Endesa troceada: un expolio de lo público o la historia de un despropósito
Enel, la eléctrica estatal italiana, expolia y trocea Endesa, de la que tiene el 92%, al repartir un dividendo de 14.600 millones de euros y llevarse todos sus activos latinoamericanos. El dividendo es el más grande jamás pagado en la historia de España. Los italianos hacen caja para pagar la compra del negocio latinoamericano, unos 8.600 millones, y de paso, reducir la deuda de Enel, de 50.000 millones. Para poder transferir semejante cantidad duplicarán la deuda de Endesa con 5.000 millones más. Enel se lleva el segmento de negocio más rentable y dejará a Endesa como empresa de ámbito nacional1, lo que era 20 años antes. Endesa quedará desmembrada y en términos de capitalización será menos de la mitad de lo que llegó a ser hace 7 años, cuando Enel la compró.
La electricidad en España subirá más (ya es de la más cara de la Unión Europea) cuando Endesa repercuta en la luz la nueva situación financiera de la empresa. Y la operación es un expolio a los ciudadanos españoles que financiaron durante 70 años, con la tarifa eléctrica, las inversiones que transformaron, a fines del siglo pasado, a Endesa en uno de los mayores grupos empresariales de España.
Paradójicamente, será una empresa pública la que terminará de liquidar a la que se llamó en su momento, con cierto orgullo, Empresa Nacional de Electricidad y que a fines del siglo XX era un líder sectorial energético eficiente. Endesa contribuyó a universalizar el servicio eléctrico haciendo posible que la electricidad llegara al conjunto de los ciudadanos y fortaleció técnicamente el suministro asegurando una energía más segura y confiable. Fue la empresa insignia del antiguo Instituto Nacional de Industria que, además, contribuyó con sus beneficios a fortalecer al sector eléctrico español y al saneamiento financiero de otros sectores industriales.2
Breve historia de Endesa
Endesa nació en 1944 cuando, aislado el país económica y políticamente, tuvo dificultades para desarrollar y consolidar un sector eléctrico en condiciones de afrontar la reconstrucción económica. La España inmediata de la posguerra no tenía las divisas necesarias para importar la tecnología y los combustibles para generar energía eléctrica. No hubo otra opción que construir centrales térmicas e hidráulicas aprovechando los recursos naturales autóctonos del carbón de Galicia y el impulso del agua de las cuencas del norte del país. Endesa se creó para esa tarea.
Los años 50 y 60, de desarrollismo y planes de estabilización, coincidieron con los modelos energéticos sustentados en petróleo barato y abundante que impusieron instalaciones de centrales de fuel-oil, técnicamente más sencillas y económicas. El consumo creció en esos años a tasas superiores al 10%. Las constantes necesidades de inversión por el crecimiento de la demanda energética indujeron, sin mucho debate ecológico en aquellos primeros años de introducción de esta tecnología, a la construcción de centrales nucleares ante el agotamiento de los recursos hidrológicos y la necesidad de diversificar el mix de generación.
La crisis de los años 70 (guerra árabe-israelí) cuadruplicó el precio del petróleo y disparó los costos energéticos. Como resultado, se formularon los primeros planes indicativos3. Entre otras cosas, se establecieron garantías de remuneración a la inversión en la tarifa eléctrica ante la incertidumbre económica del final de los años dorados del capitalismo de posguerra, en un sector, como el eléctrico, intensivo en capital.
