Hace poco más de tres décadas nuestro país realizó un ejercicio de entendimiento ejemplar para acordar un marco democrático, cerrando así un tiempo oscuro. Con sus defectos y virtudes aquel acuerdo ha permitido a nuestra generación crecer en una España con derechos, libertades y desarrollo.
Nuestro país ha cambiado mucho. Los últimos años de forma exponencial. Las circunstancias y exigencias del momento son diferentes a las de la España que salía de la dictadura. La crisis económica que golpea al país y el paralelo deterioro de la confianza en instituciones y partidos políticos hace imprescindible relegitimar nuestro sistema democrático. Es urgente un ejercicio de conciencia y acuerdo colectivo para definir un nuevo marco para nuestra democracia. Son palabras mayores, pero el reto es acorde al momento.
Los cambios profundos son complejos, no nos engañemos. Solo pueden suceder en momentos clave en la historia. Vivimos uno de ellos y tenemos que ser capaces de aprovecharlo para corregir los defectos, cambiar todo aquello que no funciona y garantizar que aquello que nos avergüenza no pueda volver a suceder. Pero reconozcamos que construir es siempre complejo, destruir es demasiado fácil. Seamos francos para acordar los cambios sabiendo dónde queremos llegar colectivamente. Por eso, nuestra decisión de abordar una reforma constitucional es sincera y decidida, así como nuestra apuesta por emprender desde ya los cambios para una política del siglo XXI, la del gobierno abierto, bajo principios de transparencia, participación y colaboración. Desde el conocimiento de nuestras instituciones, con contundencia y todo el arrojo en los análisis, las propuestas y las decisiones.
Hoy dirige el PSOE una nueva generación de políticos que tenemos la obligación de liderar este tiempo político rompiendo con prácticas del pasado. Tenemos que abanderar una nueva forma de entender el ejercicio público.
Ha terminado el tiempo de bochornos, de sentir vergüenza y asco ante los casos oscuros como los que hemos conocido estos últimos años. Si desde fuera de los partidos estas prácticas producen hartazgo, dentro no tengo calificativos. No quiero imaginar cómo se sienten la mayoría de ciudadanos, militantes y concejales que tras su jornada de trabajo dedican su tiempo a lo público, en instituciones y en partidos, en mi partido, movidos por ideales y valores, con gran vocación de servicio público. Por eso, ante acciones como las tarjetas black de Caja Madrid reacciones inmediatas, como hemos hecho presentando una denuncia ante Hacienda y abriendo una investigación que se ha resuelto con la expulsión de los militantes del partido implicados.
Procedo de una zona donde los casos de corrupción están a la orden del día desde hace demasiados años, corrupción y burbuja inmobiliaria iban de la mano. La denuncia del PSOE fue implacable, pero tampoco me es ajeno como la denuncia sin complejos de los indicios de corrupción fue incomprendida ante nuestro desconcierto. Eran otros tiempos, los de la supuesta prosperidad que parecía justificar casi todo.
Con crisis o sin ella, los defectos del sistema democrático existían y existen, defectos que se maximizan cuando gobierna la derecha, como ejemplo reciente el retroceso en la independencia de la televisión pública. El término regeneración es el nuevo mantra del discurso político en nuestro país, usado por todos parece estar asumido por la inmensa mayoría. Pero cuando algunos tratan de que no se vean las diferencias por beneficio propio, la diferencia solo la pueden marcar los hechos. Hay que hablar al tiempo que se ejecuta lo dicho. Algo que tenemos muy claro.
Porque si se habla de participación se hace participación. Este fin de semana miles de militantes y simpatizantes están llamados a participar en primarias para elegir a candidatos municipales y autonómicos del PSOE. Tal y como fue elegido Pedro Sánchez, por primera vez desde abajo, con el voto directo de miles y miles de socialistas.
Porque si se dice transparencia se hace transparencia. La primera medida inmediata fue publicar las cuentas del partido. La semana pasada publicamos las declaraciones de bienes y rentas de toda la dirección y de los grupos parlamentarios del Congreso, Senado y Parlamento Europeo, incluido el gerente del partido. Además, hicimos público un catálogo de documentos sobre la situación y la gestión económica interna del PSOE. Todo es accesible a través de la web. Publicaciones siguiendo recomendaciones de organizaciones como Transparencia Internacional. Un camino en el que no hay vuelta atrás y que espero sigan todos los partidos, lo necesita la política española.
Porque si decimos rendición de cuentas lo hacemos. La ciudadanía tiene que saber a qué dedica su tiempo el político que le representa, qué intereses atiende y defiende. Escuchar, explicar, aprender y atender como en las asambleas abiertas o en los foros ciudadanos que estamos realizando. El camino es que nuestras agendas como cargos públicos sean eso, públicas, la mía lo es desde hace mucho tiempo, se puede consultar en mi blog. Sería anecdótico tal ejercicio de transparencia si no estuviéramos convencidos de que a la par hay que rendir cuentas.
Y si se dice ejemplaridad se ejerce. Y lo demuestra nuestro Código Ético. Una exigencia que surgió del proceso participativo de la Conferencia Política en noviembre pasado y que ha materializado la Comisión de Ética del PSOE. La mayoría de principios que recoge el Código son los que nos han guiado a lo largo de la historia de nuestro partido, en base a nuestros principios. Hemos regulado desde la recepción de regalos hasta el control de percepciones económicas, la actuación a seguir ante la implicación en casos judiciales o el compromiso de no apoyar ni pedir indultos políticos. Su obligatoriedad para los cargos públicos y orgánicos, así como la aceptación por la militancia, lo han firmado ya miles y miles de personas, es un mensaje contundente de dignificación de la política desde el PSOE.
Nuestra sociedad necesita ejemplaridad pública desde la política, tenemos que ser impecables. Hemos de conseguir una democracia más madura con el compromiso de la ciudadanía crítica, formada y exigente con todos, atendiendo al rigor y distinguiendo también el grano de la paja por el bien de la propia democracia. Y, por supuesto, con medios y profesionales de la comunicación independientes.
Proponemos un contrato ciudadano en el que por parte de todos se ejerza la exigencia y de la nuestra la práctica de la política abierta, la transparencia y la absoluta rendición de cuentas, la generación de un nuevo pacto de confianza mutua. El arrojo de esta nueva dirección del PSOE es una garantía para ello. Somos un partido que nació para defender a las personas, para defender la justicia social, y esa esencia, la de la igualdad, la hemos de fortalecer por la vía de los hechos. Ejemplaridad y dignificación de la política. Esto va en serio y, si no, al tiempo.