán de protagonismo” de Intxaurrondo, por ejemplo. Otro fraude informativo.
A Silvia Intxaurrando le parece escandaloso –me dice, en conversación telefónica– que “alguien desde dentro de TVE filtre a medios un documento interno de la empresa”. Porque el documento “mal interpretado” es real. A la pregunta de por qué no ha emitido la dirección de TVE un comunicado precisando los datos auténticos con los conceptos a los que se aplican, entiende que “las empresas prefieren la discreción”.
Personalmente, creo que quizás empresas mercantiles, no una televisión pública estatal, como es TVE. Era la forma de acabar con el bulo, malintencionado como todos. En principio, porque tienen un largo recorrido. Y está claro que se pretende dañar la imagen de Intxaurrondo como periodista. Su referencia a la “dureza” de la entrevista es toda una confesión. Quienes denigran el periodismo cada día han debido olvidar las obligaciones de un profesional cuando se enfrenta a un candidato que miente sin parar. No admitirlo porque la ciudadanía merece saber la verdad. Tratar de vincular el falso aumento de los emolumentos a esa entrevista indica cómo trabaja el periodismo basura en este país. Y TVE debería dejar las cosas claras precisamente por su buen nombre.
Gracias al periodismo sabemos este martes de la denuncia de la Fiscalía a Alberto González Amador, pareja conviviente de Isabel Díaz Ayuso, presidenta Comunidad de Madrid. Es una exclusiva de elDiario.es que ella se ha apresurado a calificar de una operación de Moncloa. Los datos que denuncia la Fiscalía son abrumadores. Le reclama por fraude fiscal a la Hacienda pública 350.951 euros y le atribuye un delito de falsedad documental a través de una trama de facturas falsas y empresas pantalla por valor de 1,7millones de euros. Esto ocurría desde la pandemia.
Se da la circunstancia de que el piso en el que viven Ayuso y su pareja en el selectivo distrito oeste de Chamberí, en el centro de Madrid, de 180 metros cuadrados y un precio estimado en el portal inmobiliario Idealista de más de un millón de euros (1,19) fue adquirido por él tras el fraude fiscal. Técnico sanitario, González Amador se ha entregado al emprendimiento con empresas de servicios sanitarios y farmacéuticos, y su principal cliente –según la denuncia de la Fiscalía– es Quirón Salud, que gestiona cuatro concesiones de la Comunidad de Madrid: Fundación Jiménez Díaz, Hospital Rey Juan Carlos, Infanta Elena y Hospital General de Villalba.
Ayuso atribuye a Moncloa una operación contra ella. Una operación es lo que la cloaca perpetra contra Intxaurrondo con datos falsos. Según Hacienda, lo que cometió González Amador fue fraude. Las maniobras serían de él, no ajenas para inculparle falsamente.
Dice la presidenta de Madrid que son cinco años sufriendo esos ataques, y es que la familia Ayuso, desde Avalmadrid a las mascarillas del hermano y los entramados de su pareja, tiene una especial querencia por los negocios sanitarios y una dudosa integridad. Sus quejas contra la Fislcalía de Madrid son especialmente flagrantes por el trato de favor que recibe, como cuenta un periodista tan sólido como Manuel Rico. Cinco años, por cierto, en los que Ayuso ha basado su promoción política en confrontar con el Gobierno del Estado desde el Madrid “que era España”. Tanto es así que no es descartable el fuego amigo –aventuro– dado que la organización a la que pertenece Ayuso –el PP– preserva las cabezas principales, pero no tiene piedad con los ejecutores cuando les complican la vida. Le hacen un Cifuentes con robo de cremas y a las tertulias a dar doctrina. El viernes se publican las Conclusiones de la Comisión de la Verdad sobre las residencias en Madrid y es otro brete para Ayuso. Quizás ya excesivo para las culpas del PP.
Los que viven de Ayuso tratan de minimizar los hechos. Lo más florido de la fachosfera mediática subsiste con el dinero público de las subvenciones de la Comunidad de Madrid. No van consentir fácilmente su caída, a la espera de cómo pinte el siguiente surtidor en llegar.
Más explicito aún ha sido Jorge Bustos, subdirector de El Mundo, que ha dicho en 'Al rojo vivo' (La Sexta) del novio investigado: “Es un ciudadano particular que tiene deudas con Hacienda como todo el mundo”. Sí, como todo el mundo que hace facturas falsas por casi dos millones de euros y defrauda más de 350.000.
No deja de ser una reincidencia verdaderamente obstinada montarse el ataque contra Silvia Intxaurrondo -El Mundo, precisamente- cuando han quedado desnudos Aznar, Aguirre y todos los periodistas tiznados con los bulos sobre los atentados del 11M. O no. Incluso se han permitido seguir sumiendo en dudas lo ocurrido. Parece que no tengan el menor temor a perder su impunidad ni siquiera en la consideración ciudadana. Es inadmisible en una sociedad medianamente honesta, que ha de reaccionar. Como lo hace cuando es vital: cuando le engañan y estafan, como aquellos días terribles de marzo.
Las campañas de adhesión no funcionan cuando la jauría a la caza del periodista íntegro ha agarrado a la víctima entre sus fauces. Hay muchas víctimas de las sucias cacerías A Jesús Cintora le tumbaron el programa 'Las Cosas claras' en TVE, en julio de 2021, porque resultaba incómodo también. Como debe ser ante los fallos o abusos que afectan a toda una sociedad. Y no le han vuelto a contratar en otros medios. Se diría que la mafia es extensa y está coordinada.
“Lo más importante para mí es mi honor y mi honestidad y no lo voy a consentir”, responde Intxaurrondo ante esas evidencias. “Quizás, dando la batalla, no le vuelva a ocurrir a otros profesionales”, añade. Tiene razón en cuanto que la credibilidad en un periodista es indispensable y, como el cristal, cuando se rompe es imposible recomponerla. Por eso la atacan con furia quienes envilecen la profesión cada día.
No podemos seguir consintiendo más cacerías de periodistas auténticos. Pierde la sociedad con ello. Mucho. Y es la sociedad la que debe encender y apagar con verdadero criterio. Como ellas, las cloacas mediáticas, hacen con sus fines de loa y derrumbe no guiados por lo objetivo y lo justo. El periodismo corrupto ha producido un daño inmenso.