Yo también sé hacer trampas. De hecho todas las trampas las hemos inventado nosotros mismos, los periodistas, cuando decidimos dejar de hacer Periodismo y nos alejamos del viejo oficio, de sus lemas y sus anécdotas, de sus principios. Del ‘Si tu madre te dice que te quiere, vas y lo compruebas’. Del ‘No le digas a mi madre que trabajo en un periódico que se cree que toco el piano en una casa de citas’. ‘Del si todo sale mal en la Redacción montamos un bar. Y si también nos va mal, lo abrimos al público’. Es decir, de su pasión. Y de su compromiso de servicio público.
En esta escapada a ninguna parte, tan criticada y llamada crisis, es donde encuentra su hueco Jordi Évole que, al final, tras el debate, las chanzas y la crítica, tras cagarnos en sus muertos y mandarle operar a su madre para ver qué pasa, le damos las gracias. Él no ha hecho sino ocupar nuestro puesto por nuestra culpa, nuestra dejación. El Periodismo en España debería hoy darle gracias a ‘Salvados’ por ser salvados de nuestra propia desidia, cáncer y veneno que corrompen tinta, ondas y malditos bits.
Ya sé que hay medios, diarios, micromedios, emisoras, cadenas, fanzines, blogs, podcasts, tertulias, secciones, agencias, gabinetes, free lances que hacen Periodismo del de verdad. Yo trabajo orgulloso en uno de ellos. Hablo de los medios y compays que no necesitan el reconocimiento porque les basta con ser capaces de cometer la herocidad de publicar. Vaya mi humilde admiración y respeto por todos y cada uno de ellos. Y por todos los que no se conforman y trabajan.
Al mismo tiempo, en el otro lado del espejo, suena la Marcha Imperial de Star Wars y todos los Darth Vader de la información hacen posible que Jordi Évole ocupe nuestro espacio natural, el de administrar un derecho que no es nuestro, el del ciudadano informado en una democracia. No solo eso. Encima va Jordi Évole y nos miente. Nos toma el pelo. Nos manipula. Y nos lo dice a la cara. Sin nuestro consentimiento. Sin pacto alguno. Sin, ¿cómo es posible?, habernos pedido permiso A NOSOTROS, los periodistas.
Pero basta ya de llorar y de quejarnos. Nos lo merecemos. Nos lo hemos ganado a pulso. No hace falta que ni tan siquiera nos pidan permiso. Hacen lo que les da la gana en un espacio que hemos dejado desmarcado porque estábamos mirando el fulgor del último titular filtrado, exclusivo, noticia bomba y tal.
Dice mi amigo Murciano que “Lo que ha hecho Évole, y al pobre lo quieren matar, lo hace cada día El Mundo y no pasa nada”. Comenta mi amigo Montilla: “Si Jordi Evole juega a ser periodista, que juegue con las reglas que nos aplican a todos”. Tuitea Cervera: “Tanto lío se entiende desde la confusión; @jordievole no es ni nunca ha pretendido practicar #periodismo, pero ocupa el nicho”. “Y ahí tienes el problema limpiamente encapsulado. El problema es nosotros”.
Dice Izaskun: “Hoy Évole ha jugado con las expectativas... y ha perdido la credibilidad. Esperábamos periodismo y nos ha dado humor/ficción”. Arguye Dawson que “el verdadero Periodismo ha venido después del falso documental. Miren afirma que ”me gusta que se arriesgue, creo que es muy sano. Y nos olvidamos de que Évole hace televisión, ni más ni menos“. Y Alicia pone un buen ejemplo: ”Hoy es de lo único que estamos hablando al llegar a la ofi (que está llena de periodistas). Y gente que nunca habla. ¿No nos dice eso nada? Me parece una genialidad“.
Genialidad o provocación. La delgada línea roja traspasada. Las buenas formas y el debate esteril Periodismo/Televisión/Espectáculo se resume en un comentario recogido por Esther Sanz: “Qué hizo anoche Évole? Arriesgarse, innovar, usar la tele para bien, vapulear mentes aletargadas. Lograr que el prestigio que él tiene diera sus frutos”.
Si ese era el objetivo. Lo ha logrado. Las Redes Sociales llevan inundadas de opiniones doce horas. Los diarios no hacen sino analizar lo que ha sucedido y lo que no. Se debate el formato. Se critican los argumentos, el montaje y la intención. Se debate. Se debate y se vuelve a debatir. Los periodistas estamos siendo salvados por ‘Salvados’. Y no deja de tener su gracia.
Creo que voy a tener que ver el maldito programa de una vez. ¿Alguien sabe dónde puedo verlo? ¡Ay, las malditas trampas de los periodistas!