La década de los 80 registra la segunda gran subida de los precios del petróleo después de la caída del Sha de Irán en el año 79. España se encontró con un parque de generación muy dependiente del petróleo y con una gran parte de las empresas eléctricas privadas endeudadas peligrosamente en inversiones en centrales térmicas y nucleares4. Endesa había construido plantas de carbón e hidroeléctricas y pudo sortear la crisis del petróleo. El primer gobierno del PSOE, en 1982, aprovechó sus cuentas saneadas para concretar un salvataje financiero del sector eléctrico privado a través de un intercambio de activos. Endesa, que compró plantas y otros negocios a las empresas en situación delicada para aliviar la deuda de las mismas, salió convertida en 1985 en la cabecera de un grupo eléctrico público de ciclo completo al agregtar al negocio de la generación, de la cual ya era líder, el de la distribución. Aquel conjunto de operaciones terminó transformando al sector en un oligopolio de Endesa, Iberdrola, Unión Fenosa y Gas Natural, con una participación más que proporcional de las primeras dos.
Las políticas neoliberales y globales de los años 90 condujeron a la liberalizaron y desregulación del sector energético, especialmente el eléctrico, que llevaron a la creación de mercados abiertos a partir del desmembramiento, en algunos países, de los monopolios naturales preexistentes, como en América Latina, o la separación de los negocios de generación, transmisión y distribución integrados hasta entonces en empresas únicas.
El abandono de la planificación indicativa en España y el desarrollo del “marco legal y estable”5 se hizo cuando Endesa estaba capitalizada6, con tesorería para acometer una expansión internacional dada la saturación de capacidad de producción eléctrica en España.
A su vez, las políticas neoliberales del “Consenso de Washington” en los años 90 vigentes en América Latina, de privatización y venta rápida de empresas de servicios públicos, permitió a Endesa concretar en 1992, en Argentina, la primera compra de una empresa de distribución eléctrica en la ciudad de Buenos Aires. Así inició la expansión como grupo empresarial en Latinoamérica. En 7 años, entre 1992 y 1997, invirtió la friolera de 15.000 millones de dólares7 y pasó a ser la primera empresa eléctrica privada de la región.
El Partido Popular se hace con Endesa
Sin embargo, fue la privatización progresiva de Endesa en los 80–90 el caldo de cultivo en el que se fraguó el expolio actual. Comenzó en 1988 con los socialistas en el poder, al vender un 25% del capital. La continuó el Partido Popular con Aznar en 1997 colocando en bolsa, vía OPV8, otro 35%. Ahí se pierde la mayoría de control público. En 1998 el PP termina de privatizarla al 97%. Simultáneamente, el gobierno maniobra y blinda estatutariamente el consejo de administración de la compañía para garantizar su futuro control ejecutivo con directivos políticamente afines. Por eso Manuel Pizarro pudo conservar la presidencia de Endesa después de que Rodríguez Zapatero ganara las elecciones de 2004.
En 2001, el grupo ya era un negocio monumental: 13.500 millones de ingresos y 4.400 millones de beneficios anuales. Era muy apetitoso para cualquier “gestor” privado manejar esa masa ingente de dinero. 9
Rodolfo Martín Villa, su presidente entre 1997 y 2002, con el PP en el gobierno, intentó en 2001 la fusión con Iberdrola. Incluso propuso conformar un núcleo duro de control con las cajas de ahorro a partir del porcentaje de participación que tenía Caja Madrid en Endesa, para poder defenderse de una potencial OPA10 de control por algún grupo extranjero. El sector más liberal del PP, con Rodrigo Rato y Pizarro a la cabeza, se opusieron con el argumento falaz de que iba contra el mercado competitivo y el proyecto de fusión fracasó.
El gobierno de Zapatero no pudo retomar el control de Endesa. Lo intentó en 2005 a través de la OPA de Gas Natural. Pizarro, a la sazón presidente de Endesa, entendió que tras la operación estaba la mano negra de los catalanes11 y el gobierno del PSOE y, con la complicidad del PP, se revolvió para hacerla abortar. Gastó generosamente millones de euros en asesores legales y consultores para frenarla y terminó impulsando una contraopa de la alemana E.ON, de la que se sentía más cercano ideológicamente. Finalmente, tras 2 años de una batalla político económica extraordinariamente agresiva y costosa, la constructora española Acciona y la estatal italiana Enel, con el concurso financiero del Banco Santander, formalizaron en una mañana la compra de Endesa por más de 40.000 millones de euros. Una de las operaciones más caras de la historia económica europea.
