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Feijóo o el Tartufo de la política

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, interviene durante un acto de campaña del PP en Zaragoza.

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Un día, hay que ilegalizar a los partidos independentistas. Otro, Junts es un partido de fiar. Y hoy, es posible pactar con los de Pugidemont una moción de censura. Lo llaman hipocresía, cuya definición exacta responde al fingimiento de cualidades o sentimientos contrarios a los que realmente se tienen o experimentan. A veces, se confunde con la mentira y, aunque no es lo mismo, los términos no son invalidantes porque se puede ser hipócrita y a la vez un cínico, que es aquel que miente de forma impúdica.  Ambos son amigos de la falsedad.  Y a Alberto Núñez Feijóo ya se ha ganado entre propios y ajenos que le etiqueten de lo uno y de lo otro.

Hace tiempo que Consuelo Ordóñez, la hermana del parlamentario vasco Gregorio Ordóñez asesinado por ETA en 1995 le describió como “un gran cínico” por su afán de monopolizar el sufrimiento de las víctimas del terrorismo en beneficio propio: “La verdad es que Pablo Casado me dio mucho trabajo. Fue un infierno porque estaba todo el día con el tema. Pensé que iban a parar ya con Feijóo, pero no, ha sido una decepción. Ya le tuve que parar los pies hace poco cuando pretendió enfrentarnos a las víctimas de ETA con las víctimas del franquismo, a raíz de la nueva Ley de Memoria Democrática. Nos citó a las asociaciones a través de un whatsapp y quería que apoyásemos al PP contra esa ley, como si las víctimas del franquismo no tuvieran derecho a tener una ley de reconocimiento. Ese punto de desfachatez no lo había visto en mi vida: utilizarnos de esa manera”. 

Lo contó con estas palabras en una entrevista en Público en la que reconoció que el líder de los populares ha sido “una decepción, un cínico” porque atacaba al Gobierno de Sánchez por haber acercado presos a las cárceles de Euskadi, algo que habían hecho antes los del PP, y además estos los hicieron en los tiempos en los que la banda terrorista aún existía y asesinaba. Al calificativo de “cínico”, le sumó la izquierda el de “hipócrita” el día que se supo que el PP había hablado de la amnistía con Junts durante las negociaciones para la investidura de Feijóo que resultó finalmente fallida. “Hipocresía, mentiras y cinismo”, denunció un PSOE al que el líder del PP había acusado de romper España, atentar contra la Constitución y acabar con el Estado de Derecho tras pactar el olvido penal para los independentistas del procés que se aprobó el pasado jueves en el Congreso de los Diputados. 

Igual que el Tartufo de Molière representaba el prototipo de hipócrita social por venderse como un personaje que trabajaba por revertir la pobreza y asumir los valores de una vida sencilla cuando en realidad vivía a costa de una familia rica a la que termina despojando de sus bienes, el Feijóo opositor es el paradigma de la hipocresía política por haber hecho de la amnistía una estrategia de desgaste contra el Gobierno mientras él mismo la tuvo en cuenta en sus conversaciones con el independentismo catalán. 

Y al cinismo y la hipocresía, bien se le puede añadir la incoherencia, después de que este lunes el presidente del PP no haya descartado impulsar una moción de censura con el apoyo de Junts tras las elecciones del 9J si el PP tiene una victoria rotunda y “si hay un contexto adecuado”.  Una operación en todo caso para la que necesitaría no sólo a Vox, sino también a alguno de los socios de investidura de Pedro Sánchez, singularmente el nacionalismo catalán o vasco, y que en Génova dicen que no supone un cambio estratégico en la línea del partido, que consiste en exigir elecciones anticipadas ante el “marco de inestabilidad” actual.

Más que cambio estratégico es una auto enmienda a la totalidad, ya que hace apenas un mes el propio Feijóo descartó la posibilidad de plantear una moción de censura y la voz que le susurra al oído desde la Puerta del Sol, esta es la de Isabel Díaz Ayuso, le advirtió por si acaso: “Con Junts, ni a la vuelta de la esquina”. Ni indultos, ni amnistía, ni moción de censura, decían. 

Esté o no en las conversaciones que mantiene el PP con los de Puigdemont, que haberlas haylas a tenor de lo que desliza ya su trompetería mediática, la derecha ha aceptado sin remilgos que la moción de censura es una opción a explorar en una nueva demostración de incoherencia sobre los pactos con el independentismo. Ya saben: si lo hace Sánchez, se rompe España;  si lo hace Feijóo es para salvar la patria.

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