Hay una nueva y preocupante profesión en auge en la que me quiero detener en la columna de esta semana: la del agente/consultor inmobiliario influencer de TikTok. Con la vivienda la cosa ya estaba lo suficiente mal como para tener que soportar esto, pero se ve que todo en la vida es susceptible de empeorar. Influenciados por los realtors (agentes inmobiliarios) norteamericanos, estos nuevos influencers del ladrillo se dedican a mostrar pisos a la venta a precios desorbitados (muchos por más de un millón de euros), como si estuviesen mostrando el catálogo de telas de una mercería. Lo hacen trajeados, sonriendo como si fuesen apuntados por un arma y con musiquita de ascensor de fondo.
En estos perfiles ser propietario se vende como algo profundamente aspiracional, como una suerte de estilo de vida y una ruta hacia la libertad financiera (la libertad de ser rico). Si indagas en etiquetas como #PropertyTok, en Tiktok, aparte de agentes inmobiliarios, también te encontrarás con decenas de vídeos en los que los propios propietarios se jactan de aumentar los precios de pisos que compraron baratos y alardean de cómo viven enteramente de esos “ingresos pasivos”. ¡Tú también puedes! ¡Compra y especula! ¡Vive de rentas, literalmente!
Los consultores inmobiliarios influencers son algo así como los nuevos comerciantes de crecepelo, taumaturgos vendemotos en el bazar moderno de los horrores. Esta semana se viralizó uno de esos vídeos. En él un agente inmobiliario de creativa oratoria (hay que reconocerle el optimismo) anuncia un ático de 27 metros cuadrados en la zona de Chamberí (Madrid) por el módico precio de 200.000 euros. El ático es prácticamente inaccesible de pie, especialmente si mides más de 1’50. A la “zona de dormitorio”, como le llama, hay que entrar reptando cual soldado arrastrado en el fango porque básicamente se trata de un colchón tirado en el suelo de una esquina. “Ni los tíos de Harry Potter se atrevieron a tanto”, dice una de las respuestas al vídeo de Tiktok. Ni en algunas perreras municipales se atreven a tanto, añado.
¿Cómo puede venderse ese engendro habitacional por 200.000 euros? ¿Cómo un trastero con nevera puede siquiera ponerse a la venta como vivienda? ¡Es el mercado inmobiliario madrileño, amigo!
Veamos otro ejemplo. Aquí tenemos a un consultor inmobiliario mostrando un piso también situado en Madrid y valorado en 1.290.000€. “¡Tenemos el ático perfecto para que te regalen tus padres como primer piso en Príncipe de Vergara!”, dice. “¡Pídelo como regalo de cumpleaños!”, añade al final. ¿A qué esperas? ¿A que te regalen una triste y mísera colonia pudiendo pedir un ático de más de un millón de euros? Parece una parodia, pero está bastante lejos de serlo.
Hasta que se limite el mercado de la vivienda (algo que probablemente nunca se va a producir porque a nadie le interesa que se produzca), la brecha solo seguirá ampliándose entre quienes crean contenido sobre propiedades inalcanzables y quienes están atrapados viendo esos vídeos desde pisos de alquiler de precios abusivos. De un lado, los que anhelan lo que Virginia Woolf romantizó: una habitación propia; del otro: los que se convierten en asunto casi circense un problema de índole nacional.
Tal es la envergadura del problema que, según los últimos datos del CIS, el acceso a la vivienda ya es la principal preocupación de los españoles, solo seguida de los problemas políticos en general. Dicho de otra forma, el paro ya está debajo de la vivienda como principal preocupación nacional. La sensación de abandono político es total, pero al menos a los desatendidos y ridiculizados inquilinos de alquiler siempre nos quedará la opción de ver vídeos de pisos a la venta en TikTok para matar el rato.