En esos 2 años, el precio de la acción de Endesa se disparó de los 20 euros de septiembre de 2005 a más de 41 en marzo de 2007, cuando concluye. Endesa tenía en torno a 1.000 millones de acciones emitidas y se canalizaron a la especulación unos 20.000 millones, dejando pingues beneficios a los actores participantes y a los promotores. La especulación, como siempre la financian el conjunto de los ciudadanos. La subida del valor de las acciones exige más dividendos para remunerar el capital y como la tarifa eléctrica garantiza la rentabilidad de las empresas, ésta crece en paralelo al aumento de cotización de las mismas.
Para que esta fantástica operación financiera no impactara súbitamente en el precio de la electrcidad, Rato, ministro de Economía en 1998, camufló el incremento del precio de la luz instaurando el “déficit de tarifa”. Aunque el recibo no subía más que en un 2% anual, porcentaje próximo a la inflación, la diferencia con el precio del mercado eléctrico se trataba como una deuda, de todos los españoles, a pagar en el plazo de 15 años. El saldo acumulado alcanzó a principios de este año, 2014, los 30.000 millones de euros, importe que las eléctricas ya han cobrado en su mayoría convirtiendo los títulos de deuda en ingresos adelantados. En cambio, los ciudadanos los pagamos a los bancos, tenedores de la deuda, en forma de “peaje” todos los años en el recibo de la luz.
La liberalización progresiva del sector eléctrico en marcha desde 1997 y completado definitivamente en 2013 con la desregulación total de la tarifa eléctrica, no ha introducido ni eficiencia ni mejores precios de la electricidad; al revés, ha recogido en tarifa el expolio y la especulación a la que ha estado sometido el sector en los últimas décadas. Empresas, fondos de inversión y grupos capitalistas del más variado origen se han embolsado grandes ganancias mientras que una parte importante de los ciudadanos han ingresado en un status de “pobres energéticos”, esto es, sin acceso a los beneficios de un servicio eléctrico en condiciones
Este es el panorama eléctrico en el que se consuma este escándalo de 14.600 millones de euros. Los 30 años de liberalización del sector eléctrico están siendo una enorme estafa para los más débiles y un enorme despropósito empresarial y sectorial.
1 Le quedarán algunas inversiones en Marruecos y Portugal.
2 Los buenos resultados de Endesa nutrían las cuentas del INI y se utilizaban financiar para procesos de reconversión industrial en otras empresas del INI como la minería.
3 Las empresas se obligaban a realizar las inversiones que satisfacían el incremento de la demanda.
4 La tecnología nuclear era un monopolio de americanos y franceses y los costos de construcción se habían multiplicado de manera incontrolada.
5 A fines de los 80, el gobierno presionado por Europa diseñó una transición para la apertura del sector eléctrico a nuevos agentes. Las empresa que venían a acometiendo inversiones de acuerdo los planes indicativos previos negociaron seguir cobrando en tarifa las amortizaciones a través de los llamados costes a la transición y que aún hoy siguen recuperando a través de los peajes.
6 En 1995 Endesa era la primera empresa española por beneficios (150 mil millones de pesetas) y capitalización bursátil (882 mil millones de pesetas)
7 Lo mismo que hoy se llevan los italianos en forma de dividendo
8 OPV: Oferta pública de Venta de acciones.
9 Hay que recordar que si bien la UE presionó a la creación de mercados eléctricos en esos años ello no implicaba la ausencia total del estado en el control de las principales empresas del sector. Edf de Francia y Enel de Italia, entre otras, siguen teniendo capital público de control.
10 Oferta Pública de Adquisición de acciones.
11 La Caixa de Cataluña controlaba Gas Natural