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Una relación oblicua con la verdad

La frase la dijo Ángel Gabilondo, candidato a la presidencia de la Comunidad de Madrid por el PSOE, en un debate electoral. Iba dirigida a Ignacio Aguado, de Ciudadanos, pero le encaja como un guante a las tres derechas españolas. Mantienen una relación sesgada, torcida, con la verdad. Como catedrático de Filosofía, antes de entrar en política Gabilondo impartía clases de Metafísica, Hermenéutica y Teorías de la Retórica y de Pensamiento Francés Contemporáneo. Hay un abismo alucinado entre Gabilondo −incluso entre una joven progresista como Isa Serra en el debate de Telemadrid que yo vi−, y esas criaturas voraces y depredadoras en las que ha degenerado la derecha española. Ése es uno de nuestros principales problemas, de todos los ciudadanos.

Tienen una relación oblicua con la verdad. Es decir, mienten como bellacos, para entendernos, como seres sin escrúpulos. Una y otra vez. Sustentan sus éxitos en datos falsos o inexactos con el fin de embaucar a la ciudadanía y aprovecharse de su buena fe o su estupidez. La sociedad precisa soluciones que se relacionen de forma recta con la verdad, directa. Las necesidades se cubren con realidades, no con cuentos.

Las tres derechas se manifiestan de forma similar, lo hacen sus líderes nacionales en los debates. Sus mentiras son extrapolables allá donde hablen. No es lo mismo tener deudas que no y cuando Díaz Ayuso (PP) miente al decir que “Madrid es la región menos endeudada de España” cuenta con un presupuesto irreal. Miente de hecho, con enorme frecuencia. Vox parece basar su propaganda en falacias, doblemente peligrosas, al entrar de lleno en temas esenciales como sanidad, educación, o derechos. Vean la respuesta de un cirujano, destacado defensor de la sanidad pública, a las mentiras de Monasterio que han encontrado un público.

Aguado, como el resto de portavoces de Ciudadanos, ha tomado el papel más agresivo en la pugna por liderar la derecha. Con múltiples datos falsos que se exhiben en patéticos cartelitos. Es mentira que Gabilondo le diera “el mayor tajo a la educación en España” como afirma. Por el contrario las becas universitarias “subieron a los 1.500 millones de euros. Sigue siendo el récord histórico en España, aún por superar”, escribe Ignacio Escolar, director de eldiario.es en este nuevo recuento de engaños. Añade que, por el contrario, “la Comunidad de Madrid es la que menos gasta por alumno de toda España, aun siendo la más rica”. Así funcionan. Para su auditorio.

Algo muy grave ocurre cuando los medios han establecido detectores para las mentiras de los políticos como sección fija. Y cuando la sociedad víctima de sus falacias no reacciona como sería lo natural. Llama la atención ese rasgarse las vestiduras por si se usan formas diferentes en la sesión inaugural de la legislatura, y se vea tan poca alarma por las mentiras que utilizan los políticos que tienen mucha mayor trascendencia en la vida social. Algunas falsedades nos han salido muy caras. Las de José María Aznar y la guerra de Irak, por ejemplo. La gran mentira que le costó la vida a muchos ciudadanos. Y desde ahí, elijan en todos los campos.

Caminar sobre la mentira es hacerlo sobre un cenagal de arenas movedizas. Plantar una estructura de vida sobre ese suelo conduce al fracaso. Es ir a la despensa, a colegios y universidades, a hospitales, creyendo que se nutren de lo necesario y no encontrarlo. Enfilar un objetivo consultando un mapa en que faltan datos esenciales. Conducirse con el GPS o la brújula averiados y toparse con una verdad indeseada que hubiera precisado conocimientos previos para afrontarla. Y, por encima de todo, está dando la confianza en asuntos esenciales a gente que no lo merece, capaces de engañar a quien sea por lograr sus objetivos personales. Ya sé que mentir se entiende como un juego político, ese es el problema. El juego es entre políticos indecentes o con la moral laxa.

Y los medios de sus empresas S.A. o limitadas en la ética. Siguen las portadas, los artículos, desde los más zafios a los medidos y titulados a conveniencia del proyecto. Proclive a la derecha o en el mejor de los casos al “sistema”. Al que da de comer a sus corporaciones y a ellos mismos. Cada noche, Gonzalo Semprún recopila primeras y segundas páginas en Twitter. Simplemente echen un vistazo para deducir, en verdad, para quién o para qué trabajan muchos de ellos y si tienen una relación oblicua o directa con la verdad. Hay mucho poder municipal y autonómico en juego.

Se dice que la derecha española es la única en Europa que no venció al fascismo. Lo cierto es que comulgó con el franquismo, se fundó en el franquismo. Y nunca se ha limpiado. Hasta regresar a este momento en el que nos plantan en las instituciones a la ultraderecha oficial otra vez. La imagen de diputados de Vox en el Congreso al abrirse la legislatura es dolorosa al límite. Y a la derecha de los Casado y Rivera no les molesta. A casi nadie ya. Los han colocado en las pantallas, en los debates, como una opción más. El artículo de Iñigo Sáenz de Ugarte, aquí, señala esos debates, como “un escaparate para las ideas xenófobas de Vox sin que los demás candidatos creyeran necesario contestarlo”. Las diatribas sobre espejos equidistantes es otra de las falacias de este momento.

Está inscrito ya en la costumbre y tradiciones de la derecha española y asimilados usar lo que llaman mentiras piadosas. Enmascarar la realidad, dilatar en el mejor de los casos lo que en todo caso llegará, privando al afectado de los medios que hubiera necesitado para preverlo. Desde pequeños. Educa mejor el carácter y la conciencia explicarle a un niño, con palabras acordes a su edad, por qué no puede beberse un vaso de champú que engañarle con que lo hará más tarde.

Y sin embargo falsear la realidad es un recurso ampliamente utilizado. Aquella película, La vida es bella, de Roberto Benigni, Oscar de 1997, que tanto gustó, lo mostraba a la perfección. El padre ahorró al hijo pequeño algunos tránsitos del fascismo para acabar de bruces en él y huérfano de toda mano. Estaba basada en un hecho real. Aquel niño sobrevivió y vivió hasta los 91 años. ¿Por el sacrificio del padre? No. Por azar. No suele haber relación causa/efecto en casi ningún paño caliente. Al contrario, incluso.

La vida vuelve a teñirse de peligrosas sombras de fascismo, y no es nada bella la idea. Se afrontan mejor con la verdad, sin duda. Cuesta entender las mentiras interesadas y la tibieza y la indefinición. Desde el rigor y el coraje.

Una delgada línea de separación entre mundos casi opuestos. Aquí y ahora, nos vemos inmersos en la veta española. La derecha tiene una relación oblicua con la verdad, porque, en muchos casos, tiene una relación oblicua con la democracia.