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¿Fusiones bancarias? ¡No, gracias!

El presidente del BBVA, Carlos Torres.
10 de mayo de 2024 22:30 h

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La OPA hostil lanzada por BBVA para adquirir el Banco Sabadell es esa última gota que ha colmado el vaso. Hemos generado un auténtico Leviatán. Está muy bien oponerse a este penúltimo intento de fusión bancaria. Pero llega muy tarde, cuando el mal ya está hecho. Para colmo, los reguladores se han convertido, tarareando esa canción de Radio Futura, en meras estatuas del jardín botánico. Sin embargo, hay solución. Con voluntad política clara y contundente podría revertirse una parte del desastre inducido desde la Gran Recesión.

En el caso de nuestro país, al igual que ha ocurrido en la mayoría de países occidentales, la Gran Recesión produjo una mayor concentración del sistema bancario. Como consecuencia, ciertos bancos han alcanzado un tamaño excesivamente grande y constituyen un auténtico riesgo sistémico para nuestra economía y la economía global. ¿Recuerdan cuál fue la solución a los problemas de solvencia y liquidez del Banco Popular? Regalárselo a un banco sistémico, uno de esos bancos “demasiado grande para quebrar”. Pero son insaciables y quieren más, más poder de mercado. Todos ellos, aprovechándose del riesgo moral de que son “demasiado grandes para quebrar”, siguen beneficiándose de subsidios públicos implícitos creados por la expectativa de que el Gobierno los respaldará si se encuentran en dificultades financieras. Este subsidio implícito distorsiona la competencia entre bancos, favorece una toma excesiva de riesgos y, en última instancia, puede implicar elevados costes para los contribuyentes. La expectativa de que obtendrán respaldo estatal reduce los incentivos de los acreedores para controlar el comportamiento de los mismos, alentando así un apalancamiento y una toma de riesgos excesivos. Es necesario acabar con ello. ¡Basta ya!

Lo que no se hizo

Tras la Gran Recesión, en los países desarrollados se deberían haber impuesto límites a la concentración de depósitos, préstamos u otros indicadores bancarios, en definitiva, al tamaño de los bancos. La Regla Volcker, como parte crucial de la Ley de Reforma Financiera de los Estados Unidos, también conocida como Dodd-Frank, además de restringir las actividades de riesgo, trataba de limitar el tamaño de los bancos; al igual que en el Informe Vickers para el Reino Unido. Pero hasta ahora, nadie ha hecho caso a estas sugerencias. Los bancos sistémicos han aumentado el tamaño de su balance y están aun más apalancados que en 2007.

La estructura de la inmensa mayoría de los grandes bancos sistémicos es tremendamente inestable. Los lobbies bancarios en su momento compraron y pagaron por eliminar todo tipo de regulación, desmantelando así casi todas las salvaguardas que los podía proteger si las cosas vienen mal dadas. No nos engañemos, el tamaño del capital y reservas en relación con el volumen subyacente en sus posiciones de derivados es irrisorio, de manera que dichos bancos están en un riesgo estructural permanente de colapso. Los bancos se deshicieron de la seguridad y la solidez en favor del rendimiento, el beneficio y los bonus de la gerencia. Volvió a funcionar la codicia y la avaricia. Y ahí seguimos, no se ha hecho casi nada por corregir estos excesos.

Para entender la situación actual de la banca sistémica, permítanme compartir con ustedes los trabajos de Anat Admati, profesora de la Universidad de Standford y probablemente una de las mayores expertas académicas sobre la banca. En su libro 'The Bankers’s New Clothes. What’s Wrong with Banking and What to Do About It' Admati analiza por qué el sistema bancario es demasiado frágil e ineficiente, y propone diversas líneas de actuación. La fragilidad e ineficiencia del sistema bancario moderno surgen de estructuras y prácticas que los bancos eligen mantener, y no necesariamente porque sean intrínsecas al sistema bancario en sí. Los bancos operan con niveles de capital extremadamente bajos en relación con sus activos, lo que los hace dependientes de la deuda y vulnerables a pérdidas. ¿Y qué mejor que fusionarse y concentrarse para continuar con la mascarada?

