Una mirada global desde la economía social y solidaria

Durante este año 2015 llegan a su fin los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que, lejos de ser cumplidos, dejan aún mucho camino que recorrer en la lucha contra la pobreza y en pro de la justicia global. Así pues, en septiembre de este mismo año, la comunidad internacional debe suscribir una nueva agenda de desarrollo que sustituya la acordada en el año 2000.

Esta nueva agenda, desarrollada por la ONU como una agenda universal y sostenible, consagrada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), pretende ser una agenda verdaderamente global, basada en la sostenibilidad, centrada en las causas de la pobreza y la desigualdad, y pilar clave para luchar contra el cambio climático y acabar con el uso excesivo de los recursos y de los ecosistemas, reconociendo los límites planetarios y fomentando el respeto por la naturaleza. Algo que sólo será factible a través de la transformación del modelo económico vigente.

Es precisamente en este cambio de modelo donde la economía social y solidaria (ESS) puede jugar un papel relevante, tal y como lo demuestra el hecho de que dentro de las propias Naciones Unidas se haya creado un Grupo de Trabajo Interinstitucional sobre ESS, que en su documento “La Economía Social y Solidaria y el Reto del Desarrollo Sostenible”, analiza el papel que esta debe cumplir en la agenda post 2015.

Más allá de que la ESS haga referencia a organizaciones y empresas con objetivos sociales y medioambientales explícitos, su importancia radica en que constituye un enfoque transformador del desarrollo que implica patrones de producción, consumo, distribución de los ingresos y los excedentes, y relaciones sociales y laborales diferentes, que da a las personas, sus necesidades, capacidades y trabajo un valor por encima del capital y de su acumulación, y propone un modelo socioeconómico más redistributivo y equitativo.

La ESS como movimiento social se construye sobre la relación entre lo local y lo global y su principal reto es tratar de que diferentes experiencias logren contribuir a la transformación social. Así, la ESS, junto con las aportaciones de otros movimientos sociales y económicos críticos, busca construir un modelo social, económico y político alternativo, post-capitalista.

Para que esta transformación sea posible, es necesario que se establezca un ambiente institucional y político favorable y se garantice la coordinación de los esfuerzos internacionales para crear y reforzar alianzas en esta materia. Diversas iniciativas surgidas de la sociedad civil tratan de conseguir que la ESS tenga mayor relevancia dentro de la agenda política.

A escala local, durante las últimas elecciones municipales y autonómicas, REAS Madrid junto a otras entidades de la economía social madrileña, como FECOMA y COOPERAMA, han realizado eventos con los diferentes candidatos para que la ESS pase a formar parte de sus programas políticos; a escala nacional, existen iniciativas como los Mercados Sociales (Aragón, Euskadi, Madrid y Sevilla, etc), las finanzas alternativas (proyecto FIARE) y las monedas sociales, entre otras; y a escala internacional se cuenta con redes como RIPESS, la Red Intercontinental de Promoción de la Economía Social Solidaria, que vincula las redes de ESS de todos los rincones del planeta y cree en la importancia de una globalización de la solidaridad con el fin de construir y de reforzar una economía que coloque a la gente y al planeta en el centro.

En esta línea se enmarca también una iniciativa liderada por jóvenes de 6 países europeos altamente endeudados (Portugal, Italia, Irlanda, Grecia, Eslovenia y España), denominada “Desafiando la crisis”. Dentro de esta iniciativa, los jóvenes, con el apoyo de diferentes organizaciones sociales, están llevando a cabo la campaña “Change the Economy: Think Social”, que, a través de la recogida de firmas online intenta dar visibilidad a la ESS y lograr que ocupe un lugar relevante en la agenda política nacional e internacional.

En definitiva, con esta y otras muchas iniciativas, se trata de incidir sobre la comunidad internacional para que, frente a la lógica del capital, la mercantilización creciente de las esferas públicas y privadas y la búsqueda del máximo beneficio, se construyan relaciones de producción, distribución, consumo y financiación basadas en la justicia, la cooperación, la reciprocidad y la ayuda mutua, tratando de conseguir una mayor justicia global.

Este artículo refleja la opinión y es responsabilidad de su autor. Economistas sin Fronteras no necesariamente coincide con su contenido.