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No importa quién mandó el SMS del 13-M

'Pásalo'. / Foto de @fanetin

Juan Luis Sánchez

Os presento a Miguel A. Él fue el primero que cogió el megáfono en la noche del 15 de mayo de 2011 y dijo '¿nos quedamos a dormir en Sol?'. Cuando eran solo cuarenta personas. Hay un reportaje de aquella noche. Y hay un vídeo. Aquí está:

Miguel A. pudo ser y no fue la primera figura mediática del 15M. Lo tenía todo: no pertenecía a ningún partido, era joven y daba bien en cámara, hablaba bien pero no era relamido, escapaba de los estereotipos, sí estaba en la acampada y encima era físico con conocimientos de tecnología. Trasladaba ilusión y no cabreo militante. Aquella noche pudo empezar a intentar ser (no le habrían dejado) 'el líder del 15M', y no quiso. A partir del día siguiente, se diluyó como uno más entre la multitud que llenaba plazas y redes. Nunca quiso presumir. Tuve que convencerle para dar su verdadero nombre las veces que escribí sobre él. Si no fuera por el vídeo que lo demostraba, nunca habría reconocido que fue él quien lanzó la idea.

Flashback.

Os presento a la persona que envió el mensaje SMS del 13M de 2004, el 'Pásalo'. Le ha entrevistado Fernando Berlín:

Esta persona no es un desconocido para el activismo madrileño. Pero lleva diez años sin dar su nombre y sigue empeñado en no hacerlo. Ahora Pablo Iglesias ha querido contar que 'estaba allí' cuando ese mensaje se envió. Esto ha sentado muy mal a quienes le acusan de querer apropiarse de todo lo bueno que ha pasado en el activismo reciente; y también le ha sentado mal a gente del PSOE que, después de defenderse de las acusaciones de haber organizado aquella manifestación frente a Génova, ahora no quiere renunciar a los beneficios de esa teoría. Falsa, por cierto.

Como todo lo que toca Pablo Iglesias se convierte en mediático, hemos entrado en un ciclo de noticias sobre el tema. Hay vídeos de hemeroteca donde un círculo rodea la figura de Iglesias y Monedero en aquella manifestación posterior a la primera concentración de Génova. Lo que no es más que una anécdota personal contada en una conversación de pronto convierte de nuevo en importante el saber quién estaba detrás, quién tecleó aquellas letras.

Pablo Iglesias 'estaba allí'. No es sorprendente. Forma parte de una generación que vivimos aquellos días de manera muy intensa en las facultades, no solo de Madrid. Él estaba en el grupo que envió un SMS. El primer SMS, que luego fue mutando y adaptándose. Otros estarían intentando encontrar la manera de hacer una manifestación en su ciudad que no comprara la versión de que había sido ETA. Otros estarían traduciendo del inglés las noticias que aparecían en medios internacionales, y pegando el texto en foros de un internet minoritario pero también determinante aquellos días. Otros estaban haciendo capturas de pantalla de las cámaras de tráfico municipales que apuntaban a las calles donde se producían las concentraciones. Otros estábamos imprimiendo a toda prisa una edición especial del periódico de la facultad con el titular “Queremos votar sabiendo la verdad”. Palabras tranquilas, terminología incluyente; como aquel 13 de marzo, como aquel 15 de mayo, como en el No a la Guerra, como en el Nunca Máis. La historia de una generación políticamente incomprendida hasta ahora.

Ahí está el valor. El valor de lo que pasó aquel 13M o el valor de lo que pasó aquel 15M no tiene que ver con quién cogió el megáfono, quién envió el primer SMS o quién tuiteó este tuit:

Tiene que ver con qué pasó después. Qué fenómeno de multitudes conectadas se produjo, con qué canales, por qué motivos y con qué fuerza. Una fuerza que desborda la autoría de la misma manera que circulan imágenes, memes y etiquetas de Twitter sin que se sepa quién fue primero en usarlas.

Otro vídeo que hay que ver es este:

Se trata de un pequeña pieza grabada frente a la sede del PP aquella noche del 13 de marzo de 2004. Si vemos las imágenes sin sonido, llaman la atención algunos elementos de actualidad como el móvil. Si activamos el volumen, escucharemos críticas a los medios y referencias al apartidismo. Pero sobre todo, si escuchamos atentamente, oiremos un grito de fondo: “Que no, que no, que no nos representan”. Es uno de los coros de referencia del 15M, convertido en eslogan asociado a 2011. Pues allí estaba ya, en esa misma formulación ambigua entre el “no nos representa nadie” y “queremos a otros que nos represente, no tú” que tantas interpretaciones ha causado a posteriori.

No está mal que sepamos quién hizo qué [autor del SMS del 13M: sabemos que nos lees, manifiéstate], sobre todo para defender la transparencia y evitar sospechas de concentraciones opacas de poder en nombre de las multitudes. Pero no, ya no importa más la autoría que la interacción. Porque ningún autor, hubiera sido del PSOE, de IU o de Podemos sin todavía saberlo, representa toda la energía, toda la pluralidad de aspiraciones e interacciones, que es capaz de desencadenar un mensaje.

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