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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El retrete es nuestro salvavidas

Foto: Max Pixel

José Luis Gallego

Estoy seguro de que mi admirado y querido director se habrá llevado las manos a la cabeza al leer el titular de este apunte. Sin embargo les aseguro que trata de un tema muy serio que no tiene nada escatológico. Un apunte cuyo enunciado se ajusta a la verdad mucho más de lo que el lector podría llegar a imaginarse.

Dicen que la mejor manera de alcanzar a comprender el alcance de una privación es intentar experimentarla en primera persona: evidentemente siempre y cuando no pongamos en riesgo nuestra seguridad al hacerlo.

El ejercicio que les voy a plantear no lo hace en absoluto. De hecho, no puede ser más simple. Se trata de que en este preciso instante abandonen la lectura para dirigirse al lavabo y cerrar la puerta por fuera. Una vez hecho se trataría de que, cuando tengan necesidad de hacer uso de él, se olviden de que disponen de su propio lavabo con retrete.

Imposible ¿verdad? Hay cosas que resultan inimaginables en nuestra bien equipada y confortable sociedad. Sin embargo ahí va el primer dato para la reflexión: actualmente alrededor de 4.200 millones de personas, más de la mitad de la población mundial, carecen de acceso a un retrete o de los servicios mínimos para gestionar de forma segura su higiene íntima. Y hay más.

Hoy en día 2.000 millones de seres humanos se siguen abasteciendo, para cocinar sus alimentos y para beber, de agua contaminada por heces. Un dato más: 673 millones de personas hacen sus necesidades al aire libre a diario. No de manera extraordinaria y muy puntualmente: siempre.

Todos estos datos son oficiales y pertenecen a la Organización Mundial de la Salud (OMS), el organismo de la ONU dedicado a promover el cuidado de la salud en el mundo y que este pasado martes, como cada 19 de noviembre, conmemoraba el Día Mundial del Retrete.

Como cada año, la OMS ha aprovechado la efeméride para recordarnos que la falta de equipamientos básicos de saneamiento, de algo tan elemental como disponer de un simple retrete donde hacer tus necesidades y un grifo en el que lavarte las manos, provoca cada año cerca de medio millón de muertes por diarreas y otras enfermedades intestinales relacionadas con la exposición a patógenos. Más de la mitad de esas muertes son niños.

De todo el aluvión de datos aportados por la ONU para reclamar la atención mundial respecto a este importante tema, hay uno que me parece especialmente estremecedor. El que señala que un tercio de todas las escuelas primarias del mundo carecen de cuarto de baño: de retretes, de grifos y del resto de los servicios básicos de saneamiento e higiene para los escolares. Algo que afecta a millones de niñas y niños en todo el mundo. ¿Entienden por qué he considerado oportuno titular así este apunte?

A menudo no somos conscientes de los privilegios que nos son otorgados por el simple hecho de nacer en la cara buena del mundo. Unos privilegios a los que no damos valor porque forman parte del equipo básico del ciudadano del primer mundo. Por eso son tan oportunas este tipo de llamadas a la reflexión por parte de la ONU. Aunque como en este caso nos pillen tan lejos, nos resulten tan incómodas y nos puedan provocar cierta incredulidad. Por cierto, disculpen: ya pueden abrir la puerta del lavabo.

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