Oltra en la habitación

4 de junio de 2022 22:20 h

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Cuando haya un elefante en la habitación, preséntelo

La semana ha sido muy floja en términos informativos. Pocos temas nuevos y ninguno de demasiada relevancia, más allá de la bajada histórica del paro de la que muchos prefieren no hablar. Hemos terminado hablando de un jabalí que salió de entre las olas para morder en una playa de Alicante a una señora de Cuenca. Por cierto, digresión, ¿cómo y dónde decidió el jabalí hacerse a la mar? Por eso, porque no ha sido una semana frenética, llama más la atención que en los grandes medios no haya tenido mucha repercusión el hecho de que la Fiscalía haya apoyado la exposición razonada del juez instructor para que Mónica Oltra, vicepresidenta de la Generalitat Valenciana, declare ante la Sala Civil y Penal del Tribunal Superior de Justicia de Valencia como imputada (sé que el PP le cambió el nombre y ahora se dice en puridad “en calidad de investigada” pero cambiar los nombres no cambia los conceptos). 

Hace tiempo que el caso de Mónica Oltra es un elefante en la habitación informativa, pero ahora que va a ser con toda probabilidad imputada –porque es difícil pensar que sea de otra forma, como verán– me llama mucho la atención el tupido velo que se ha tejido en torno a este caso en el que se dilucida, ni más ni menos, si todo el organigrama institucional de una consejería llamada a proteger a los menores a su cargo, se activó para restar credibilidad a una menor abusada, sin que se apreciara el más mínimo atisbo que apuntara a la voluntad decidida de protegerla o de ayudarla frente a un abuso sexual que ha sido declarado probado en sentencia y por el que se condenó al entonces marido de Mónica Oltra a cinco años de prisión. Que la niña de 14 años fue abusada es hecho juzgado, lo que ahora se sustancia es si el delincuente sexual fue protegido por ser el marido de la consejera del ramo y si ella ordenó una investigación paralela –una vez que la judicial ya estaba en marcha– “destinada a desacreditar a la víctima y a interferir en un proceso penal”.

Ya entiendo que esta cuestión es incómoda para muchos, puesto que la ultraderecha aprovechó las circunstancias para personarse como acusación en el procedimiento, así que puede que se interprete que pudiera ser un caso de lawfare contra la vicepresidenta de la Generalitat Valenciana. No es eso lo que se desprende de la meticulosa, rigurosa y fundamentada exposición razonada que el juez Vicente Ríos ha elevado al TSJV.

Como les digo una cosa, les digo la otra, que dirían en el sur. Lo mismo que en Los mamporreros de la Nacional, les expliqué en su día por qué la exposición razonada de García-Castellón para intentar imputar a Pablo Iglesias era una porquería, de todo menos razonada o razonable, como así determinó el propio Tribunal Supremo, ahora les digo que la referida a Mónica Oltra, respaldada por la Fiscalía esta misma semana, es demoledora por lo racional, fundada, prolija y lógica. Por decirlo de otra manera, las posibilidades de que Mónica Oltra no sea llamada a declarar como investigada (imputada) son remotas. Así las cosas ¿por qué no hablamos del Caso Oltra? Máxime cuando es un caso en cuyo fondo late no solo la falta de apoyo a una niña de 14 años abusada por los mismos llamados a cuidar de ella, estando bajo una tutela pública que le falló, sino que lo que se ha sabido en la instrucción, lo que el juez le dice a sus superiores, es que “existen indicios serios y fundados de que la señora Oltra, que indiscutiblemente conocía la existencia de un procedimiento judicial fue la que ordenó un expediente informativo (…) para desacreditar a la víctima e interferir en un procedimiento penal”.

Esto es de una gravedad máxima y horripila, lo diga el Agamenón del juez y la Fiscalía o los porqueros de la ultraderecha. Desacreditar a una niña víctima de abusos, desprotegerla, tratar el caso de una forma diferente a como se hubiera tratado cualquier otro por los problemas políticos que para una persona pudieran derivarse del hecho de que el abusador fuera su marido es terrible. Esto es lo que quiere determinar el juez y en términos sociales es de una importancia máxima. Es difícil saber por qué no debatimos nunca sobre los menores que tutela la administración y que son víctimas dentro del sistema de daños que tal vez no les hubieran pasado en su entorno desestructurado del que se les quiere rescatar. ¿Han vuelto a oír hablar de la red que prostituía a niñas tuteladas por la Comunidad de Madrid? 

¡Son niñas, joder! 

Niñas cuya única protección es esa administración que les falla. 

“No existió en la sede de la Consellería ninguna voluntad real de esclarecer los hechos sino POR EL CONTRARIO de ocultarlos, con una mera apariencia de actuaciones destinadas a esclarecerlos”, dice el juez instructor. 

“¿Cómo iban a esclarecerse los hechos si nadie preguntó a la niña? ¿Por qué se trata desde el primer momento de restarle credibilidad? ¿por qué no se informó a la Fiscalía siquiera para que figurara en el expediente? ¿por qué la niña no fue derivada a un recurso especializado en abusos a menores si este existía?”, se pregunta el instructor que también afirma que los profesionales y los funcionarios pueden cometer errores “pero no todos los funcionarios y profesionales a la vez, eso no”.

El entonces marido de Mónica Oltra fue condenado a cinco años de prisión. Eso nunca hubiera ocurrido si no se hubieran dado una serie de casualidades, a pesar de que en su centro conocían la denuncia. Nada se comunicó ni a la policía ni a la Fiscalía ni a la instancia especializada en abusos a menores. Fue una casualidad, cuando el Grupo de Menores (GRUME) acudió a buscar a otra menor al centro, que la víctima estuviera en la puerta y se pusiera a charlar con la policía. Fue entonces cuando su novio le dijo: “Díselo, díselo de una vez” y así fue como la policía escribió en su informe que: “mientras se hacía la dormida el educador procedió a cogerle la mano y a hacerse una gayola” con ella. Varias veces durante meses. Una niña de catorce años. 

Por supuesto que la Justicia debe llegar hasta el final investigando responsabilidades, caiga quien caiga, perjudique electoralmente a quien perjudique y acusen popularmente quienes quiera que sean. 

Hermana, yo te protejo. No hay otro lema para las administraciones públicas ni tampoco para la Justicia. No debe haber otro para ningún ciudadano decente aunque el asunto no nos sea cómodo. 

El elefante está en la habitación y yo se lo presento.