Las cosas en Europa no pintan mucho mejor. Permítanme introducir un artículo de Aristóbulo de Juan 'Los Problemas de la Unión Bancaria'. Se trata de un artículo minucioso, excelente, a cuya lectura me remito, del cual se extraen aspectos tangentes y complementarios al análisis de Anat Admati.  El otrora director general de Banco de España, y persona clave en el diseño del rescate bancario español de la década de los 80, señala en el artículo aspectos muy jugosos sobre la Unión Bancaria en la Unión Europea que no hacen otra cosa sino aumentar la fragilidad de la banca sistémica europea. Por un lado, “no se refuerza la vigilancia de la pérdida de valor de los activos, verdadera causa de la insolvencia y de las crisis bancarias (...) e incluso las exigencias regulatorias de capital validan componentes de escasa calidad y conceptualmente muy discutibles, por ser onerosos o exigibles o por carecer de sustancia económica o de liquidez –activos fiscales diferidos y ciertos títulos híbridos–”. Por otro lado, “las inspecciones dirigidas por el Mecanismo Único de Supervisión evitan que se cuantifiquen los ajustes, reduciendo al mínimo la duración de las inspecciones (...) abandonando incluso un mecanismo clave para una buena supervisión, la revisión de los expedientes de crédito de cara a detectar la capacidad de pago del deudor”. Estos diagnósticos defectuosos supondrán, respecto al mecanismo de resolución, “retrasar, obstaculizar e incluso impedir el tratamiento pronto y eficaz de la insolvencia”. Impactante, ¿verdad?

En definitiva, remata Aristóbulo de Juan, “un diagnóstico y un tratamiento tardío o equivocado de la insolvencia encarecería fuertemente las soluciones, que serían sufragadas por los propios sistemas financieros y el bail-in de los acreedores… sin excluir incluso a los contribuyentes”. En resumidas cuentas, los Bancos Centrales no es que no hagan nada y se pongan de perfil, como lo harán a la hora “analizar” la OPA de BBVA a Sabadell. ¡Es que siempre protegen a la banca sistémica frente al interés general de la ciudadanía! ¿Para esto querían algunos la independencia de los Bancos Centrales?

El riesgo sistémico es la gran banca

Es condición necesaria ineludible poner bajo el control público parcial o completo a la totalidad de los principales establecimientos financieros mundiales. La lista ya es conocida, son aquellos a quienes, a petición del G20, el Financial Stability Board califica de sistémicos. Habría que añadirles los principales establecimientos de los países BRICS y emergentes porque es evidente que muchos de ellos se transformarán en “sistémicos” en cinco años. El objetivo es doble: por una parte, asegurarse que estas entidades resistan a las tentaciones especulativas, ya sabemos que no se puede confiar en sus dirigentes y/o accionistas privados; por otra parte, organizar un “desinflado suave” de la economía virtual que no destruya la economía real. 

Sin embargo, es necesario cuestionar no sólo la probidad u honradez, o incluso la solvencia de los grandes bancos mundiales, sino su fundación intelectual. La élite financiera ha pasado estos últimos años reescribiendo la historia para que la culpa de la actual crisis económica y bancaria no recayera sobre ellos. Han sido otros los culpables, braman en voz alta, la culpa es del pueblo y de naciones enteras que tomaron deudas que no podrían pagar. Es hora de contraatacar y dejar claro que ha sido y es la forma en que los bancos desarrollaron sus actividades normales lo que causó la Gran Recesión. Fue el resultado y la consecuencia de un sistema que es un completo fracaso a la hora de hacer lo que más les enorgullece, la gestión de riesgo.

Deberíamos haber aprendido que los estándares de capital eran insuficientes y que había un agujero enorme en la estructura reguladora. En su lugar, se aplicó la noción equivocada de que algunas instituciones son simplemente demasiado grandes para quebrar. Inevitablemente se crea una situación de asignación ineficiente. Como afirmaba Andrew Haldane, quien fuera responsable del departamento de estabilidad financiera del Banco de Inglaterra, “los bancos están en el negocio de riesgo, crean el riesgo, y luego sistemáticamente nos engañan e incluso entre ellos sobre lo que han creado… En última instancia los bancos generan espejismos que parecen milagros”.

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