Anuncia el Parlament una querella por prevaricación contra el instructor Llarena por no permitir a Jordi Sánchez ejercer unos derechos que no tiene limitados, entre ellos el de ser candidato a una investidura. No es una buena idea. No digo que no haya motivos para interponerla, esos y otros, sino simplemente que como estrategia política no me parece inteligente. Tal querella no tiene ningún recorrido. Si alguien piensa a estas alturas que Llarena es efectivamente el llanero solitario es que no entiende nada de nada. Ningún juez en sus cabales daría los volatines que está dando el instructor sin saber que dispone de red. Llarena tiene red y esa red la tejen los mismos hilos que estarían llamados a aceptar una querella contra él. La querella será rechazada y el Parlament habrá logrado dar munición a los que quieren acribillarle.
No es el momento de interponer querellas, aunque hierva la sangre. Tampoco las que se preparan desde la sociedad civil o algunas organizaciones. No son querellas son entelequias. Nada que hacer dentro de nuestro sistema y eso es lo grave y eso es lo que precisa denuncia.
Tienen que entender que todo está viciado de origen. Quizá sea hora de recapitular para nota, ahora que están de moda las evaluaciones. Todo el procedimiento que se está siguiendo en la represión judicial de los independentistas catalanes es muy anómalo desde el principio. Verán, no son “formas” ni cosas menores. El derecho procesal es la aplicación práctica del derecho constitucional. Cada fórmula, cada requisito, cada paso está en realidad protegiendo un derecho o creando una salvaguarda. Saltárselos, inventárselos, crear un proceso nuevo es violentar tales derechos y eso es exactamente lo que está sucediendo.
Les decía que lo que empieza mal no puede acabar bien. Si recuerdan, el difunto fiscal general Maza estuvo anunciando que se querellaría contra los miembros del entonces Govern desde al menos una semana antes, que ya es curioso que te avisen de que van a por ti y cómo. No obstante, la querella no se presentó hasta el lunes siguiente a la aplicación del artículo 155 de la Constitución y el anuncio de las elecciones. El motivo evidente era que, ya que se iba a soslayar la intervención de los jueces predeterminados, los catalanes, era más fácil que colara una vez perdido el aforamiento de los querellados ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña. Así que se presenta la querella precisamente donde se quiere: en la Audiencia Nacional -que se había declarado con anterioridad no competente para tales delitos- y en el Tribunal Supremo. El motivo no es otro que acercar la investigación de estos hechos a los órganos que siempre hemos denunciado que están más expuestos a las presiones del poder y a la sensibilidad de la Razón de Estado y muchos de cuyos miembros han sido designados directamente por él. Miren qué curioso, a los magistrados del Tribunal Supremo los designan los vocales politizados del CGPJ, a los fiscales de la Audiencia Nacional los nombra el Gobierno en BOE, a los presidentes de Sala de tal tribunal también. Las cosas de comer no se le dejan nunca a la jurisdicción ordinaria en la que reside la verdadera independencia del Poder Judicial de este país. Al menos, siempre se intenta.
Nos invitan muchos juristas de bien a callar y a aceptar de forma acrítica los pasos del instructor porque, dicen, no conocemos lo que hay en el procedimiento. Sí conocemos los anómalos y extraños pasos procesales que se están siguiendo y que afectan a los derechos de los procesados. Esto en un caso que debería aparecer impecable, impoluto, resistente a cualquier análisis. Y ya no se trata sólo de la creación de secciones ampliadas para revisar los recursos de prisión y neutralizar a los que abogaban por la libertad. Todo es susceptible de empeorar.
El magistrado rompe la apariencia de imparcialidad cuando en el auto de procesamiento se convierte en parte de los agraviados. “Y aquí termina el relato de la estrategia que VENIMOS SUFRIENDO”, página 54 del auto que fue traducida al alemán saltándose ese pequeño detalle. El avance de la instrucción nos desvela un procedimiento que podría contener vulneraciones del derecho al juez imparcial, a un procedimiento con las debidas garantías, vulneraciones del derecho a la defensa y a la tutela judicial efectiva. Ahí es nada.
Unos ejemplos: Llarena ha pedido ahora a los expatriados que se personen en la causa. Ahora, después de habérselo negado durante todo este tiempo. No es casual. Lo hace porque si no están personados no pueden recurrir el auto de procesamiento y sin eso éste no devendría firme. Lo hace porque es preciso que sea firme y que estén en prisión para poder suspenderles de sus derechos políticos. Por contra se ha prohibido durante meses a los abogados de los investigados asistir a las declaraciones, el acceso a las actuaciones o plantear cuestiones al tribunal, pero no se les ha declarado rebeldes. Así que no se les considera presentes pero tampoco rebeldes y no hay otras situaciones legales posibles excepto el limbo en el que han estado hasta que ha interesado pretender que se personen.
No debe ser tan normal cuando la Audiencia Nacional mintió al responder a las preguntas de los belgas a la OEDE y contestó: “Los reclamados de entrega y sus abogados tienen acceso directo al expediente y además intervienen directamente en la práctica de todas las diligencias de investigación”. No es cierto. Tan poco cierto como que la malversación sea corrupción, a pesar de que se haya marcado por dos veces tal casilla. Esas OEDE´s con freno y marcha atrás, como de Jardiel Poncela.
Y así todo. Se ha tramitado el procedimiento como unas diligencias previas -por las notificaciones sin procurador, por la forma de los recursos- pero llegado a término no se incoó un sumario mediante auto y se pasó directamente al procesamiento. Son sólo ejemplos, insisto, porque hay mucho más.
Muchos preguntarán: ¿es posible que un magistrado del Tribunal Supremo sea, al menos en apariencia, tan poco aseado instruyendo? Posible es, porque está pasando, pero ninguna instancia en este país va a atender las quejas por este atropello.
Por eso las querellas no son una buena idea como no suele serlo darse cabezazos contra las piedras. Luego te saltan los sesos y los de enfrente te llaman descerebrado.
Pero el pecado existe y abril, recuerden, siempre ha sido el mes más cruel.