¿Por qué podemos?
Sí, ha sido una sorpresa. Prácticamente nadie se esperaba un 7,9% de los sufragios y alcanzar los 5 escaños, pero no era descabellado porque han jugado muy bien cada una de las bazas que tenían.
Campaña multi-capa
Aquellos que atribuyen los resultados de Podemos únicamente al efecto mediático de la televisión hacen gala de miras muy cortas. La campaña ha tenido tres pilares fundamentales:
Es evidente que el primer factor de éxito –cronológicamente– fue contar con una persona que aparece regularmente en tertulias televisivas. Esto les permitió, en su presentación, superar el ruido que ahoga a las decenas de iniciativas electorales nuevas que han surgido. La figura de Pablo Iglesias ha sido un primer ariete, provocando un aluvión de comentarios, a favor o en contra, que ponían a Podemos en el mapa, que definían su identidad y que delimitaban sus contornos. Fundamental, sí, pero...
La estructura diseñada para la fase de replicación ha sido pura metodología DRY/15M. En lugar de estructurarse alrededor de formas burocráticamente jerarquizadas y de conceptos como la militancia de carnet y el registro de afiliados, se dio la posibilidad a cualquier persona de crear un “círculo” en su pueblo, en su barrio o en su ámbito profesional, acompañado de sus respectivos perfiles en redes sociales. Contando con tan pocos recursos económicos y con las elecciones a cuatro meses, ésta es la mejor forma de extenderse por el territorio, de construir red y de darle la capacidad de producir mensaje de una manera coral y descentralizada.
Por último, esa red de círculos han conformado la infraestructura humana necesaria para abarcar también la capa física del boca a boca, la pegada de carteles, la organización de las reuniones y los mitines presenciales, sobre todo en entornos diferentes a los de las ciudades, donde es más difícil llegar.
Notables y Movimiento
El resultado ha sido una forma híbrida entre las caras más conocidas, que asumieron la estrategia y el tirón mediático en un primer momento, y la política distribuida de movimiento, que le han dado cuerpo y potencia.
Es fácil concluir que el mando se centraliza en pocas manos y cabezas, pero también es equivocado, porque los círculos han actuado y actúan como contrapeso del grupo motor. La campaña de Podemos ha estado también llena de tensiones entre estas dos dimensiones, donde las bases han fiscalizado y criticado -de manera positiva- errores estratégicos como la reunión con Izquierda Unida o el “affaire Verstrynge”.
La jerarquía en Podemos no se ha construido en función de un sistema burocrático de delegados y de representación territorial, como sucede en los partidos old school, sino con base en la influencia. No es horizontal, de ninguna manera, pero sí es dinámico, cambiante, ya que la influencia se mide, se gana o se pierde en tiempo real, y una metedura de pata de los que asumen más poder se castiga, inmediatamente, con una desposesión del mismo.
Se podría decir que Podemos ha combinado la estructura en red del ecosistema #15M con figuras públicamente reconocidas, en un experimento que, hasta ahora, no habíamos vivido (quizás con la excepción de la PAH cuando Ada Colau adquirió mucha relevancia pública).
La Tele y la Red
Han surgido, de inmediato, muchas voces que atribuyen el éxito a la televisión. Lo sorprendente es que las hay desde sectores “tecnopolíticos”, no sólo desde los tradicionales críticos con el papel de Internet en los cambios políticos y sociales. Al respecto, me gustaría incidir en dos cosas:
La primera es que me parece reduccionista olvidar que la expansión y -sobre todo- la interconexión de los círculos ha sido gracias a las redes sociales. Que la financiación mediante micromecenazgo no se podría haber articulado tan bien fuera de Internet. Que los memes que han ido circulando durante meses (y cuya producción ha sido, en gran medida, anónima y descentralizada) han contribuido poderosamente en la creación de una narrativa alegre, optimista y contagiosa. Que #Podemos25M coronó la lista de Trending Topics de Twitter durante todo el día y la noche electoral. Que, en definitiva, no hubiese sido posible dar un poder de comunicación masivo a los círculos sin su presencia, por centenares, en la Red, haciendo que la comunicación en Podemos no sea la típica línealemisor-mensaje-receptor, sino una comunicación coral, colectiva y distribuida.
La segunda es que sigo sin entender la argumentación maniqueísta “o la red o la tele”, del mismo modo que no entiendo que se tenga que elegir entre la red y la calle. Lo potente es abarcarlo todo y saber construir los canales que permitan flujos de comunicación entre todas las capas y todas las herramientas. Sin duda, no renunciar a ninguna de ellas ha sido clave en los resultados de Podemos.
Lo difícil viene ahora
Una campaña es, sobre todo, producción narrativa a nivel masivo. Es organización enfocada y dirigida al acontecimiento: las elecciones. Esto permite agrupar esfuerzos en torno a un objetivo concreto, palpable y compartido: sacar el máximo de escaños. Pero una vez terminada la campaña, ahora se presentan multitud de retos y tareas, empezando por las cuestiones fundamentales de la humanidad: quiénes somos, a dónde vamos, de dónde venimos.
Darle respuesta y sentido a estas preguntas es complicado desde una organización que combina, como ya he dicho, elementos de aparato y de desbordamiento, donde no existe una mentalidad estatutaria y de militancia fuerte. Encontrar el equilibrio entre las múltiples capas que componen Podemos es tan difícil como terminar de sepultar al bipartidismo. Combatir los egos, agilizar las comunicaciones, tener paciencia en los debates internos, no olvidar los objetivos comunes..., todos esos factores deben estar siempre presentes en cada paso que se de, para que el experimento no muera de éxito con la causa de muerte más común en estas nuevas formas de acción política: la escalabilidad.
Podemos, a pesar de sus liderazgos, tiene el ADN de la política en código abierto y, por tanto, su naturaleza es la recombinación y la remezcla, la mutación continua y en tiempo real y la potencia del desbordamiento. Existe el peligro de la “cosificación”, de que se desarrolle un sentimiento de propiedad de la gente hacia la cosa y de la cosa sobre la gente, que en la construcción de identidad ésta se haga rígida y, por tanto, no recombinable con otros elementos del entorno.
De cara a próximos comicios, no hay que olvidar que aún hay una inmensa mayoría de personas que nadan en la abstención, que muchos sufragios a Podemos son críticos y volátiles y que las elecciones municipales se rigen por otras lógicas distintas a las europeas o a las generales.
Generosidad, humildad, trabajo, ilusión e inteligencia colectiva, para seguir pudiendo.