La portada de mañana
Acceder
La declaración de Aldama: “el nexo” del caso Ábalos apunta más arriba aún sin pruebas
De despacho a habitaciones por 1.100 euros: los ‘coliving’ se escapan de la regulación
Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

La diversidad y sus trampantojos

Ser de izquierdas no consiste en ponerse una camiseta del Che y evitar el jabón hasta que le huelan a uno los sobacos. No. Porque ser de izquierdas no consiste en desprender mal olor, ni tampoco en la simpleza de una pose, sino en algo más profundo, tanto como cultivar la conciencia crítica para no perder la disidencia frente a los postulados de la economía clásica que cimientan el neoliberalismo.

Sobre todo lo demás, ser de izquierdas es mantener el pensamiento discursivo alerta, frente a las trampas del sistema, y eso es lo que parece no despertar mucha simpatía entre esa izquierda que nunca fue verdadera izquierda y que mercantilizó la política para canjear votos a cambio de dinero en el mercado de las falsas promesas. 

En estos días de operaciones cosméticas, hay un libro que lo está petando. Se titula 'La trampa de la diversidad' y su autor es Daniel Bernabé, oriundo de Fuenlabrada y que denuncia la promiscuidad de un sistema que es capaz de asumir la diversidad identitaria que haga falta para seguir manteniendo las estructuras rígidas que lo cimientan. La finalidad del sistema no es otra  que la de conseguir que  los más simples paguen por ello, es decir que voten para mantenerlo.

En el citado trabajo, Daniel Bernabé no dice que luchar por la diversidad sea algo que nos perjudique. Para nada. En ningún momento Bernabé afirma algo parecido. Lo que señala y critica Bernabé es que, mientras todo lo identitario se siga dando dentro del mercado de la diversidad, es decir, dentro de las estructuras rígidas neoliberales, las identidades son tan dañinas para la izquierda como beneficiosas para la derecha que, con perfidia neoliberal, las globaliza.

Alberto Garzón, en este mismo diario,  salió hace poco con una crítica al libro de Bernabé. Fue la lectura de Garzón tan cabal como documentada y, entre otras cosas, criticaba a Bernabé que su trabajo estuviera basado en hipótesis y que no hubiese datos demostrables. Al día de hoy, tras la polémica desatada por el libro en las redes sociales, se revela que el citado aspecto que Garzón criticaba del libro de Bernabé queda lejos de ser una hipótesis por ser un argumento demostrable.

La polémica ha sobrepasado los límites de la misma polémica y en vez de convertirse en un debate constructivo, se ha convertido en un espectáculo que ha puesto a la derecha tuitera a frotarse las manos. Sin duda, Bernabé está en lo cierto, hemos caído en la trampa de la diversidad y andamos divididos de mala manera.